Acerca del artículo

Autor :

عائشة ستاسي

Fecha :

Tue, Dec 23 2014

Categoría :

Para los nuevos musulmanes

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El alfabetismo en el Islam

El alfabetismo en el Islam

(parte 1 de 3): Librosen Bagdad

 

Bagdad fue golpeada por una serie de explosiones. La ciudad, rastrillada por la violencia. Bagdad significa caos, muerte y destrucción. Bagdad es una ciudad que grita de dolor y muere tras una cortina de humo. Mientras miramos el desastre en las pantallas de nuestros televisores, es difícil imaginar que Bagdad fue una vez el gran asiento del aprendizaje. Bagdad y libros fueron sinónimos por cientos de años. Los estantes de libros llenaban las casas familiares y las librerías llenaban las calles de Bagdad. Incluso ahora, entre los escombros y el pandemónium, los residentes de Bagdad compran libros. “Es una vieja enfermedad en Irak, la gente gasta su dinero en libros, no en comida”, bromea un traductor iraquí para Noticias NBC[1].

En el período que la historia occidental ha denominado Oscurantismo, comenzó el romance entre Bagdad y los libros. En una época en que las iglesias por toda Europa se sentían afortunadas de tener una biblioteca consistente de algunos cuantos libros, había una calle en Bagdad llena de más de 100 tiendas que vendían libros, o artículos de papelería, o ambos. Por todo el mundo occidental, el alfabetismo estaba restringido a los ricos o a las autoridades religiosas, pero en Bagdad, la gente tenía acceso a más de 30 bibliotecas.

En el período de 200 años después de la muerte del Profeta Muhammad, la pequeña nación islámica creció convirtiéndose en una enorme civilización que se extendía desde el Norte de África hasta Arabia, desde Persia hasta Uzbekistán, y traspasó las fronteras de India y más allá. Alrededor de 750 d.C., Bagdad, la ciudad construida sobre los bancos del río Tigris, se convirtió en la capital del califato islámico. Su ubicación la conectó a países tan distantes como China, y Bagdad pronto se convirtió no solo en el centro político y administrativo, sino también en el eje cultural y del aprendizaje.

Hombres y mujeres de todas partes del imperio afluyeron a Bagdad y trajeron con ellos el conocimiento de todas las esquinas del mundo conocido.

Musulmanes, judíos, cristianos, hindús, zoroastrianos, e incluso personas de otras creencias más oscuras, vivían en Bagdad. Los libros comenzaron a simbolizar la vida de Bagdad. Las calles estaban vivas llenas de autores, traductores, escribas, iluminadores, bibliotecarios, encuadernadores, coleccionistas y vendedores de libros. Sin embargo, estas personas de orígenes tan diversos, necesitaban estar conectados. El árabe se desarrolló como lengua de erudición y así se estableció la conexión.

Las obras de Platón, Aristóteles, Ptolomeo y Plutarco, entre otras muchas, fueron traducidas al árabe. Los filósofos judíos utilizaban las traducciones al árabe de las obras filosóficas griegas para escribir sus propios tratados y ensayos. Cuando Europa comenzó a emerger del Oscurantismo hacia un periodo de iluminación, ellos se basaron en los libros escritos en árabe para redimir y recuperar las bases del imperio occidental.

Muchos de los libros originales traducidos en Bagdad se perdieron o fueron destruidos en sus países de origen, manteniéndose solo en sus traducciones árabes. Los eruditos de Bagdad fueron los responsables de preservar las obras clásicas de los griegos, los romanos y los egipcios, e incluso tradujeron clásicos de Persia, India y China. Estas grandes obras fueron traducidas del árabe de nuevo a idiomas como el turco, el persa, el hebreo y el latín. El teólogo católico Tomás de Aquino hizo su famosa integración de fe y razón después de leer la filosofía aristotélica en una traducción hecha por los eruditos de Bagdad.

Los eruditos de Bagdad no solo recogieron y sintetizaron las grandes obras, también agregaron su propio conocimiento. Ellos abrieron nuevos campos de erudición, como la mecánica celeste, e introdujeron al mundo el álgebra y la geometría. Un erudito de Bagdad produjo un libro de texto de oftalmología, que se cree es el primer libro médico en el mundo que contenía dibujos anatómicos. Fue la obra definitiva tanto en Oriente como en Occidente, y fue utilizado durante más de ocho siglos.

A medida que Bagdad se transformó en un centro de aprendizaje, el califa Harún Ar-Rashid y su hijo Al Mamún, abrieron uno de los centros del pensamiento más famosos de la historia, Bait Al Hikmah, o la Casa de la Sabiduría. Los eruditos de la Casa de la Sabiduría, a diferencia de sus contrapartes modernos, no se “especializaban”. Al Razi fue un filósofo y matemático así como físico, y Al Kindi escribió sobre lógica, filosofía, geometría, cálculo, aritmética, música y astronomía. Entre sus obras se encuentran títulos como “La razón por la que llueve poco en ciertos lugares”, “La causa del vértigo” y “Cruzamiento de palomas”.

El historiador Al Maqrizi describió la apertura de la Casa de la Sabiduría en 1004 d.C.: “Los estudiantes tomaron su residencia. Los libros fueron traídos de [muchas otras] bibliotecas... y el público fue admitido. Cualquiera que quisiera, tenía la libertad de copiar cualquier libro que deseara, o cualquiera que tuviera la necesidad de leer cierto libro hallado en la biblioteca, podía hacerlo. Los eruditos estudiaban el Corán, astronomía, gramática, lexicografía y medicina. El edificio estaba, por otra parte, adornado con alfombras y todas las puertas y corredores tenían cortinas, y gerentes, sirvientes, porteros y otros empleados, fueron designados para mantener el establecimiento”[2].

Los libros siempre han jugado un papel importante en la vida de Bagdad. En el siglo XI d.C., un manuscrito “era del tamaño de un libro moderno, fabricado con buen papel, escrito por ambos lados, y encuadernado con cubiertas de cuero”. Una librería promedio contenía varios cientos de títulos, incluyendo el Corán y comentarios sobre el Corán, idiomas y caligrafía, escrituras cristianas y judías, obras de gobierno, resoluciones judiciales, biografías, astronomía, medicina griega e islámica, literatura, ficción popular, y guías de viajes (hacia India, China e Indochina)[3].

Hoy día, mientras las bombas explotan a su alrededor y el mundo cae en el abismo, la gente de Bagdad se aferra a su patrimonio literario. Entre los escombros, los libreros ejercen su oficio y los ciudadanos de Bagdad deciden entre leer y comer. Por esto, no es de sorprender que el Islam tenga una larga tradición de alfabetización. La primera palabra del Corán revelada al Profeta Muhammad fue iqra —leer, aprender y entender. En la segunda parte, emprenderemos un viaje de descubrimiento para ver qué dicen el Corán y las tradiciones del Profeta Muhammad acerca de la alfabetización y de la búsqueda del conocimiento.

 


Footnotes:

[1] http://worldblog.msnbc.msn.com/archive/2007/11/30/487951.aspx

[2] http://www.sfusd.edu/schwww/sch618/ScienceMath/Science_and_Math.html

[3] Ibíd.

 (parte 2 de 3):Buscar el conocimiento

El Islam es una religión que se preocupa por la alfabetización. Cuando el Corán fue revelado, la primera palabra fue iqra —leer, aprender, entender. En una cueva a las afueras de La Meca, el ángel Gabriel apretó el pecho del Profeta Muhammad y le exigió que leyera. Incapaz de leer o escribir, el Profeta, que Dios le dé paz, respondió: “¡No sé leer!”

“¡Lee! [¡oh, Muhammad!] En el nombre de tu Señor, Quien creó todas las cosas. Creó al hombre de una célula embrionaria. ¡Lee! Que tu Señor es el más Generoso. Enseñó la escritura con la pluma y le enseñó al hombre lo que este no sabía”. (Corán 96:1-5)

El Profeta Muhammad nunca aprendió a leer o escribir, pero entendía la importancia de la alfabetización. Aunque la mayoría de los árabes de la época eran iletrados, poseían un amor poderoso y elocuente por las palabras. Los árabes eran maestros de la palabra hablada: poesía, narración de cuentos y memorización de genealogías. Animar el alfabetismo fue una progresión natural.

Los musulmanes creen que las palabras del Corán son las palabras literales de Dios, y preservarlas siempre ha sido una preocupación suprema. Desde los primeros días del Islam, los compañeros del Profeta comenzaron a poner por escrito las palabras del Corán. Las escribían en cortezas, pieles de animales, incluso en piedras. Esto llevó a una nueva era de alfabetismo.

Muchos de los primeros musulmanes eran pobres, sin posesiones ni prestigio en la sociedad mecana, o eran esclavos. El Islam les ofreció una oportunidad de igualdad y respeto. El Profeta Muhammad entendió sabiamente que su nueva nación tendría mejores posibilidades de sobrevivir y prosperar si sus seguidores eran letrados y bien educados.

Después de la batalla de Badr, la primera batalla contra los opresores mecanos, el ejército musulmán tomó setenta prisioneros. El Profeta Muhammad sabía que la mayoría de los prisioneros eran letrados y ofreció liberar a aquellos que les enseñaran a diez musulmanes a leer y escribir.

Los nuevos musulmanes comenzaron a entender la importancia de implementar la guía del Corán en sus vidas. Entonces como ahora, el alfabetismo permitió a los creyentes observar el mundo a su alrededor y contemplar las maravillas de la creación, y la magnificencia del Creador. Los creyentes leen el Corán para acercarse a Dios. Ellos buscan conocimiento con el fin de reforzar su fe. Implementan ese conocimiento para adorar a Dios, con sumisión y certeza verdaderas.

“Aquellos que fueron agraciados con el conocimiento y la sabiduría, saben que el Corán es la Verdad que proviene de su Señor; creen en él y así se sosiegan sus corazones. Dios guía por el camino recto a los que creen”. (Corán 22:54)

En sus tradiciones, que fueron meticulosamente recogidas por los eruditos musulmanes, el Profeta Muhammad, que Dios le dé paz, animó a sus seguidores a buscar el conocimiento[1]. Él dijo que si alguien seguía un camino en busca del conocimiento, Dios le facilitaría su camino hacia el Paraíso[2]. También dijo que el conocimiento es una de las tres buenas obras que continúan incluso después de la muerte[3].

Los seres humanos tienen mente e intelecto. También tenemos el poder de razonar y el libre albedrío para aceptar o rechazar el conocimiento. Dios creó a los seres humanos con las herramientas para adquirir el conocimiento. Él le enseñó al padre de la humanidad, Adán, los nombres de todo. A Adán se le enseñó habilidades de lenguaje, y cómo aplicar el conocimiento, hacer planes, tomar decisiones y alcanzar objetivos. Nosotros, los hijos de Adán, hemos heredado estas habilidades con el objeto de que podamos existir en el mundo y adorar a Dios de la mejor manera.

Y [Dios] enseñó a Adán los nombres de todas las cosas”. (Corán 2:31)

“Él los dotó de oído, vista e intelecto, para que sean agradecidos”. (Corán 16:78)

La búsqueda de conocimiento es importante en el Islam. El Profeta Muhammad animó a sus seguidores a asistir a sus sesiones de conocimiento, y envió profesores de Corán a las tribus periféricas y a ciudades lejanas. Se sentó con sus seguidores y les enseñó los principios del Islam, y escuchó atentamente, a menudo con lágrimas bañando su rostro, sus recitaciones del Corán. El Profeta Muhammad dijo que el mejor de sus seguidores era aquel que aprendía el Corán y luego lo enseñaba a los demás[4]

Los primeros musulmanes establecieron escuelas para la enseñanza y el aprendizaje del Corán y de las ciencias islámicas. El Islam era practicado en secreto por temor a la persecución, sin embargo, se estableció una casa segura donde se diseminaba el conocimiento islámico, en casa de un hombre de nombre Al Arqam. Incluso ahora en el siglo XXI, por todo el mundo islámico, los estudiantes asisten a escuelas llamadas Darul Arqam (La casa de Arqam) en memoria y reconocimiento de la primera escuela islámica.

El Islam mantiene en alta estima el conocimiento, la educación, el alfabetismo y las búsquedas intelectuales. Durante toda la historia islámica, hay casos innumerables del establecimiento de escuelas, universidades y bibliotecas. Los musulmanes desarrollaron teorías de educación, escribieron planes de estudios, ejercieron la literatura y el arte, y llevaron el concepto de la búsqueda del conocimiento a nuevos y elevados niveles. En la tercera parte, veremos las teorías de la educación y el establecimiento de escuelas y centros de aprendizaje.

 


Footnotes:

[1] En este artículo, conocimiento se refiere al conocimiento benéfico. El conocimiento que le permite a uno conocer y entender a Dios y a las maravillas de la creación.

[2] Sahih Al Bujari.

[3] Sahih Muslim.

[4] Sahih Muslim.

(parte 3 de 3):Educación para todos

“¡Lee! [¡oh, Muhammad!] En el nombre de tu Señor, Quien creó todas las cosas. Creó al hombre de una célula embrionaria. ¡Lee! Que tu Señor es el más Generoso. Enseñó la escritura con la pluma y le enseñó al hombre lo que este no sabía”. (Corán 96:1-5)

La primera palabra del Corán revelada al Profeta Muhammad, que Dios le dé paz, fue “lee”. Lee, en el nombre de tu Señor. Dios les pide a los creyentes que lean, busquen el conocimiento, contemplen el universo y sus maravillas, y den gracias. En consecuencia, desde el primer día, el Islam ha animado el alfabetismo y la educación. Por todo el Corán, Dios enfatiza repetidamente la importancia de la educación.

“Dios elevará en grados a los creyentes y a quienes agracie con el conocimiento”. (Corán 58:11)

“No te adelantes [¡oh, Muhammad!] a repetir lo que te es revelado del Corán hasta que [el ángel Gabriel] concluya [de recitarlo], y di: ¡Oh, Señor mío! Acrecienta mi conocimiento”. (Corán 20:114)

Desde sus inicios, el Islam ha animado el aprendizaje. Fomenta la investigación científica, abre los círculos de aprendizaje, el uso de los recursos de la comunidad, la revisión por pares, los enfoques de solución de problemas, la narración de historias y la educación gratuita. La importancia de la formación se destaca por el hecho de que el Profeta Muhammad estableció la educación como parte integral del Islam.

El Profeta Muhammad estableció las primeras sesiones de conocimiento en Darul Arqam[1]. Él se sentaba en la mezquita después de las oraciones, sus compañeros se reunían a su alrededor, les enseñaba sobre los fundamentos del Islam, la importancia de la moral y la gran importancia de la Unidad y Unicidad de Dios. El Profeta Muhammad enseñó a los estudiantes versículos del Corán en sus sesiones de conocimiento, y envió profesores de Corán a las comunidades fuera de La Meca y Medina.

Memorizar y entender el Corán fue, y sigue siendo, el tema más importante en la educación islámica, seguido por aprender y memorizar las tradiciones del Profeta Muhammad. Estas tradiciones son transmitidas a través de una cadena de narración que garantiza su autenticidad, de la misma forma en que las listas de referencia y las bibliografías son utilizadas hoy día para garantizar la honestidad en los círculos académicos.

Los maestros siguieron de cerca las tradiciones del Profeta Muhammad, que Dios le dé paz. Ellos se sentaban en el suelo con sus pupilos sentados en un semicírculo frente a ellos. Al lado del maestro estaba su alumno más confiable y avanzado, transcribiendo todo lo que decían. La educación en el Islam creció rápidamente de pequeños grupos de aprendizaje a escuelas adjuntas a las mezquitas. En poco tiempo, escuelas más grandes y universidades comenzaron a surgir por todo el Califato Islámico.

A medida que el Califato se extendía, el método de enseñanza del Profeta se difundía. Reunir y transmitir el Corán y el conocimiento islámico fue considerado una ocupación digna de elogio. Los Kuttab (sabios) y Mualimun (profesores) se encontraban en todas las ciudades y pueblos islámicos. Ibn Hawqal, en su visita a Sicilia, declaró haber contado alrededor de 300 profesores de primaria. Jubair B. Haiya, que más tarde fue oficial y gobernador a comienzos del Califato Islámico, fue profesor en una escuela en Taif. Personalidades islámicas como Al Hayad y los poetas Al Kumait y Al Tirimah, se dice que habían sido maestros de escuela[2].

Los eruditos más reconocidos y respetados, consideraban un honor el enseñar. Se dice que Ibn Muzahim (muerto en 723 d.C.), exégeta, tradicionalista y gramático, tuvo una escuela en Kufa a la que asistían más de 3.000 niños. A fin de supervisar a todos sus pupilos, cabalgaba arriba y abajo de las filas de los niños en una mula.

Otros temas comenzaron a ser agregados a la educación islámica. Hubo clases de modales islámicos, ley y jurisprudencia islámicas, matemáticas, gramática, medicina, agricultura, ética, civismo, economía e historia. Los profesores, sus asistentes y sus estudiantes, todos tomaban la educación muy en serio. El método de un profesor está descrito en el siguiente párrafo:

“Repasó varias veces el pasaje del libro de leyes, lo revisó con los estudiantes después que lo habían aprendido de memoria, llamó la atención sobre las decisiones divergentes de los Imames Málik y Abu Hanifa en particular, y a veces de otros y de las reservas del texto. Luego citó los textos probatorios, y luego expuso casos análogos en un lenguaje muy claro, repitiéndolos con diferentes palabras hasta que quedaron fijos en las mentes de los estudiantes”[3].

Las mezquitas y escuelas por lo general eran fundaciones de caridad. El alfabetismo y la educación eran patrocinados tan vigorosamente que a ningún pupilo se le daba la espalda. La falta de dinero no significaba falta de educación. Existen notables similitudes entre los procedimientos establecidos en las primeras instituciones islámicas y los centros educativos de la actualidad. Había premios en concursos de habilidad, poesía y oratoria, se llevaban a cabo exámenes y se entregaban títulos.

Un famoso educador fue Ibn Sina (conocido en Occidente como Avicena), que era un pensador, doctor y profesor. En el siglo X d.C., escribió libros de texto médicos que fueron utilizados como referencias médicas primarias por más de 800 años. Ibn Sina desarrolló planes de estudios y teorías de educación capaces de soportar las pruebas del tiempo.

Él enfatizó la necesidad de los niños de aprender el Corán, poesía, devoción y ética. Pero a la vez, no ignoró las necesidades del niño de jugar, moverse y divertirse[4]. Pensaba que el objetivo general de la educación era el crecimiento físico, espiritual y moral de cada individuo. Pensaba que la educación es la forma de preparar a los niños para que hagan contribuciones duraderas a su sociedad.

Aunque analfabeta, el Profeta Muhammad, que Dios le dé paz, entendió la importancia del alfabetismo y de la educación. Él inspiró a sus seguidores a buscar el conocimiento y a pasar ese conocimiento a los demás. Enseñó la importancia de memorizar el Corán y de actuar según el conocimiento que éste transmite. Animó a sus seguidores a mirar las señales de la magnificencia de Dios en el mundo a su alrededor. Para amar a Dios uno tiene que conocerlo, y conocerlo viene de entender el esplendor del mundo que Él creó. El conocimiento es la llave para amar a nuestro Creador y adorarlo de la mejor forma.

 


Footnotes:

[1] Véase la segunda parte de El alfabetismo en el Islam.

[2] http://www.muslimheritage.com/topics/

[3] A. S. Tritton: Muslim Education in the Middle Ages (La educación musulmana en el medioevo). Londres: Luzac y Co. Ltd., 1957, p. 90.

[4] (http://www.muslimheritage.com/topics/default.cfm?TaxonomyTypeID=101&TaxonomySubTypeID=129&TaxonomyThirdLevelID=-1&ArticleID=1063)