Acerca del artículo

Autor :

Ibn Adam

Fecha :

Tue, Aug 16 2016

Categoría :

Para los nuevos musulmanes

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La Creación de una conciencia ambiental

La Creación de una Conciencia Ambiental
] Español – Spanish –[ إسباني  


Ben Adam

Traducción: Lic. M. Isa García

 

 

2015 - 1436
 
 
إنشاء الضمير البيئي

« باللغة الإسبانية »


ابن آدم
تر جمة: محمد عيسى غار سيا

 

2015 - 1436
 
 
La Creación de una Conciencia Ambiental
Antes de poder apreciar realmente la relación entre el hombre y su entorno, uno debe primero apreciar la relación entre el hombre y Dios. La esencia de la creación y la religión primordial del hombre.
“Diles: Dios es Quien autoriza toda intercesión. A Él pertenece el reino de los cielos y la Tierra; y por cierto que ante Él compareceréis.” (Corán 39:44)
El Islam enseña que todo en el universo, todos los sis-temas ecológicos y las formas de vida a las que sirven de soporte, son creadas por y dependen de su Señor, Dios el Uno, el Único Dios Verdadero: Dios.
Por tanto, los seres humanos en realidad tienen más en común con el pez en el mar, los pájaros en el cielo y las bes-tias que se arrastran sobre la tierra de lo que tienen en co-mún con Dios mismo.
“No hay criatura que camine en la tierra o vuele con sus dos alas que no forme una comunidad igual que vosotros. No hemos omitido nada en el Libro. Éstas [criaturas] también serán congregadas ante su Señor [el Día del Juicio].” (Corán 6:38)
Si bien el hombre puede estar en la cima de la cadena alimenticia, él es parte de una cadena alimenticia de todas formas, mientras que su Creador no está limitado por la ne-cesidad de comida, ni de buscar refugio, ni de reproducirse. Aquellos que son incapaces de ver esta realidad y en lugar de ello toman a otros seres humanos como objetos de ado-ración, harían bien en considerar el siguiente versículo:
“El Mesías hijo de María es sólo un Mensajero, igual que los otros Mensajeros que le precedieron, y su madre fue una fiel y veraz creyente. Ambos comían alimentos [como el resto de la humanidad]. Observa cómo les explicamos las evidencias y observa cómo [a pesar de esto] se desvían.” (Corán 5:75)
En este versículo está implícito el punto de que si uno necesita comida, él o ella también necesita defecar y orinar a efectos de deshacerse de los productos de desecho de la comida. Lejos está Dios de tales necesidades fisiológicas.
“Y todos los Mensajeros que te precedieron [¡Oh, Muhammad!] También se alimentaban y andaban por el mercado [procurando su sustento].” (Corán 25:20)
En otras palabras, a pesar que los Profetas, sus segui-dores y los miembros creyentes de sus familias en verdad fueron los mejores y más rectos que jamás hayan caminado por la tierra de entre las criaturas de Dios, ellos seguían siendo, sin embargo, Sus criaturas, enviadas por Él y total-mente dependientes de Él para la vida, el sustento y la sal-vación. Por lo tanto, antes que uno pueda apreciar realmen-te la relación entre el hombre y su medio ambiente, uno debe primero apreciar la relación entre el hombre y Dios.
Ubudiyya – La Servidumbre al Único Dios
Los musulmanes creen que toda la creación está creada en un estado natural de sumisión a su Creador. Es decir, en la medida en que todas las cosas se someten inherentemente al Único Dios, el estado natural de todas las cosas es el Islam —en una forma de hablar. El guepardo cazando a la gacela y la gacela huyendo del guepardo se comportan no sólo como Dios decretó sino más aún, tal y como Él ordenó.
“A Él pertenece cuanto hay en los cie-los y en la Tierra; todo Le obedece.” (Corán 30:26)
Es sólo porque la creación sigue precisamente el ca-mino que Dios ha establecido para ella que tenemos balance y armonía por todo el universo, lo que es más conocido comúnmente como “ley de la naturaleza” o el “orden natu-ral de las cosas.” Esta obediencia del mundo que nos rodea a lo Divino a través de su actuar de acuerdo a su naturaleza imbuida es, en sí misma, un estado de servidumbre perpetua y de adoración. Numerosos pasajes del Corán señalan esta realidad.
“¿Acaso no ves [¡Oh, Muhammad!] que todo cuanto existe en los cielos y la Tierra glorifica a Dios? Hasta las aves con sus alas desplegadas lo ha-cen. Todos saben cómo adorarle y glorificarle; y Dios bien sabe lo que hacen.” (Corán 24:41)
“Le glorifican los siete cielos, la Tie-rra y todo cuanto hay en ellos. No existe nada que no Le glorifique con alabanzas, pero no podéis percibir sus glorificaciones. Él es Tolerante, Absolvedor.” (Corán 17:44)
“Todos los que habitan en los cielos y en la Tierra se presentarán sumisos ante el Clemente.” (Corán 19:93)
Fitra – La Naturaleza Primordial del ser humano
Los humanos también están creados con una disposi-ción Islámica natural, conocida como fitra. Si sólo siguieran su fitra o “naturaleza”, todos los seres humanos serían cre-yentes del Tawhid (monoteísmo Islámico), instintivamente reconocerían a su Creador y se inclinarían a adorarlo a Él y a realizar buenas obras en general. Dios dice en el Corán:
“Conságrate [¡Oh, Muhammad!] al monoteísmo, que ello es la inclina-ción natural con la que Dios creó a los hombres. La religión de Dios es inalterable y ésta es la forma de adoración verdadera, pero la mayoría de los hombres lo ignoran.” (Corán 30:30)
Por lo tanto, se puede argumentar con razón que el Is-lam y, por extensión, todo lo que se considera bueno, inclu-yendo la conciencia social, no es algo que necesariamente deba adoctrinarse, sino que simplemente debe ser desper-tado de las profundidades de la conciencia del hombre. Sólo entonces la humanidad estará en sintonía con el resto del universo. Después de todo, cada alma humano que ha vivido y que siempre vivirá ha jurado al menos una vez haber reconocido a su Creador.
“Y tu Señor creó a partir de Adán su descendencia e hizo que todos ellos atestiguaran [diciéndoles]: ¿Acaso no soy Yo vuestro Señor? Respondieron: Sí, lo atestiguamos. Esto es para que el Día de la Resurrección no digáis: No sabíamos [que Dios era nuestro Señor].” (Corán 7:172)
 
Auxiliar de Dios en la Tierra
El hombre, que lleva el peso de la responsabilidad moral, es responsable de utilizar los recursos de la tierra con la debi-da consideración —recursos que Dios ha sometido a todas sus necesidades.
“Y cuando tu Señor le dijo a los Ánge-les: He de establecer una generación tras otra [de hombres] en la Tierra, dijeron: ¿Pondrás en ella quien la corrompa [desbastándola] y derrame sangre siendo que nosotros te alabamos y santificamos? Dijo: En verdad Yo sé lo que vosotros ignoráis.’” (Corán 2:30)
La humanidad, a través de su padre Adán, fue enviada a la tierra como su califa —un término que simultáneamente significa: sucesor, administrador, síndico, representante y guardián. Es decir, el hombre fue hecho responsable de uti-lizar los recursos de la tierra con la consideración debida, recursos que Dios ha sometido a todas sus necesidades.
“Dios es Quien creó los cielos y la Tierra e hizo descender la lluvia del cielo con la que hace brotar los frutos para vuestro sustento. Él os sometió las naves para que con ellas surquéis el mar por Su designio, y os sometió los ríos [para que os beneficiéis de ellos].” (Corán 14:32-33)
“¿Acaso no veis que Dios os sometió todo cuanto hay en los cielos y en la Tierra, y os colmó de Sus gracias, las cuales podéis apreciar algunas y otras no? Pero, a pesar de esto, entre los hombres hay quienes discuten acerca de Dios sin tener ningún tipo de conocimiento, guía o libro revela-do.” (Corán 31:20)
Por lo tanto, la tierra ha sido creada con una causa y afecto definidos: facilitar a los humanos el cumplimiento de los fines con los cuales fueron creados ellos mismos, que son adorar y servir a su Creador.
“Por cierto que he creado a los genios y a los hombres para que Me adoren.” (Corán 51:56)
Aunque la creación de los cielos y de la tierra es en verdad mayor que la creación de la humanidad ante los ojos de Dios [véase Corán 40:57], los humanos tienen una responsabilidad que no tienen los cielos ni la tierra. De he-cho, Dios le ofreció a los cielos y a la tierra confiarles la res-ponsabilidad moral. Sin embargo, ellos comprendieron el peso de lo que se les pedía y respetuosamente declinaron. Adán, sin embargo, aceptó la responsabilidad moral por parte de la humanidad. ¡Ay! A diferencia de su padre, mu-chos de los descendientes de Adán fueron y son incrédulos, incompetentes y poco dispuestos a mantenerse fieles a sus obligaciones.
“Ciertamente propusimos concederle el Mensaje a los cielos, la Tierra y las montañas, y rehusaron cargar con él, y sintieron temor de ello. Pero el hombre cargó con él; en verdad el hombre es injusto consigo mismo e ignorante.” (Corán 33:72)
Cuando el hombre cumple fielmente con lo que se le ha confiado, obedeciendo y adorando a Dios de acuerdo a su naturaleza primigenia, obtiene el placer y la recompensa de Dios, cuando no, está en necesidad de Su Perdón. Por cierto, la única razón por la que una persona sucumbe a los deseos falsos y opresivos, es porque esa persona se está dejando alejar engañosamente de su naturaleza, apartándose del camino recto y transitando el camino errado tomado por el enemigo de Dios y del hombre: Satanás.
“Y agregó [Satanás]: ¿Por qué lo has honrado más que a mí [que me has creado de fuego]? Si me dejas vivir hasta el Día de la Resurrección des-viaré a la mayoría de sus descendientes.” (Corán 17:62)
“Dios maldijo a Satanás y éste replicó: Seduciré a una gran mayoría de Tus siervos. Y les desviaré, les daré falsas esperanzas, les ordenaré que hiendan las orejas del ganado [marcándolas como ofrenda para falsas deidades] y que alteren la creación de Dios. Quien tome a Satanás como amigo en lugar de Dios estará evidentemente perdido. Les hace promesas y les da falsas esperanzas, pero Satanás no les pro-mete sino algo ilusorio.” (Corán 4:118-120)
Así, después de enterarse de una realidad más impor-tante respecto al ambiente natural y a nuestro lugar en él, y es que aparte de la humanidad (y los jinn), toda la creación animada e inanimada, es inherentemente obediente a Dios y está en armonía consigo misma, también aprendemos cómo el hombre puede recuperar su estado natural inocente: sirviendo y obedeciendo a Dios. Y entre la gran cantidad de actos de obediencia dignos de elogio, está nuestro com-portamiento responsable con el mundo que nos rodea. Un mundo que, para el propósito de este discurso, puede ser dividido en dos reinos o recursos principales: los sujetos del reino animal y sus hábitats naturales.
 “Dios es Quien os sometió el mar pa-ra que las embarcaciones navegasen sobre él por Su designio, y así pudie-seis procurar el sustento. Sed agradecidos con Dios, pues. Y os sometió cuanto hay en los cielos y la Tierra por Su gracia. Ciertamente en esto hay signos para quienes reflexionan.” (Corán 45:12-13)

 
Derecho animal
El tratamiento ético de los animales en el Islam, a partir del Corán y las narraciones auténticas del Profeta Muhammad.
“Dios creó [al hombre y a] todos los animales a partir de un líquido. Algunos de ellos se arrastran sobre sus vientres, otros caminan sobre dos patas, y otros sobre cuatro. Dios crea lo que quiere; ciertamente Él tiene poder sobre todas las cosas.” (Corán 24:45)
A través de los textos revelados del Islam, encontramos que Dios no tiene a los animales jugando papeles insignifi-cantes en el destino de las naciones. Después de todo, en el versículo anterior somos informados de nuestro origen común: el agua.
En la historia del pueblo de Zamud, por ejemplo, se nos brinda una indicación de la obligación Islámica del trato ético hacia los animales, o más precisamente, las conse-cuencias graves de maltratarlos. Pues fue sólo después que Zamud sacrificara la camella enviada milagrosamente a ellos por Dios como una Señal, luego que ya habían oprimi-do a la bestia negándole agua para beber, que Dios destruyó la nación en una sola explosión poderosa.
“El pueblo de Zamud desmintió [a su Mensajero] por soberbia. Y el más inicuo de entre ellos se propuso ma-tar a la camella. El Enviado de Dios [Salih] les previno: No matéis la ca-mella [enviada como un milagro] de Dios y dejadla beber. Pero le desmintieron y la mataron. Entonces, su Señor les destruyó a todos por lo que cometieron.” (Corán 91:11-4)
En aras de apreciar mejor qué tan seriamente defiende el Islam lo que en tiempos modernos es comúnmente cono-cido como “derechos de los animales”, y qué tan seriamente el Islam criminaliza cualquier daño hecho a los animales, uno no necesita aventurarse más allá de las narraciones au-ténticas (en árabe ahadiz) del Profeta Muhammad. Ningún comentario detallado será necesario pues las palabras del Profeta, a menudo muy cargadas de emoción y empatía por los pájaros y bestias que sufren, hablan con vehemencia por sí mismas en tanto ellas mismas ilustran vivamente la atención “humanística” sin precedentes del Islam por las criaturas que acompañan al hombre. Entre los muchos di-chos del Profeta Muhammad están:
“«Mientras un hombre caminaba por un camino, se sintió embargado por una sed aguda. Entonces halló un pozo, descendió en él, bebió (hasta hartarse) y salió. Entonces vio a un perro jadeando fuerte y comiendo barro. Entonces dijo: ‘En verdad, este perro está embargado con la misma sed que yo tenía.’ Entonces el descendió (de nuevo) al pozo y llenó sus medias de cuero con agua. Sosteniendo en su boca los calcetines, salió del pozo y aplacó la sed del perro. Por ello, Dios agradeció al hombre y le perdonó sus pecados.» Los Compañeros le preguntaron: «¡Oh, Mensajero de Dios! ¿Seremos premiados por (tener buen corazón hacia) los animales?» El Profeta contestó: «Habrá recompensa por (mostrar bondad hacia) toda cosa viviente.»” (Sahih Al-Bujari, Sahih Muslim, Abu Dawud)
“Una mujer fue castigada a causa de un gato. Ella lo en-carceló hasta que murió, así que entró en el Infierno. Ella no lo alimentó ni sació su sed mientras lo mantuvo cautivo, ni le permitió que saliera a comer los insectos de la tierra.” (Sahih Al-Bujari, Sahih Muslim, Ibn Mayah)
“Quienquiera que mate incluso a un gorrión sin una buena razón, Dios le pedirá cuentas de ello el Día de la Resurrección.” (Ahmad)
“No utilicen criaturas vivientes como blanco de prácti-cas de tiro.” (Sahih Muslim)
“Un Profeta de Dios anterior fue picado por una hormiga y entonces, furioso, ordenó que el hormiguero entero fuera quemado. En esto, Dios reprendió a este Profeta con las palabras: ‘Por una hormiga que te ha picado, has quemado a una comunidad entera que Me glorificaba.’” (Sahih Al-Bujari, Sahih Muslim)
“Aquel para quien su caballo es una fuente de recom-pensas es aquel que lo mantiene en el camino de Dios, y lo ata con una cuerda larga en un pastizal o jardín. Tal persona obtendrá una recompensa igual a lo que la cuerda larga le permita al caballo comer en el pastizal o jardín. Y si el caballo rompe la cuerda y cruza una o dos colinas, entonces todas las marcas de sus pezuñas y su estiércol serán contados como obras buenas para su dueño. Y si pasa por un río y bebe de él, entonces eso también será considerado una obra buena por parte de su dueño.” (Sahih Al-Bujari)
“No recorten el tupé de un caballo, pues su decencia está atada a su tupé; ni su crin, pues lo protege; ni su cola, pues es su espantamoscas.” (Abu Dawud)
“Cuando un hombre cabalgaba a un buey, éste se volvió hacia él y le dijo: ‘No he sido creado con este propósito, he sido creado para el arado.’” (Sahih Al-Bujari)
Abdullah bin Abbas narró:
“El Mensajero de Dios prohibió incitar a los animales a que peleen unos con otros.” (Sahih Al-Bujari, Sahih Muslim, at-Tirmidhi)
Abdur-Rahman bin Abdullah bin Mas‘ud narró:
“Estábamos en un viaje con el Mensajero de Dios y él nos dejó por un rato. Durante su ausencia, vimos un pájaro llamado Hummara con sus dos polluelos y tomamos a los jóvenes. La madre estaba dando círculos sobre nosotros, batiendo sus alas con gran pena, cuando el Profeta volvió y dijo: ‘¿Quién ha herido los sentimientos de esta ave tomando a sus crías? ¡Regrésenselas!’” (Sahih Muslim)
Yabir bin Abdullah narró que el Profeta, al ver pasar a un burro que había sido marcado en la cara, se molestó tan-to que exclamó:
“Dios mío, castiga al que lo marcó.” (Sahih Muslim)
La esposa del profeta, A’isha, narró: “Estaba cabalgando un camello difícil y para hacerlo girar lo hice con rudeza. El Profeta me dijo:
‘Te corresponde tratar a los animales con gentileza.’” (Sahih Muslim)
Yahya bin Said narró:
“El Profeta fue visto limpiando el rostro de su caballo con su ropa. Cuando se le preguntó por qué hacía eso, respondió: ‘Anoche fui reprendido por Dios por haber descuidado mi caballo.’” (Muwatta)
Abdullah bin Ya’far mencionó que el Profeta pasó junto a algunos niños que estaban disparándole flechas a un car-nero, y los reprendió diciéndoles:
“No mutilen al pobre animal.” (an-Nasai)
Incluso una lectura superficial de las citadas palabras del Profeta pondrá de manifiesto cómo dañar, abusar o mu-tilar a los animales acarrea una censura severa en este mundo y un castigo duro en el más allá, mientras que pro-teger a los animales y mostrar misericordia y amabilidad con ellos es recompensado por Dios, y es un camino de perdón y de expiación de pecados. Está claro también que el Islam reconoce el dolor y el sufrimiento que sienten y experimentan los animales —tanto el físico como el psico-lógico—, y cómo ellos reconocen instintivamente cuando se comete una injusticia con ellos. De forma muy notable, el Is-lam también reconoce que los animales poseen una cons-ciencia, dignidad natural, e incluso identidades individuales únicas (un pájaro llamado “Hummara”, una mula llamada “Uqayr”, etc.)
“Creó la Tierra para sus criaturas. En ella hay árboles frutales, palmeras con racimos de dátiles, granos con su forraje y plantas aromáticas. ¿Cuál de las gracias de vuestro Señor nega-réis?” (Corán 55:10-13)
 
La Tierra Verde de Dios
El musulmán creyente es un defensor de la ecología y la conciencia ambiental.
“Él posee las llaves de lo oculto y na-die más que Él las conoce. Sabe lo que hay en la tierra y en el mar. No hay hoja que caiga que Él no lo sepa, ni grano en el seno de la tierra, o algo que esté verde o seco sin que se encuentre registrado en un libro evi-dente.” (Corán 6:59)
El Profeta Muhammad, que la misericordia y las bendi-ciones de Dios sean con él, dijo una vez:
“El mundo es verde y hermoso, y Dios te ha nombrado como su guardián.”(Sahih Muslim)
Mantener la tierra verde, productiva y beneficiosa para el hombre y los animales es una de las más nobles preocu-paciones de acuerdo al Islam. Aprendemos del Profeta que:
“No hay nadie entre los creyentes que plante un árbol, o siembre una semilla, y luego un pájaro, o una perso-na, o un animal coma de ello, sin que lo considere como que ha dado un regalo en caridad (por el cual puede esperar el Placer y la Recompensa de Dios).” (Sahih Al-Bujari)
Plantar vegetación es un esfuerzo tan virtuoso a los Ojos de Dios que se anima a que sea realizado aunque sea el último acto de una persona en la Tierra. El Profeta dijo:
“Incluso cuando el Día del Juicio llegue (a ustedes), si alguno tiene un brote de palma en la mano, debe plan-tarlo.” (Ahmad)
En cuanto a la pregunta de quién tiene derechos sobre el forraje y otros recursos que son vitales para la supervi-vencia y el bienestar de la humanidad, el Profeta declaró explícitamente:
“Las personas son socias en tres cosas: el agua, el forraje y el (combustible para el) fuego.” (ibn Maayah)
Es un hecho en el Islam que si los recursos vitales de la tierra no se comparten equitativamente, las sociedades se polarizarán entre los que tienen y los que no tienen. Por lo tanto, a aquellos Musulmanes que se encuentran en control de provisiones más allá de sus medios se les anima a que sean caritativos y compasivos con los menos afortunados por un lado, y por otro, que eviten el acaparamiento y el de-rroche. En cualquier caso, la institución Islámica obligatoria del zakah (donación para los pobres), la prohibición de la riba (usura en todas sus formas), y el sistema económico ético del Islam en general, en conjunto garantizan que la brecha entre ricos y pobres no permanezca insuperable o, en todo caso, sea muy porosa.
“Él es Quien ha creado huertos, unos con plantas rastreras y otros con plantas que crecen hacia lo alto, [y ha creado también] las palmeras, las plantas de diferentes frutos, los oli-vos, y los granados; [todos de aspec-to] parecido pero [de frutos con sabores] diferentes. Comed de sus frutos cuando maduren, pero pagad lo que corresponda por ellos [de Zakat] el día de la cosecha; y no derrochéis, porque Dios no ama a los derrochadores.” (Corán 6:141)
La causa del desarrollo sostenible —la habilidad de las generaciones actuales de desarrollarse sin comprometer las necesidades de las generaciones futuras— es en sí misma la completa armonía con las enseñanzas del Islam. Hoy día, menos del 25% de la población mundial consume más del 75% de los recursos del planeta. Es esta apropiación indebida, este desperdicio, abuso y uso excesivo de los re-cursos mundiales, lo que conforma el consumo insostenible de los mismos. En cuanto a los culpables de tal abuso, ellos recibirán su merecido de forma severa en el más allá, como fue mencionado por el Profeta cuando dijo:
“(Hay)... tres tipos de personas con las que Dios, el Día de la Resurrección, nunca intercambiará palabras, ni los mirará… es aquel que posee un exceso de agua pero no lo comparte con los demás. Dios le dirá: ‘Hoy no compartiré mi gracia contigo así como dejaste de compartir con los otros el exceso de agua que no habías creado por ti mismo.’” (Sahih Al-Bujari)
“Y Él es Quien ha hecho que os suce-dáis unos a otros en la Tierra, y ha agraciado a unos más que a otros pa-ra probaros con ello. Ciertamente tu Señor es rápido en castigar, pero también es Absolvedor, Misericordioso.” (Corán 6:165)
En realidad, la pérdida acelerada de biodiversidad, la destrucción de hábitats naturales, la contaminación y el daño a los ecosistemas, y la degradación ambiental en ge-neral, daño y destrucción, por no hablar de la opresión a gran escala sufrida por muchos de los habitantes del mundo, son todas formas de los signos manifiestos de la corrupción y la villanía en la tierra.
“Por cierto que en las generaciones que os precedieron hubo sólo unos pocos piadosos, a quienes salvamos, que se opusieron a la corrupción en la Tierra. En cambio los inicuos [que eran la mayoría] permanecieron ce-gados por los placeres de la vida mundanal, y fueron pecadores.” (Co-rán 11:116)
Si la humanidad fracasa en su deber y responsabilidad hacia el Uno (Dios) más grande que él, ¿cómo puede espe-rarse que sea obediente y responsable con lo que considera menor que él? Si hay ingratitud hacia el Creador, ¿cómo puede el hombre mostrar gratitud hacia su prójimo —y mucho menos hacia las bestias de la tierra? Si el ser humano se preocupa poco por el balance de sus buenas obras ante Su Señor, ¿por qué habría de esperarse que se preocupe por el balance del mundo a su alrededor?
 “Y creía [el malvado] que jamás comparecería [ante Dios]. Pero al contrario, tu Señor estaba bien informado de lo que hacía.” (Corán 84:14-15)
Por lo tanto, ¡que toda la humanidad tenga cuidado! En verdad que cosechamos lo que sembramos. Todo lo que ha-cemos en esta vida se nos devolverá después de nuestra muerte. Nosotros, los seres humanos que hemos tenido toda la tierra y sus criaturas a nuestro servicio por una causa justa. Este simple hecho debería hacernos responsables de nuestra preparación para ese día fatídico, el Día del Juicio.
 “Cuando la Tierra se sacuda por el gran terremoto, y expulse su carga [haciendo surgir a los muertos de sus tumbas], y el hombre diga: ¿Qué le sucede? Ese día, la Tierra dará testimonio [atestiguando el bien y el mal que se hubiere cometido sobre ella].” (Corán 99:1-4)