El Islam es la religión de la paz

Nuestra afirmación que el Islam es una religión de paz no significa que los musulmanes no van a la guerra cuando es necesario defender sus vidas, sus propiedades, su honor o su fe, ni significa que el Islam acepta una falsa paz o una paz forzada por los sistemas opresivos que cometen injusticias y persecuciones donde algunos grupos privilegiados aterrorizan, oprimen y explotan a otros. Sino que significa que el Islam es un sistema de vida que busca la justicia en todos sus niveles, lo que garantiza una paz justa y duradera para toda la sociedad.

 

El Islam es la religión de la paz

 

 

Autor:

Abd Ar-Rahman bin Abd Al-Karim Ash-Sheha

 

Prólogo a la edición en inglés:

Abu Salman Deya-ud-Deen Eberle

 

Traducido por:

Prof. Lorena Lara

 

revisado por:

Lic. Zulma Ovejero

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Índice

 

Prólogo a la edición en inglés………………………………..….  3

Introducción……………………………………………............... 18

El significado del Islam ……………………………………….... 25

La creencia errónea que el Islam fue difundido a la fuerza… 29

El prejuicio  existente  sobre  el  objetivo  de  las  conquistas

   Islámicas que sostiene que sólo se realizaron para obtener   

   ganancias materiales……………………………………..….... 45

La teoría y práctica de la guerra justa en el Islam………….....53

Los principios islámicos enseñan a ser misericordiosos

    y condenan la agresión ………………………………….........71

Los principios generales del Islam sobre la paz……….............77

El   Islam  obliga   al  creyente  a  cumplir  con  los deberes

   y recomendaciones que promueven la paz ………………..100

Acciones que prohíbe el Islam para mantener la paz ………108 

Palabras finales  …………………………………………….......132


 

 

Prólogo a la edición en inglés

 

Comienzo en el Nombre de Dios(Allah), el Más Clemente, el Más Misericordioso

 

Todas las alabanzas son para Dios,Enaltecido sea, y que la paz y las bendiciones de Dios sean sobre Su Mensajero Muhammad, y sobre su familia y sus compañeros, y sobre todos aquellos que siguen su ejemplo hasta el Día de la Resurrección.

 

La palabra “Islam” significa sumisión y entrega a Dios, Uno y Único (según el significado de esta palabra en árabe), a quien se adora sinceramente sin asociarle copartícipes. Todos los Profetas, incluidos Noé, Abraham, Moisés, Jesús y Muhammad (P y B)[1] eran musulmanes. La palabra Islam no significa paz, como se ha dicho muchas veces, a pesar de tener la misma raíz  (SLM) que la palabra “salam”, que sí significa paz. Ciertamente,  sólo a través del Islam el hombre encontrará y establecerá la paz real y absoluta.

 

Nuestra afirmación que “el Islam es una religión de paz” no significa que los musulmanes no van a la guerra cuando es necesario defender sus vidas, sus propiedades, su honor o su fe, ni significa que el Islam acepta una falsa paz o una paz forzada por los sistemas opresivos que cometen injusticias y persecuciones donde algunos grupos privilegiados aterrorizan, oprimen y explotan a otros, donde la idolatría y la moral pervertida son moneda corriente, ya sea por placer o por beneficiar a ciertos grupos o clases sociales corruptos. Se puede lograr la paz en un conflicto si ambas partes aceptan y cumplen fielmente con los términos y condiciones de un tratado de paz justo. La paz absoluta puede existir únicamente si hay justicia y si se respetan los derechos humanos en todos los aspectos de la vida, donde el hombre pueda satisfacer sus necesidades esenciales y logre entender el propósito sublime de su vida para sentirse tranquilo. La verdadera paz está relacionada con la salvación y esto puede ocurrir sólo siguiendo las enseñanzas de los Profetas que Dios ha enviado para que adoremos correctamente a Nuestro Señor y Creador, a través de una ley perfecta y justa y la guía para alcanzar la verdadera felicidad que el hombre ansía encontrar tanto como sus necesidades físicas e intelectuales.

 

Lo opuesto a la paz es la guerra, los conflictos civiles y el terrorismo que azotan a la humanidad. De ninguna manera se puede acusar al Islam de librar guerras injustas ni de aprobar el terrorismo cuando el Islam prohíbe categóricamente todo tipo de guerra que sea por competencia imperial, nacional o tribal para conquistar territorio, para dominar o para obtener botines. También prohíbe estrictamente que se ataque a gente inocente, ancianos, mujeres, niños y no combatientes durante la guerra, como se explicará más adelante en este libro.

 

El término “terrorismo” es usualmente mal usado por los políticos, estudiosos y por los medios de comunicación para lograr sus propios intereses. Como se menciona en las ciencias políticas y en los estudios de relaciones internacionales, un hombre puede ser un terrorista para algunos, y un héroe peleando por la libertad para otros. Muchos temas no son simplemente blancos o negros, como intentan hacernos creer los que tienen intereses creados, sino que existen las zonas grises que abarcan las consideraciones históricas y motivos de reclamo legítimos que justifican ser investigados. Frases como “estás con nosotros o contra nosotros” o “estás con nosotros o con los terroristas” o “ellos odian la libertad” o “ellos tienen celos de nuestra forma de vida” son eslóganes dichos por mentes simplistas que las personas con sentido común e inteligencia no toman en serio. A pesar de que el terrorismo se asocia comúnmente a grupos extremistas, existen otros tipos de terrorismo históricamente asociado con guerras, ocupaciones militares y opresión colonial. En situaciones de asimetría y desigualdad de fuerzas armadas, normalmente los más débiles buscan defenderse desesperadamente con todos los medios posibles para atacar, hostigar o desmoralizar al enemigo porque no tienen los medios ni las armas suficientes para defenderse de igual a igual. Por ejemplo, los combatientes de una guerrilla utilizan tácticas que  indefectiblemente hacen que los oponentes a estos movimientos los llamen terroristas. Cuando la causa parece ser legítima, se considera que ellos están luchando por la libertad. Cuando la causa no es políticamente correcta, son terroristas. Muchos de los terroristas del pasado se han convertido en respetados hombres de Estado. Algunos ideólogos han extendido el significado de la palabra terrorismo a todo apoyo material o ideológico que se le da a una entidad o individuo designados como tal por líderes y comités de las capitales de los países más importantes.

 

Por ejemplo, ¿podría decirse que la famosa “Escuela de las Américas”, fundada en el Fuerte Benning, Georgia en 1946, calificaba como una organización terrorista? Esta escuela ha entrenado a más de 60.000 soldados y policías latinoamericanos, y entre sus graduados están muchos de los más notorios torturadores, asesinos múltiples, dictadores y terroristas de Estado del continente americano implicados en innumerables casos de asesinatos, torturas, secuestros y genocidio en Guatemala, El Salvador, Panamá, Perú, Ecuador, Méjico, Chile y Argentina según lo documentan varias organizaciones de derechos humanos. ¿Se consideran a estas personas como terroristas y a sus actividades como lo define el FBI “actos violentos que pretenden intimidar o coaccionar a la población civil, influenciar sobre la política o afectar la conducta de un gobierno”? ¿Los gobiernos involucrados reconocen siquiera que este tipo de “escuelas” existen?

 

Entonces, ¿qué es terrorismo? ¿El terrorismo incluye a quienes aterrorizan a la gente con injusticias atroces, confiscando sus propiedades y bienes, vedando sus libertades y destruyendo su cultura, todo en nombre de las leyes que han impuesto a través de sus propios sistemas legislativos? ¿El terrorismo incluye a aquel que explota los bienes, la tierra, los recursos y la labor de otros para su propio beneficio y para alcanzar los objetivos nacionales o corporativos legalizados por prerrogativas ejecutivas o legislativas, órdenes, decretos y leyes?

 

En su libro No-Nonsense Guide to Terrorism[2] ( Una Guía sin tonterías sobre el terrorismo), Jonathan Barker dice: “La gente cree que quienes planean la violencia política que cometen los grupos no gubernamentales o agencias de gobierno o sus representantes reclaman su causa como justa. Los regímenes que emplean el macabro arte de la muerte y el sabotaje, usualmente por medio de organizaciones que los representan, nunca reconocerán que están usando al terrorismo (…) Afortunadamente existe una definición simple y franca que se corresponde con la idea del terrorismo que tiene la mayoría de la gente. Consta de tres elementos: el uso o amenaza de violencia, los civiles como blanco de ataque y los objetivos políticos. El escritor Boaz Ganor, que ha discutido convincentemente sobre la posibilidad de definir al terrorismo de forma analítica y útil, propone la siguiente definición: ‘el terrorismo es el uso intencional o la amenaza de utilizar la violencia contra los civiles para lograr objetivos políticos’. A diferencia de muchas otras definiciones, esta se aplica tanto a los gobiernos (a sus agencias y representantes) como a los grupos no gubernamentales e individuos. Excluye las acciones políticas no violentas como las protestas, huelgas, manifestaciones, revueltas y desobediencia civil. También excluye a los actos contra las fuerzas militares y policiales. Muchos actos de la guerrilla o de insurrección urbana no son terrorismo”.

 

El Diccionario inglés Oxford define “un período de terror” como el estado en que vive una comunidad temiendo por muertes o atentados; especialmente en la historia francesa durante el período de la Primera Revolución que duró de marzo de 1793 a julio de 1794, también conocido como el Período de Terror, el Terror Rojo, cuando los gobernantes derramaban sin ningún remordimiento la sangre de hombres y mujeres de todas las edades que ellos consideraban detestables. De ahí, sin artículo ni plural, el uso de intimidación organizada: terrorismo. Así también encontramos el término Terror Blanco, aplicado a la contrarrevolución que le siguió al Terror Rojo, y a otros períodos de represión despiadada en varios países; terror también se usa simplemente para referirse a un período de represión similar”.

 

Los historiadores entienden que el desarrollo de un estado nacional y el proceso de construcción de una nación son situaciones traumáticas en las que se presentan varias guerras y con ciertas etapas de terror general o específico. Estaríamos en aprietos si se nos pidiera que demos un ejemplo de una nación que haya nacido pacíficamente. El período de Cromwell, en Inglaterra – visto como el primer paso del Derecho Divino que llevó a Europa hacia la democracia constitucional – puede considerarse como una dictadura del terror puritano ejercido especialmente sobre los católicos e irlandeses. Los ingleses veían a las tropas revolucionarias americanas como grupos de terroristas sin reglas que desautorizaban la ley colonial, mientras que los nativos americanos percibían la destrucción y el genocidio realizado por los colonos europeos que los aterrorizaban de muerte, del mismo modo, los colonos temían por los ataques constantes de los supuestos “salvajes” para proteger la tierra donde nacieron. El Período de Terror de la Revolución Francesa fue el preludio para que muchos otros movimientos modernos utilizaran el terror como instrumento para someter a la población. Todas las naciones europeas nacieron de una serie de conquistas y guerras. El control comunista sobre el Imperio Ruso se consolidó mediante una campaña brutal de los terroristas bolcheviques contra todos sus oponentes. Muchos regímenes impusieron sobre la gente de color que habitaban  su nación la discriminación institucional sembrando el terror por medio de amenazas y castigos espantosos si  ellos se rebelaban en su contra. La Primera y Segunda Guerra Mundial no tuvieron precedentes en cuanto a la gran destrucción y la brutalidad de los hombres sobre otros hombres de formas detestables, tales como el uso de cámaras de gas y bombas de destrucción masiva. Hay documentación que prueba que los escuadrones de terroristas sionistas formaron el primer gobierno y la milicia en  Israel que aterrorizaba a los colonos británicos, a la población árabe que ya existía en el lugar y a los propios judíos que no eran sionistas tirando bombas entre inocentes o asesinando civiles. La lista es larga, cada ejemplo con sus circunstancias históricas particulares. En Escocia aún se festeja el Día de Guy Hawkin en conmemoración al intento de volar el Parlamento británico pero es un día que en Inglaterra no se festeja

 

El terror es una herramienta antiquísima utilizada por los militares y políticos que se ha vuelto más devastadora en la actualidad gracias a los avances tecnológicos en armamentos y explosivos. Las potencias imperiales y coloniales siempre ponen de excusa su misión “libertadora” para realizar sus conquistas, ocupaciones, manipulaciones y para explotar las tierras por medio de actos criminales de terrorismo y vandalismo. Muchas de las grandes conquistas de la historia podrían ser consideradas, en retrospectiva, como actos genocidas y terroristas. Las conquistas mesopotámicas de expansión y control, las conquistas de Arian y Asoka en la India, la incursión de Alejandro Magno en África y Asia, la conquista de la Galia en manos del César, las incursiones de los viquingos al sur de Europa, el exterminio de los aztecas en manos de los conquistadores americanos, las numerosas expansiones de China, los alemanes y luego los mongoles con sus saqueos en Asia Central, las Cruzadas que devastaron Jerusalén y los saqueos de los bizantinos sobre innumerables ciudades. El imperialismo y el colonialismo europeo, incluyendo el ruso, tuvieron efectos devastadores sobre África, Asia, América y el resto del mundo que aún hoy se pueden sentir, y existen muchos ejemplos de pueblos enteros, tribus, culturas y especies animales que fueron masacrados brutalmente y sin misericordia hasta exterminarlos o dejarlos en peligro de extinción. Como dijo Samuel P. Huntington: “El Occidente le ganó al mundo no por la superioridad de sus ideas o valores o religión (a la que han sido forzadas a convertirse otras civilizaciones), sino por la superioridad con que han aplicado la violencia organizada. Los occidentales suelen olvidarse de este detalle, pero los que no son occidentales, nunca lo olvidan”[3]. La descripción de Huntington de los musulmanes como militaristas por naturaleza queda obsoleta con sus propias palabras, que dan las razones precisas del por qué, según él: “el Islam tiene fronteras sangrientas”. La razón por la que pelean es para liberar sus tierras y defenderse de la agresión y ocupación de las tropas extranjeras y sus aliados. Cualquiera puede entender que las raíces históricas de los conflictos en Palestina, Irak, Chechenia, Afganistán, Cachemira, las Filipinas del Sur, y otras “zonas de riesgos”, nos lleva a clasificarlos como casos de movimientos de liberación del dominio y la persecución extranjera.

 

Una pregunta crítica y recurrente es: ¿cuáles son los valores, estándares, criterios y leyes para poder emitir un juicio? Un ejemplo serviría para ilustrar este punto, sacado de la conquista del oeste en Estados Unidos, conocido por el eufemismo de “Manifiesto del Destino” y designado históricamente como las guerras con los indios del oeste. Cuando un jefe indio de los Modoc, en la región de Oregon, apodado Capitán Jack le consultó al oficial americano Meacham sobre los términos de la rendición y del juicio justo sobre algunos asesinos – por un lado los indios que habían matado a hombres blancos, y por el otro, los blancos que habían matado a mujeres y niños indios – Meacham le imploró al jefe indio que evitara una guerra y le dijo que los acusados serían tratados con justicia en la corte. Entonces Jack le preguntó: “¿Quién los juzgará?”. “Hombres blancos, por supuesto”, admitió Meacham. “¿Entonces dejarás que los Modoc juzguen a quienes mataron a las mujeres y niños indios?”, preguntó Jack. Meacham le dijo que no con su cabeza. “La ley de los Modoc no sirve, la ley del hombre blanco rige en este país, sólo una ley a la vez”[4].

 

Y luego también encontramos en esta clasificación al terrorismo económico, del cual podemos dar ejemplos recientes, como la política de Brent Woods aplicada tras la Segunda Guerra Mundial para lograr la expansión corporativa y subordinar al pueblo mediante economías nacionales y locales que aterroriza a la gente hasta someterla por miedo a un caos económico en la sociedad. En este tipo de sistemas se ofrecen todas clases de préstamos para el desarrollo pero en realidad son instrumentos para mantener un statu quo donde un pequeño grupo de personas controla y disfruta de los bienes y recursos mientras la mayoría vive en la miseria por estar tan endeudados. De ese modo el desarrollo continuo en la sociedad es controlado para mantener al pueblo continuamente sometido bajo deudas generadas por las economías extranjeras y las potencias financieras. Las inversiones financieras y los mercados especulativos han exacerbado estas tendencias y el colapso global financiero  amenaza a la humanidad con la manipulación de unos pocos. También podemos mencionar el terrorismo ambiental que se aplica sobre todas las especies y los ecosistemas que están siendo exterminados y destruidos en nombre de la expansión y para sacar beneficios.

 

Nimrod y el Faraón son el paradigma y el ejemplo primitivo de la arrogancia de los tiranos terroristas respaldados por el poder que le confería el Estado. Dios, Todopoderoso y Omnisciente, relata el encuentro entre Abraham y el tirano Nimrod en el Sagrado Corán:

 

 “¿Acaso no has reparado (Oh, Muhammad) en quien discutió con Abraham acerca de su Señor valiéndose del poder que Dios le había concedido? Dijo Abraham: Mi Señor es Quien da la vida y la muerte; le replicó: Yo también doy la vida y la muerte. Dijo Abraham: Por cierto que Dios hace que el sol salga por el oriente, haz tú que salga por el occidente. Entonces, el incrédulo quedó desconcertado. Y Dios no guía a los inicuos”.  (2:258)

 

Y Dios, Todopoderoso y Omnisciente, cita las palabras del Faraón en el Sagrado Corán:

 

“(…) Dijo el Faraón: No os indico sino lo que considero correcto, y no os guío sino por el buen camino”. (40:29)

 

Y las palabras soberbias hacia su pueblo:

 

“Y convocó (a su ejército) y exclamó: Yo soy vuestro Señor supremo”.  (79:23-24)

 

Dios reproduce muchas de las conversaciones entre Moisés y el Faraón en el Sagrado Corán, como por ejemplo:

 

“Preguntó el Faraón: ¿Quién es el Señor del Universo? Dijo Moisés: Es el Señor de los cielos, la Tierra y todo lo que hay entre ellos. ¿Es que no os convencéis de ello? Dijo el Faraón a quienes estaban en torno a él: ¿Habéis oído? Agregó Moisés: Él es vuestro Señor, y también el Señor de vuestros ancestros. Dijo el Faraón a su pueblo: En verdad, el Mensajero que os ha sido enviado es un demente (y no responde lo que le pregunto). Moisés prosiguió: Él es el Señor del oriente y del occidente, y de lo que hay entre ambos. ¿Es que no razonáis? Dijo el Faraón: Si adoptas otra divinidad que no sea yo, te encarcelaré”. (26:23-29)

 

Y así es que vemos el argumento de la tiranía terrorista, como hemos oído una y otra vez en la historia, no es más que “quien tiene el poder tiene la razón” y “obedezcan y cumplan nuestras leyes o serán castigados en nuestras prisiones o cualquier otra cosa que creamos conveniente”. Mientras el terror siga siendo un instrumento de libre elección de los políticos y militares, el terrorismo seguirá entre nosotros en todas sus formas como la historia le enseña a quienes reflexionan sobre esto. El dilema es cómo contrarrestarlo y erradicar las raíces de injusticia y maldad de donde nace el terrorismo.

 

A pesar de que nadie niega que los políticos asesinan masivamente a civiles y a gente inocente utilizando formas detestables, ni que hayan grupos que apoyen ideologías extremistas y descabelladas que usan tácticas terroristas para promover sus ideas, es muy diferente el caso de los grupos insurgentes que quieren reestablecer sus derechos, sus tierras y propiedades, y buscan liberarse de los ocupantes extranjeros imperialistas, y de quienes, como he mencionado anteriormente, deben utilizar cualquier medio a su alcance para sobrevivir. Es totalmente hipócrita e injusto llamar “terroristas” a los oponentes mientras se absuelve a los aliados de las mismas acusaciones a pesar de que utilizan las mismas tácticas terroristas de torturas, asesinatos, bombardeos y matanzas masivas en nombre de los intereses y la seguridad. ¿La seguridad de quién están garantizando y la de quién están violando? ¿Cómo es que a algunos se los llama terroristas mientras a otros que hacen lo mismo no? Como dijo Martin Luther King: “Todos tenemos que preocuparnos por el terrorismo, pero nunca se terminará el terrorismo aterrorizando a otros…”.

 

La posición de los musulmanes frente al terrorismo depende de la definición de terrorismo, tal como la posición frente a la paz depende de los detalles y los términos en que se establezca. Lo que unos pueden ver como terrorismo, puede ser para otros un acto legítimo contra la ocupación, opresión y represión extranjera. Los actos o tácticas de un grupo en particular pueden ser considerados como un exceso de límites, pero no hace que la causa sea ilegítima. Por orden directa de Dios, el Más Clemente y el Más Misericordioso, los musulmanes deben inclinarse hacia la paz si el adversario busca la reconciliación. El Sagrado Corán dice:

 

“Y si los incrédulos se inclinan por la paz, acéptala tú también y encomiéndate a Dios; ciertamente Él es Omnioyente, Omnisciente”.  (8:61)

 

Así vemos que la paz siempre implica un “ellos” y un “nosotros” que necesitan ser complacidos y nutridos por ambas partes para mantenerla. Los musulmanes tienen la obligación de combatir para protegerse a ellos mismos, a sus tierras o a su religión en caso de agresión, persecución u ocupación y dominación extranjera. Deben estar preparados y mantenerse fuertes para prevenir un estado de debilidad que aliente a los enemigos a atacar. Si el enemigo no se inclina por la paz, sino que sigue el camino de la guerra, la agresión, la injusticia, la codicia, y la traición, ¿puede haber paz? Dios dijo en el Sagrado Corán:

 

 “Y combatid por la causa de Dios a quienes os combatan, pero no seáis agresores; porque ciertamente Dios no ama a los agresores”. (2:190)

 

Y Dios, Todopoderoso, dice:

 

“Y combatidlos hasta que cese la sedición (de la idolatría) y sea la religión de Dios la que prevalezca; y si desisten, pues Dios bien ve lo que hacen y les juzgará acorde a ello”.   (8:39)

 

Y Dios, el Majestuoso, dice en el Sagrado Corán: 

 “(…) Y si se retiran y no os combaten y os proponen la paz, entonces Dios no os concede autoridad para agredirlos”. (4:90)

 

Es más, los musulmanes, como los cristianos, creemos que Jesús (P)[5] es el Mesías que regresará a la tierra, pero a diferencia de muchos de los dogmas y tradiciones cristianas, los musulmanes creemos que Jesús (P) será un musulmán que adorará y se someterá a Dios y hará cumplir las leyes del Islam que había traído el Profeta Muhammad (B y P). Este regreso de Jesús (P) concluirá la gran batalla final entre las fuerzas del mal en manos del falso profeta (Dayal) y las fuerzas del bien en manos del líder musulmán y Jesús (P) mismo como un comandante musulmán y muyahid (guerrero y luchador). Esta guerra no debe ser confundida con el Apocalipsis, sino que es según la tradición islámica “al-Malaahim” (las Grandes Batallas), y la victoria eventualmente marcará el comienzo de un período de paz y prosperidad global, parecido a las profecías mencionadas por Juan en sus Revelaciones sobre el milenio y por varios profetas de los hijos de Israel con respecto a la paz universal que reinará sobre la tierra antes del Día de la Resurrección. En este sentido, también podemos decir que el Islam es la religión de la paz, ya que el Islam busca y profetiza la paz y la prosperidad tan universal que abarca incluso a los animales que Dios ha creado, quienes estarán a salvo de los ataques de otros animales y de los estragos de la codicia del hombre y la degradación y la contaminación de su hábitat. Dios, el Más Sabio y Sublime, demostrará con esto que Su Designio Divino se cumplirá y Su religión del Islam prevalecerá en la Tierra. Sólo Dios es el Rey y Soberano Eterno y Supremo, y Él será Quien juzgue todo con Su perfecta justicia el Día del Juicio Final.

 

Este libro intenta clarificar la relación del Islam y los musulmanes con ciertos temas relacionados con la paz, la guerra y el terrorismo. Con el consentimiento del autor, Abdur-Rahman A. Al-Sheha (e-mail [email protected]), el traductor del original (en árabe) al inglés ha realizado algunas adaptaciones para facilitar la lectura. Y sobre esa versión en inglés, se ha realizado esta en español.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Introducción

 

Existen dos tipos de guerras: las guerras que se basan puramente en la maldad, la violencia y el terrorismo de los tiranos, y las guerras que deben cometerse por fuerza mayor para defenderse de la injusticia, la tiranía y la agresión. El primer tipo, ataca tanto a hombres como mujeres y niños, civiles y ancianos para imponer decisiones políticas sembrando el terror. Esto es lo que primero se asocia al escucha la palabra terrorismo, gracias a lo que las agencias de noticias y varios gobiernos han difundido en los medios. Es común que se asocie a los musulmanes con el terrorismo a pesar de que muchos sean completamente inocentes o menos culpables que sus agresores. El “terrorismo islámico” es un término difundido por los medios de comunicación occidentales que no tiene un equivalente a “terrorismo judío, cristiano, hindú o budista”. Ciertas instituciones e individuos han fabricado y perpetuado sistemáticamente falsa información, exageraciones, malentendidos y calumnias.

 

Los actos de violencia que en ocasiones son necesarios y justificados ocurren cuando se trata de reestablecer leyes justas, siempre que se apliquen castigos acordes a los crímenes cometidos, y si es para defenderse de un ataque, agresión o corrupción. Jamás se debe atacar a las mujeres, niños y no combatientes. En este libro, trataremos de darle una connotación menos negativa a la palabra “terrorismo”, tal vez impensada por el lector. Sembrar el terror entre los que se dedican a hacer el mal, los enemigos de Dios, es en cierta forma un buen medio para disuadir al adversario de seguir adelante con sus ataques por miedo a las represalias. En este sentido únicamente decimos que el terrorismo es positivo. Al respecto, Dios dice en el Sagrado Corán:

 

“Y preparad contra los incrédulos cuanto podáis de fuerzas (de combate) y caballería, para que así amedrentéis a los enemigos de Dios que también son los vuestros, y a otros enemigos que (os atacarán en el futuro y) no los conocéis, pero Dios bien los conoce. Y sabed que por aquello con lo que contribuyáis en la causa de Dios seréis retribuidos generosamente, y no seréis tratados injustamente”. (8:60)

 

Uno puede decir que aquí estamos usando la palabra “terror” en su significado literal y fuera de la definición técnica de lo que es el terrorismo, pero ya que esa definición está en discusión porque no se han acordado los estándares universalmente aceptados, y debido a que han aparecido más y más motivos de quejas por la hipocresía y doble mensaje de las potencias mundiales, el punto al que queremos llegar es volver al sentido común y entender que el terror tiene un significado negativo y positivo según el contexto y las circunstancias.

 

El Diccionario de la Real Academia Española define al terror como “la denominación dada a los métodos expeditivos de justicia revolucionaria y contrarrevolucionaria”.[6]

 

El terrorismo invariablemente no nace de la nada, sino que de un contexto de persecuciones, injusticias y agravios que crecen a tal punto que llega un momento en que estalla la revolución. Una de las formas más comunes de implementar el terrorismo es indudablemente a través del Estado, pero no es reconocido como tal por el simple hecho que los que tienen el poder no quieren que sus crímenes sean expuestos como crímenes de lesa humanidad ni como incidentes de terrorismo de Estado para que puedan seguir rotulando a otros como criminales y terroristas sin que se descubra lo que ellos hacen. ¿Podemos decir que un asesinato clandestino es una forma de terrorismo? ¿La tortura y la violación no son formas de terrorismo? ¿Los saqueos militares, políticos, económicos y ambientales que resultan en muertes masivas no son terrorismo? ¿Perseguir, linchar, matar y golpear a los miembros de un grupo étnico en particular no es terrorismo? ¿Los bombardeos y el uso de armas nucleares y de destrucción masiva sobre los centros urbanos no son terrorismo? ¿Qué son los daños colaterales justificables? Si estos actos no son actos terroristas, entonces ¿qué son exactamente? Si no son actos legales y justificados, entonces ¿cómo podemos llamar a los ejemplos que encontramos en el siglo veinte de guerras sin precedente y de destrucción masiva? ¿Cómo se llaman las políticas que han sido aplicadas sobre el mundo en este siglo, que según los expertos neoconservadores es el “proyecto para un nuevo siglo americano”? Muchos temas controversiales continúan aún bajo investigación y discusión, y demandan respuestas serias y razonables de los expertos y políticos.

 

Muchos gobiernos laicos defienden los derechos humanos, la paz, la prosperidad y la felicidad del hombre, pero vemos que en realidad implementan políticas nacionalistas cerradas con el objetivo de darles poder y riquezas a algunos grupos selectos para que estén intrínsicamente fragmentados y poder así lograr sus intereses mientras aparentan estar sirviendo a la toda  población. Estos sistemas de gobiernos aplican leyes y políticas al servicio de los grupos de poder y riqueza de la sociedad. Las consecuencias sociales, políticas, económicas y ambientales del poder y la codicia sin control para obtener lujos y beneficios son perjudiciales para la mayoría de los seres humanos y están llevando a la humanidad hacia la destrucción irreversible.

 

El Islam, por el contrario, es una religión completa y universal para todas las razas y clases sociales que no se orienta a servir a una categoría específica o grupo determinado de personas, sino que atiende las necesidades de todos los seres humanos brindándoles un sistema moral, espiritual, social, legal, político y económico. Su moral pura y clara, la simplicidad de un monoteísmo absoluto y la prohibición total de cualquier tipo de crimen, opresión e injusticia, se aplica a todo tipo de personas, sin importar su raza, cultura, educación o nivel socioeconómico. El objetivo del Islam es establecer una sociedad ideal en donde la hermandad difunda la benevolencia y la guía Divina entre los hombres para ser mejores personas y alcanzar la salvación. Parte de su misión es establecer la justicia en todos los casos, mantener relaciones amistosas incluso con los enemigos mientras no existan actos de hostilidades, y promover la paz siempre que sea  posible. Dios, Todopoderoso, dice en el Sagrado Corán:

 

“Es posible que Dios guíe a vuestros enemigos e infunda afecto entre vosotros, pues Dios tiene poder para ello. Ciertamente Dios es Absolvedor, Misericordioso. Dios no os prohíbe ser benevolentes y equitativos con quienes no os han combatido por causa de la religión ni os han expulsado de vuestros hogares, pues ciertamente Dios ama a los justos. Dios sólo os prohíbe que toméis como aliados a quienes os han combatido por causa de la religión y os han expulsado de vuestros hogares o han contribuido a vuestra expulsión. Y sabed que quienes les tomen como aliados serán inicuos”. (60:7-9)

 

Estas aleyas (o versículos) exigen que haya paz con aquellos que se abstienen de realizar acciones hostiles como las mencionadas. Y Dios, Glorificado sea, dice en el Sagrado Corán:

 

“Y si los incrédulos se inclinan por la paz, acéptala tú también y encomiéndate a Dios; ciertamente Él es Omnioyente, Omnisciente”.   (8:61)

 

Esta aleya indica que si el enemigo opta por la paz, los musulmanes deben optar por lo mismo. Esperamos que los estudiosos analicen al Islam y a sus leyes y principios en forma imparcial y reflexiva. La verdadera belleza y asombro del Islam es evidente en su totalidad para quienes lo viven y lo practican, pero cualquiera que lo estudie puede apreciar sus leyes, la hermandad universal, sus principios nobles y razonables, su excelente moral, el ejemplo que da de pureza, rectitud, veracidad, generosidad, valentía y justicia. Una de las evidencias de la grandeza de esta religión es que, sin importar el poco apoyo que reciba de sus seguidores y las vastas guerras contra él, el Islam ha resistido la corrupción y las innovaciones que lo puedan distorsionar y continúa creciendo por sus propios medios en todas partes del mundo. ¿Qué otra cosa hay detrás de esta expansión del Islam, a pesar de la debilidad de los musulmanes,  sino la fuerza inherente de la verdad y la justicia que por naturaleza disipa y conquista toda falsedad e injusticia? En el Islam, la gente encuentra la satisfacción total del espíritu y la moral y cubre todas las expectativas físicas y prácticas.

 

En cuanto a la gente que se niega a abrir sus ojos, a oír y a investigar la verdad, sin duda quedará envuelta en falsos deseos, prejuicios cerrados y conceptos erróneos. Un reconocido principio es que por naturaleza, el hombre rechaza todo aquello a lo que teme. Teme a aquello que desconoce y por eso es enemigo de lo que no sabe. Dios ha descrito a este tipo de personas en el Sagrado Corán:

 

“Por cierto que hemos creado muchos genios y hombres que irán al Infierno (por sus obras). Éstos tienen corazones pero no pueden comprender, ojos pero no pueden ver y oídos pero no pueden oír. Son como los ganados que no razonan, o peor aún. Éstos son los que se comportan con indiferencia (a Nuestros signos)”. (7:179)

 

El ganado sigue a ciegas, pero al menos siguen las leyes naturales y los instintos que Dios creó para que sobrevivan, mientras muchos seres humanos siguen ciegamente muchas costumbres y a sus líderes, rechazando lo que Dios ha revelado para el propio beneficio y salvación de los seres humanos. Como Dios dice en el Sagrado Corán:

 

“Y dicen: Nosotros vimos a nuestros padres practicar una religión (en la que adoraban a los ídolos), y seguimos sus pasos (y no creemos en Muhammad)”. (43:22)

 

Espero y le ruego a Dios que nos beneficie con lo que leemos, escuchamos y decimos. Este es mi humilde esfuerzo presentado con la intención sincera de contribuir a la riqueza de información para avanzar sobre el entendimiento. Le ofrezco al lector una invitación abierta si desean aprender más sobre el Islam a acercar sus preguntas a la dirección que figura más abajo y con gusto le enviaré más material de lectura.

 

Expreso un profundo agradecimiento a Dios, Enaltecido sea, por Su ayuda permanente. Me disculpo por los defectos y omisiones que haya cometido y asumo toda la responsabilidad de lo expresado en este libro. Busco el perdón de Dios, Misericordioso.

 

Que las bendiciones y la misericordia de Dios sean con el Profeta Muhammad (P y B), el último de los Profetas y Mensajero de Dios. Que la paz y las bendiciones de Dios sean sobre la familia y los compañeros del Profeta y de todos los que siguen sus pasos hasta el Día del Juicio Final. 

 

 

 

Dr.Abdurrahmaan al-Sheha

Riyadh, 11535

P.O. Box 59565

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El significado del Islam

 

La palabra Islam significa sometimiento de cuerpo y alma a Dios, el Todopoderoso, el Creador y Señor de todo lo que existe, obedeciendo lo que Él ha ordenado y lo que ha prohibido en Su Revelación, cumpliendo y aceptando su voluntad, juicio y lo que Él ha predestinado para el hombre sobre la Tierra. Dios es el Más Benefactor y Misericordioso, infunde todo lo que es bueno y prohíbe todo lo que es malo,  y conoce todas las necesidades de los seres humanos. Por eso Su Revelación se adapta a las necesidades, derechos y responsabilidades universales del ser humano.

 

Dios, Todopoderoso, dice en el Sagrado Corán, refiriéndose al Profeta Abraham:

 

“Y cuando le dijo su Señor: Entrégate a Mí con total sinceridad (aslim), exclamó: Me entrego (aslamtu) al Señor del Universo”. (2:131)

 

La palabra “Salam” significa “Paz” y deriva de la misma raíz árabe (SML) de la palabra “Islam”. “Salam” es uno de los atributos de Dios y uno de Sus Nombre, como Él mismo lo expresa en el Corán:

 

“Él es Dios, no hay otra divinidad salvo Él, Soberano, Santísimo, Pacificador, Dispensador de seguridad, Celador, Poderoso, Compulsor y Soberbio. ¡Glorificado sea Dios! Él está por encima de lo que Le atribuyen”.  (59:23)

 

“Salam” es también uno de los nombres del Paraíso. Dios, Enaltecido sea, dice en el Sagrado Corán:

 

“Y ellos tendrán una morada donde reinará la paz (el Paraíso) junto a su Señor, Quien es su Protector, como recompensa por sus obras”.   (6:127)

 

Los habitantes del Paraíso se saludarán diciendo “Salam” cuando se encuentren con su Señor, como lo menciona Dios en el Sagrado Corán:

 

“Su saludo el día que se encuentren con Él (en el Paraíso) será: ¡Paz! (Salam) Y por cierto que les tiene reservada una recompensa generosa”.   (33:44)

 

Los musulmanes intercambian el noble saludo “As Salamu Alaikum” (la paz sea sobre ti) cuando se encuentran o cuando se llaman. Incluso cuando un musulmán entra en su propia casa y no hay nadie, dice As Salamu Alaikum, ya que también ofrece su saludo a los ángeles que están en el lugar y a sí mismo. Esta forma de saludo ayuda a aliviar los corazones de cualquier enemistad y rencor, llenándolos de respeto mutuo, tranquilidad, seguridad y felicidad. Usualmente los musulmanes utilizan el saludo completo que enseñó el Profeta de Dios (P y B): “As salamu Alaikum wa rahmatul’laah” (que la paz y las bendiciones de Dios sean sobre ti y Su misericordia).

 

En uno de sus dichos, encontramos las palabras del Mensajero de Dios (P y B) que indican que extender este saludo es uno de las características de la perfección de la fe.

 

“No entraréis al Paraíso hasta que alcancéis la fe completa, y no alcanzaréis la fe completa hasta que se améis unos a otros. ¿Queréis que os indique cómo podéis establecer el amor entre vosotros? Extiendan el saludo del ‘Salam’ (Paz) tanto como puedan entre vosotros”. (Transmitido por Muslim)

 

Y el Mensajero de Dios (P y B) también dijo:

 

“Ofreced comida generosamente, comenzad con el saludo de paz entre vosotros y entre la gente conocida y los que no conozcan”. (Transmitido por Bujari y Muslim)

 

El propósito del Islam es buscar permanentemente la complacencia de Dios, el Creador y Señor del Universo, al obrar correctamente. Dios dice en el Sagrado Corán:

 

“¡Oh, Gente del Libro! Os ha llegado Nuestro Mensajero para aclararos los preceptos más importantes que habíais ocultado del Libro y obviar otros. Os ha llegado de Dios una luz y un Libro claro (el Corán), con el cual Dios guía hacia los caminos de la salvación, los extrae con Su voluntad de las tinieblas hacia la luz, y los dirige por el sendero recto”.  (5:15-16)

 

El Islam consta de un significado global de paz que incluye la paz personal, espiritual y social. Como dijo el Mensajero de Dios (P y B):

 

“Un verdadero musulmán es la persona de quien otros musulmanes están seguros de no recibir ningún tipo de abuso ni ataques de su lengua o de sus manos, y el verdadero inmigrante es quien renuncia a todo lo que Dios Todopoderoso ha declarado ilícito”. (Transmitido por Bujari y Muslim)

 

Es más, incluye la visión general de la paz universal para todos los seres humanos porque su principio básico incluye la estabilidad, el respeto mutuo y la no agresión hacia quienes acatan los términos de la paz, en especial hacia los que comprenden una de las religiones reveladas por Dios, como los cristianos y judíos. Dios dice en el Corán:

 

“¡Oh, creyentes! Entrad todos en la religión del Islam (sometiéndoos a Dios) y no sigáis los pasos de Satanás; ciertamente él es para vosotros un enemigo manifiesto”.   (2:208)

 

La invitación al Islam, la religión universal de Dios, se extiende a todos por igual. Dios, Enaltecido sea, dijo en el Sagrado Corán:

 

“Di: ¡Oh, hombres! Ciertamente soy el Mensajero de Dios para todos vosotros”.  (7:158)

 

Y dijo:

      “Ciertamente para Dios la religión es el Islam”   (3:19)

 

Y también dijo:

“Y Quien siga una religión diferente al Islam no se le aceptará, y en la otra vida se contará entre los perdedores”.  (3:85)

 

 

La creencia errónea que el Islam fue difundido a la fuerza

 

Uno de los prejuicios promovidos por los enemigos de la justicia que no leen las fuentes históricas imparciales, sino que repiten una y otra vez lo que le hacen creer los medios de comunicación, es la falsa acusación de que el Islam fue difundido a la fuerza. Existen varias aleyas en el Sagrado Corán que refutan estas calumnias.

 

Dios, Enaltecido sea, dice en el Sagrado Corán:

“No está permitido forzar a nadie a creer. La guía se ha diferenciado del desvío. Quien se aparte de Satanás y crea en Dios, se habrá aferrado al asidero más firme (el Islam), que nunca se romperá. Y Dios es Omnioyente, Omnisciente”.  (2:256)

 

Y dice: 

“Si tu Señor hubiera querido, todos los habitantes de la Tierra habrían creído. Tú (Oh, Muhammad) no podrás hacer que los hombres crean aunque se lo impongas”.  (10:99)

 

Y dice:

“Y diles: La verdad proviene de vuestro Señor. Quien quiera creer que crea y quien no quiera que no lo haga. Pero sabed que tenemos preparado para los inicuos un fuego que les rodeará. Cuando sofocados pidan de beber se les verterá un líquido como el metal fundido que les abrasará el rostro. ¡Qué pésima bebida y qué horrible morada!”  (18:29)

Y dice:

“Si se niegan a creer, sabe que a ti sólo te incumbe transmitir (el Mensaje) claramente”.  (16:82)

 

Y dice:

“Exhorta (Oh, Muhammad) a los hombres, pues esa es tu misión”. (88: 21-22)

 

Y dice:

“Diles: Obedeced a Dios y obedeced a Su Mensajero. Si se rehúsan, (sepan que) el Mensajero sólo rendirá cuentas por lo que se le ha encomendado y que ellos deberán hacerlo por lo que se les ha ordenado, pero si le obedecen (al Mensajero) se encaminarán. Y por cierto que Nuestro Mensajero sólo tiene la obligación de transmitir (el Mensaje) con claridad”.  (24:54)

 

Y dice:

“Si alguno de los idólatras te pidiera protección, ampárale para que así recapacite y escuche la Palabra de Dios, luego (si no reflexiona) ayúdale a alcanzar un lugar seguro; esto es porque son gente ignorante”.  (9:6)

 

Estas y otras aleyas del Corán y las enseñanzas del Profeta (P y B) dejan en claro que la coacción en la religión no está permitida, nunca se debe forzar a nadie contra su voluntad a convertirse al Islam. La fe debe ser adquirida a través del conocimiento y la libre elección sobre la base de una firme convicción en el corazón, seguido del testimonio de la buena palabra y las buenas obras. Pronunciar meramente de la boca para afuera “LA ILAHA ILLALLAH” (No hay otro dios más que Allah digno de adoración) no es suficiente para llamarse creyente, a pesar de que al decir estas palabras uno se convierte inmediatamente en musulmán. Dios les dijo a los beduinos que profesaban su fe verbalmente sin una firme convicción:

 

“Los beduinos dicen: Creemos. Diles (Oh, Muhammad): Todavía no sois verdaderos creyentes. Mejor decid que habéis aceptado el Islam, pues la fe no ha ingresado completamente en vuestros corazones, vuestras obras no habrán sido en vano (y seréis recompensados por ellas); ciertamente Dios es Absolvedor, Misericordioso”. (49:14)

 

Se sabe que no se puede forzar a nadie a que cambie lo que hay en lo profundo de su corazón, y es posible que alguien profese de palabra lo que en realidad no cree: esto no es Islam ni la fe islámica. Por esta razón, Dios dijo lo siguiente de quien bajo tortura se ve obligado a renunciar al Islam:

 

“Quienes renieguen de la fe en Dios por haber sido forzados a ello, permaneciendo sus corazones tranquilos (y firmes) en la fe (no serán reprochados); pero quienes lo hagan y se complazcan con la incredulidad, incurrirán en la ira de Dios y tendrán un castigo terrible”.  (16:106)

 

La incredulidad ocurre cuando una persona abre su corazón a la idolatría y sobre eso comienza a cometer maldades y actos criminales contra Dios y contra las enseñanzas de Su Mensajero (P y B), convirtiéndose así en un traidor del Islam.

 

Otra acusación relacionada a lo que acabamos de mencionar es que el Islam fue difundido con a la fuerza por medio de las armas. Es un hecho establecido que cualquier sistema o gobierno, sin importar su fuente, necesita tener una fuerza para defenderse del enemigo, preservar sus valores, difundir sus principios, asegurar el cumplimiento de sus leyes y hacer respetar las penalidades contra los criminales y los que se oponen al sistema. Como dijo el Profeta (P y B):

 

“Ciertamente Dios amonesta con la autoridad del gobernante más que lo que amonesta con la Divina Revelación del Corán (es decir, más haciendo valer los castigos con justicia más que la conciencia de Dios de leer las escrituras)”.  (Transmitido por Al-Hindi y Kanz-ul-Aamaal)

 

Para analizar la verdad de esta acusación basándonos en hechos históricos, podemos recordar los primeros días del Islam y su fantástica expansión por el mundo. El Mensajero de Dios (P y B), después que Dios le encomendara difundir Su mensaje, se quedó en la sagrada ciudad de Meca por trece años invitando al Islam a su gente, de la tribu de Quraish, y a los visitantes que pasaban por allí. Se valía de cualquier excusa para poder informar y difundir el mensaje de las revelaciones del Corán y de la Sunnah debiendo enfrentar falsas acusaciones, calumnias, persecuciones, acosos, boicots, amenazas, ataques y agresiones físicas brutales de la gente. Los creyentes sufrían al igual que él, y como Dios aún no había ordenado defenderse por medio de las armas, sus seguidores perseveraron y sufrieron las más duras persecuciones permaneciendo unidos y fieles a su actividad misionaria. Muchos fueron torturados y algunos se convirtieron en mártires por su fe en el Islam. El gran sufrimiento que soportaron durante ese período fue como una gran prueba de fe. El Profeta (P y B) alivió las heridas de su compañero Ammar ibn Yasir tras la muerte de sus padres, que fueron los primeros mártires del Islam, con las siguientes palabras: “Tened paciencia, Oh, familia de Yaser. El Paraíso será vuestra morada permanente”. (Transmitido por Al-Hakim)

 

El Profeta (P y B) le permitía a los seguidores que quisieran emigrar a Etiopía para escapar de la opresión y la tortura. Muchos se refugiaron bajo la tutela del gobernante más justo de esa época, Najashi, que eventualmente aceptó el Islam. Incluso en estas circunstancias desesperantes, Dios, el Más Sabio y Misericordioso, le ordenó al Mensajero Muhammad (P y B) que fuera paciente y tolerante con su gente mientras propagara el mensaje. Existen varios ejemplos de su excesiva misericordia, gentileza, magnanimidad y compasión al enfrentarse con la violencia y la agresión continua. El Profeta (P y B) y sus compañeros permanecieron firmes en su creencia y en la difusión del mensaje, obedeciendo la orden de Dios:

 

“Sé paciente (Oh, Muhammad) como lo fueron los Mensajeros más destacados, y no les apremies (el castigo). El día que (los incrédulos) vean aquello con lo que se les había amenazado pensarán que estuvieron en la tumba sólo una hora del día. Y por cierto que éste (Corán) es un Mensaje (para toda la humanidad), y sólo serán castigados los desobedientes”.  (46:35)

 

Y aún así él rogaba por su guía con estas palabras: “¡Oh, Dios! Por favor guía a mi gente porque ellos no saben nada”.

 

El Profeta (P y B) continuó propagando el mensaje en Meca, y buscó las tribus que pudieran protegerlo y ayudarlo: se presentaba a sí mismo y explicaba su misión a las personas y tribus que visitaban Meca y en los grandes mercados donde los árabes se reunían. Entonces, un grupo de gente de la ciudad de Yathrib (conocida en el presente como Medina, la ciudad del Profeta) creyó en el mensaje del Islam y le juraron alianza para apoyarlo y defenderlo de la misma manera que defenderían sus propios bienes, honor, integridad y hogar, si él quisiera refugiarse allí y emigrar con sus compañeros. Esto coincidió con el punto límite de las persecuciones que sufrían en Meca, incluso los líderes de la tribu de Quraish habían planeado asesinar al Profeta (P y B). La emigración sería decisiva en la historia del Islam, porque en Medina se construyó la primera mezquita, la hermandad de los musulmanes creció y se expandió y se estableció por primera vez el Estado islámico dirigido por el propio Profeta (P y B).

 

Hay que tener en cuenta que el Profeta Muhammad (P y B) y sus seguidores nunca derramaron una gota de sangre en retribución por todos esos años de persecución y opresión sufridos en Meca porque Dios les había ordenado no pelear, sino ser pacientes y perseverantes. La confrontación armada por parte de los musulmanes no comenzó sino hasta dos años después de la emigración de Meca a Medina, cuando la tribu de Quraish, por miedo a ser dominados, continuó con la persecución y la obstrucción del mensaje del Islam, y después de haber intentado por todos los medios de propagar el Islam pacíficamente.

 

La ciudad de Medina quedaba en la ruta de las caravanas comerciales de los Quraish camino a la región del Shams (actualmente Siria), entonces ocurrió el primer enfrentamiento cuando el Mensajero de Dios (P y B) interceptó una de esas caravanas liderada por el noble Abu Sufyan. El Profeta (P y B) intentó imponerles un tipo de sanción económica a la tribu de Quraish que le permitiera propagar el Islam en paz y abiertamente y para compensar a los creyentes por las propiedades, posesiones y bienes que los Quraish les habían quitado antes de la emigración. La caravana escapó a la emboscada, pero tras enterarse del incidente, los líderes de Quraish prepararon un gran ejército bien armado para atacar a los musulmanes. En consecuencia, la primera batalla decisiva tuvo lugar en Badr, y los 313 musulmanes que combatieron mal equipados vencieron rotundamente a los arrogantes Quraishíes a pesar de pelear en inferioridad de condiciones. Dios, el Supremo, describe las razones justas de esta batalla y de las que vendrían:

 

 “Ellos fueron expulsados injustamente de sus hogares sólo por haber dicho: Nuestro Señor es Dios. Si Él no hubiera hecho que los creyentes vencieran a los incrédulos, se habrían destruido monasterios, iglesias, sinagogas y mezquitas en donde se recuerda frecuentemente el nombre de Dios. Ciertamente Dios socorre a quien se esfuerza denodadamente por Su religión, y Dios es Fuerte, Poderoso. Aquellos que, si afianzamos en la Tierra, practican la oración prescrita, pagan el Zakat, ordenan el bien y prohíben el mal. Y a Dios vuelven todos los asuntos.” (22: 40-41)

 

Y Dios, Sabio y Sublime, dice en el Sagrado Corán:

“¿Por qué no combatís por la causa de Dios, cuando hay hombres, mujeres y niños oprimidos que dicen: ¡Señor nuestro! Sálvanos de los habitantes opresores que hay en esta ciudad. Envíanos quien nos proteja y socorra?”. (4:75)

Y dice:

“Y combatid por la causa de Dios a quienes os combatan, pero no seáis agresores; porque ciertamente Dios no ama a los agresores”. (2:190)

 

Todas las batallas peleadas y todas las victorias logradas por el Mensajero de Dios (P y B) y sus compañeros tuvieron lugar en un período de veintitrés años que duró la misión en Meca y luego en Medina, sólo trescientos setenta y cinco personas murieron en estas peleas. El año nueve de la Hégira (la emigración), conocido como el Año de las Delegaciones, el Profeta (P y B) se reunió con aproximadamente cien delegaciones de las tribus de toda la Península Arábiga para negociar. Recibió a cada uno con generosidad y grandeza y respondió todas sus preguntas y cuestionamientos sobre la creencia islámica (Aqida) y la jurisprudencia (Sharía). La mayoría quedó impresionada por las palabras del Profeta (P y B) y aceptó el Islam. El Mensajero de Dios también envió cartas a los líderes de las regiones cercanas llamándolos a aceptar el Mensaje de Dios como mencionaremos más adelante en este libro.

 

Durante la vida del Profeta (P y B) e inmediatamente después de su muerte, toda la Península Arábiga por primera vez en la historia estuvo unida bajo una ley justa y democrática y una religión Divina. La mayoría de los árabes aceptaron el Islam por voluntad propia al oír las palabras del Sagrado Corán,  ver el ejemplo del Profeta (P y B) en su Sunnah (tradiciones) y de sus compañeros, y al comprender el sistema islámico. Sólo unos pocos judíos y cristianos se negaron a aceptar el Islam, pero tenían permiso de quedarse dentro del Estado Islámico conservando su fe por medio de un contrato en donde se especificaba detalladamente los derechos y obligaciones que tenían ambas partes y estipulando un impuesto que deberían pagar a cambio de protección por parte del Estado y para estar exentos de hacer el servicio militar. Ciertamente, este cambio revolucionario fue un logro milagroso considerando que contaban con escasos medios materiales y el efecto global y duradero que tuvo. Dios es el Más Grande y le otorga el éxito a quien quiere.

 

Luego de la muerte del Profeta (P y B), los Califas bien guiados, sus compañeros y predecesores siguieron su ejemplo. Defendieron el Estado Islámico de sus enemigos y  conquistaron los imperios tiranos de alrededor que amenazaban la existencia y la propagación del Islam. Sentían mucho entusiasmo por su fe y la actividad misionaria que realizaban, lo hacían demostrando una moral recta y actuando con justicia. Los musulmanes tenían el mismo ejército, en cantidad de soldados, equipamiento, preparación y tácticas militares, que aquellos a quienes combatían, pero gracias a la vitalidad de su fe y su misión, sumada a la superioridad de su moral, conquistaron los corazones y las mentes de la gente común sin necesidad de destruir al ejército corrupto y tirano que oprimía a la gente.

 

Bashir Ahmad, un nuevo musulmán de nuestra época, reflexionó sobre esto y dijo: “Una de las preguntas más desconcertantes y uno de mis más serias preocupaciones antes de aceptar el Islam y convertirlo en mi forma de vida, era que como cristiano creía que el Islam se propagó por medio de la espada. Entonces, me pregunté: si fuera verdad, entonces ¿por qué gente de cada rincón del mundo sigue adhiriendo al Islam y lo acepta como nueva forma de vida? ¿Por qué vemos que la gente abraza el Islam a diario por propia voluntad sin que nadie lo fuerce a ello?”.[7]

 

Sobre los orígenes de la creación de este mito, Norman A. Daniel dice: “El occidente ha formado un canon invariable de creencias sobre el Islam; decidió por sí mismo que el Islam es esto o aquello. Lo más importante es que el Islam también era adecuado para el occidente y le dio a la cristiandad la dignidad de tratar con una civilización en muchas formas superior”[8].

 

Sobre esta falacia, De Lacy O’Leary comentó: “La historia deja en claro, sin embargo, que la leyenda de los fanáticos musulmanes arrasando todo a su paso con la espada para imponer el Islam por la fuerza es un mito absurdo y fantástico que los historiadores repiten una y otra vez”[9].

 

Dr. Gustave LeBon dice en su libro La civilización árabe (pp. 127-128): “La fuerza nunca fue un factor en la propagación de las enseñanzas coránicas, y los árabes permitían que aquellos a quienes habían dominado siguieran practicando su fe libremente. Si algún cristiano abrazaba el Islam y adoptaba el árabe como su idioma, solía ser por la justicia con la que eran tratados por los árabes, algo a lo que los no musulmanes no estaban acostumbrados. También se debía a la tolerancia y la indulgencia del Islam, algo desconocido en las otras religiones”[10].

 

También dice: “Los primeros Califas fueron notablemente amables en el trato con la gente de Siria, Egipto, España y todos los países que conquistaban, permitiéndoles que apliquen sus leyes y creencias sólo imponiendo sobre ellos un impuesto a cambio de protección para mantener la paz. Realmente el mundo no ha conocido conquistadores más misericordiosos y tolerantes como los árabes”.

 

Si el Islam se hubiera propagado como consecuencia de las guerras que los enemigos del Islam que amenazaban su supervivencia, y por las conquistas de los regímenes corruptos y opresores que le sucedieron, ¿no es algo único y desconocido en la historia, especialmente cuando se lo compara con otras civilizaciones? Lo verdaderamente excepcional de las conquistas islámicas es que en general tuvieron como objetivo liberar de la opresión, como describen los libros de Historia la respuesta que le dieron los compañeros del Profeta (P y B) al Emperador de Persia cuando les preguntó qué había traído a los musulmanes a sus tierras: “Dios nos ha enviado hasta los confines del mundo en toda su extensión para liberar a la gente de la esclavitud del hombre sobre otro hombre y se sometan a la adoración de Dios, y para que pasen de sufrir las injusticias de los gobernantes, a la justicia del Islam”[11].

 

En contraposición directa a los numerosos ejemplos de masacres, violaciones, saqueos e injusticias en la historia que hemos mencionado en el prólogo, no encontramos hechos que se le comparen en la historia de las primeras conquistas islámicas.

 

Sobre la propagación del Islam, Thomas Carlyle comentó, en una de sus famosas lecturas: “Se ha dicho mucho sobre cómo Mohammad (P y B) propagó su religión con la espada. Esto es sin duda mucho más noble que lo que tenemos para alardear sobre la religión cristiana, que se difundió predicando pacíficamente con convicción. Aún así, si tomamos esto para determinar la veracidad o la falsedad de una religión, cometemos un gran error. La espada, sin duda, pero ¿de dónde sacarás tu espada? Cada nueva opinión en sus comienzos es una minoría. Ahí permanece aún, sólo dentro de la cabeza de un hombre. Un solo hombre en todo el mundo lo cree, un hombre contra el resto del mundo. Si tomara una espada e intentara propagar su creencia de ese modo, no lograría mucho. Primero debes tomar tu espada. En general, las cosas se propagan por sí solas como pueden. No encontramos ejemplos en los cuales la religión cristiana haya desdeñado la espada una vez que la levantó. La conversión de los Sajones en manos de Carlomagno no se realizó predicando. No me importa la espada: consideraré el hecho que algo luche por sí mismo con la espada o la palabra o implementando lo que tenga a mano. Dejaremos que prediquen, publiciten, peleen y se muevan con sumo cuidado con uñas y dientes porque no conquistarán nada que no merezca ser conquistado. Lo mejor de sí no puede sacar lo peor. En este gran duelo, la naturaleza misma es el árbitro y no puede causar ningún daño: aquello que está enraizado profundamente en la naturaleza, lo que nosotros llamamos lo más verdadero, aquello que nadie más verá crecer al final”[12].

 

En contraste a esto, veamos algunos pasajes de la Biblia y analicemos lo que los judíos y cristianos consideraban divino y sagrado sobre la guerra, y qué los llevaba en ocasiones a hacer sus conquistas y expansiones. El Libro de Deuteronomio dice:

 

 “Cuando te acerques a una ciudad para atacarla, hazle primero una oferta de paz. Si acepta y abre las puertas, todos los habitantes de esa ciudad quedarán bajo tu dominio y serán tus esclavos. Pero si la ciudad rechaza la paz y entra en batalla contra ti, la sitiarás; y cuando el Señor tu Dios la entregue en tus manos, matarás a filo de espada a todos sus hombres. Como botín, podrás retener a las mujeres y a los niños, y el ganado y todo lo demás que haya en la ciudad. También podrás comer del botín de tus enemigos, que te entrega el Señor tu Dios. Así tratarás a todas las ciudades lejanas que no pertenezcan a las naciones vecinas. Sin embargo, en las ciudades de los pueblos que el Señor tu Dios te da como herencia, no dejarás nada con vida. Exterminarás del todo a hititas, amorreos, cananeos, fariseos, heveos y jebuseos, tal como el Señor tu Dios te lo ha mandado”.  (Deuteronomio 20: 10-17).

 

Sobre la conquista de la ciudad de Jericó y el destino de los habitantes indígenas, encontramos lo siguiente:

 

 “Entonces los sacerdotes tocaron las trompetas, y la gente gritó a voz en cuello, ante lo cual las murallas de Jericó se derrumbaron. El pueblo avanzó, sin ceder ni un centímetro, y tomó la ciudad”.  (Josué 6: 20)

 

En las ciudades de Muqeideh y Labneh hicieron lo mismo que en Jericó (Josué 10: 28).

Según los Evangelios, Jesús (P) dijo: "No crean que he venido a traer paz a la tierra. No vine a traer paz sino espada” en Mateo 10: 34 y en otra ocasión agregó : “Ahora, en cambio, el que tenga un monedero, que lo lleve; así mismo, el que tenga una bolsa. Y el que nada tenga, que venda su manto y compre una espada” (Lucas 22: 36).

¿Cuál es esta espada? ¿Quién tiene la autoridad para levantarla? La respuesta no está clara y es debatible, tal vez la encontremos cuando Jesús (P) regrese a la Tierra. Hasta la época de Constantino, los primeros cristianos fueron una minoría perseguida aparentemente sometida pero partidarios de la no violencia y a la espera del inminente regreso de Jesús (P), pero de allí en adelante, cuando los cristianos trinitarios se convirtieron en la religión oficial de la era posterior a Constantino, la espada fue levantada por el Estado y los líderes cristianos de la historia libraron numerosas guerras y conquistas en nombre de la religión. El principio cristiano de obediencia a cualquier autoridad se basa en las palabras de Jesús (P) cuando dijo: “Rendíos ante el César”. Los teólogos fueron acrecentando este concepto para racionalizar y legitimizar el derecho divino a gobernar, incluso en un sistema nacional y secular, según la doctrina enseñada por San Pablo  consagrada en estas palabras: “Todos deben someterse a las autoridades públicas, pues no hay autoridad que Dios no haya dispuesto, así que las que existen fueron establecidas por él”.  (Romanos 13: 1)

 

Compararemos estos pasajes de la Biblia con las palabras del Sagrado Libro de Dios, el Corán y las tradiciones del Profeta (P y B), la Sunnah, para brindar más pruebas  que el Islam es en verdad la religión de la paz, a pesar de que algunos musulmanes desobedientes traten de distorsionar la imagen del Islam, y a pesar de la propaganda ponzoñosa, las calumnias y la desinformación ridícula inventada y difundida por los enemigos del Islam en su cruzada contra el Islam y los musulmanes.

 

No negamos que en ocasiones los musulmanes hayan cometido aberraciones e injusticias, pero un vistazo general sobre las tendencias históricas son nuestra evidencia, como hemos mencionado anteriormente en este libro. Y en este sentido, sería pertinente mencionar un par más de ejemplos, ya que muestran un patrón general. Los conquistadores cristianos de Jerusalén asesinaron a todos habitantes judíos y musulmanes, mientras que en la reconquista en manos de Salahedín al-Ayubi sobresale el ejemplo de grandeza y generosidad islámica. También encontramos el contraste del Andaluz (la España musulmana) y Anatolia (Asia menor). Los cristianos echaron a los musulmanes y a los judíos de España o los amenazaban de muerte para que se convirtieran al cristianismo durante la época infame de la Inquisición, el paradigma del trato que los musulmanes recibían del estado cristiano. En la misma época, cuando los musulmanes, en su mayoría de origen turco, conquistaron lo que hoy es Turquía, fueron mucho más tolerantes y hasta el día de hoy,   la Iglesia Ortodoxa permanece en Estambul (ex-Constantinopla). El reconocido orientalista Sir Thomas Arnold rechaza la maliciosa propaganda sobre el Islam y dice: “De todo intento organizado de forzar a los no musulmanes a aceptar el Islam o de cualquier tipo de persecución sistemática para acabar con el cristianismo, no oímos nada. Si los Califas hubieran elegido este camino, hubieran exterminado a los cristianos tan fácilmente como Fernando e Isabel erradicaron al Islam de España o como Luis XIV lo hizo con los protestantes en Francia o como echaron a los judíos de Inglaterra por 350 años. Las Iglesias orientales en Asia perdieron todo tipo de comunicación con el resto de la cristiandad, aunque nadie levantaba un dedo por ellas pues eran acusadas de herejía. Pero sin embargo, la supervivencia de estas iglesias hasta el día de hoy es una prueba irrefutable de la actitud tolerante de los gobernantes musulmanes”[13]. La realidad desafortunada de la historia es que los pasos históricos europeos, más que los islámicos, han venido a dominar el mundo, y que las reacciones contra las guerras religiosas incesantes entre las sectas cristianas de Europa han dado lugar al secularismo, humanitarismo, nacionalismo, ateísmo y a la total ausencia de Dios en la Europa moderna, y vemos que estas tendencias son la raíz de las plagas políticas y socioeconómicas más devastadoras para la humanidad hoy en día.

El prejuicio  existente sobre el objetivo de las conquistas  Islámicas que sostiene que sólo se realizaron para obtener ganancias materiales 

 

La tercera acusación es que las conquistas islámicas, que asustaron a los imperios de la época y por las que el Islam pudo expandirse al Este y al Oeste, fueron realizadas sólo para obtener botines de guerra, placeres mundanales, fama y gloria.

 

Presentaremos algunos hechos de la vida del Profeta (P y B) y los principios islámicos sacados de la historia que se relacionan con este tema. Al principio de su misión como Profeta y Mensajero de Dios, el Profeta Muhammad (P y B) fue rechazado por su pueblo de todas las maneras posibles y por todos los medios intentaron que abandonara su llamado al Islam, además de perseguirlo y oprimirlo como hemos mencionado antes. Los líderes Quraishíes le dijeron: “Si necesitas posesiones y dominio sobre la Península Arábiga, te lo garantizamos. Si necesitas casarte, te ofrecemos que te cases libremente con la joven virgen más hermosa en toda la Península Arábiga”. Le ofrecieron bienes que nadie podía imaginar en esa época, pero el Profeta (P y B) los rechazó. Los líderes Quraishíes le hicieron muchas ofertas para que dejara de difundir su religión, el Islam, y para que no castigara ni expusiera como estúpidas las creencias paganas en ídolos y supersticiones. La respuesta simple, directa y honesta del Profeta (P y B) a todas las tentativas propuestas fue siempre negativa. Una famosa narración de las palabras del Profeta (P y B) dice: “¡Por Dios! Si me pusieran el sol sobre mi mano derecha y la luna sobre mi mano izquierda para presionarme a abandonar mi misión, no lo haría. Nunca me rendiré ni aceptaré vuestro pedido. Seguiré con mi misión hasta que el Islam prevalezca y sea aceptado y practicado en toda la Península Arábiga, o hasta que me separen la cabeza de mi cuerpo”[14].

 

Otro hecho que vale la pena mencionar  son las cartas enviadas por el Profeta (P y B) a los reyes y demás gobernantes de su época en las que claramente decía que se respetaban sus liderazgos como jefes, sus posesiones y dominios si aceptaban el Islam, preservando la paz y la justicia.

 

Por ejemplo, la famosa carta a Heráclito, el Emperador de Roma y Bizancio que decía: “En el nombre de Dios, el Compasivo y Misericordioso. De Muhammad, el siervo de Dios y Su Profeta para Heráclito. La paz sea sobre él, que sigue el camino correcto. Luego de esto, os invito a uniros al Islam. Por eso, si deseáis seguridad, aceptad el Islam. Si aceptáis el Islam, Dios os recompensará el doble y si os rehusáis, la responsabilidad de la trasgresión de toda la nación será vuestra. Dios, Todopoderoso, dice: ‘Di: ¡Oh, Gente del Libro! Convengamos en una creencia común para nosotros y vosotros: No adoraremos sino a Dios, no Le asociaremos nada y no tomaremos a nadie de entre nosotros como divinidad fuera de Dios. Y si no aceptan decid: Sed testigos de nuestro sometimiento a Dios’ (3:64)”. (Transmitido por Bujari y Muslim)

 

Anas narró: “El Mensajero de Dios (P y B) nunca se acercó a darle una recompensa a nadie que aceptara el Islam, pero lo permitía. En una ocasión, un hombre vino y pidió algo a cambio de hacerse musulmán. El Profeta (P y B) le ofreció del tesoro del Estado Islámico, un rebaño de ovejas que estaba pastando en un valle entre dos montañas en Medina. Tras lo cual el hombre volvió a su pueblo y le dijo a la gente: Aceptad el Islam y Muhammad os dará tal recompensa que quien lo reciba nunca más será pobre. Todas las personas relacionadas con este hombre aceptaron el Islam y se hicieron musulmanes‘‘. Anas agregó a su relato: ‘‘Un hombre puede aceptar el Islam para obtener ganancias materiales, pero ni bien sienta la dulzura del Islam, la fe le llenará su corazón más que el mundo entero y lo que hay en él”. (Transmitido por Bujari y Muslim)

 

También podemos analizar los bienes que el Profeta (P y B) dejó como herencia al morir. Amr bin al-Harith narró: “Tras su muerte, el Profeta (P y B) no dejó ni un dirham ni un dinar (monedas de la época), ni tampoco esclavos, sirvientes ni nada más que su mula blanca, su arma y un terreno que declaró como una caridad para los musulmanes”. (Transmitido por Muslim)

 

De hecho, la armadura personal del Profeta (P y B) fue entregada a un judío como pago por una medida de cebada para alimentar a su familia luego de su muerte. ¿Entonces cómo puede una persona con sentido común acusar a un hombre como el Profeta Muhammad (P y B) de haberse encaprichado por las ganancias materiales, posesiones, placeres mundanales efímeros o gloria?  Los emperadores, los líderes nacionalistas, sus generales y guerreros buscan la gloria, territorios y botines, pero los hechos mencionados demuestran que el Mensajero de Dios se dedicó pacíficamente a difundir el Islam para el propio beneficio de la humanidad y permitió que cada uno se ganara la vida y satisficiera sus necesidades materiales libremente dentro de lo lícito para el Islam. Los compañeros del Profeta (P y B) y sus seguidores dan el ejemplo de rectitud y de su forma de vida derecha y ascética, que no estaba dedicada a las posesiones mundanales ni a los placeres de esta vida.

 

Durante la batalla de Uhud, el Profeta (P y B) comentó: “Levantaos para ganar el Paraíso, que es tan grande como todos los Cielos y la Tierra juntos”. Un hombre llamado Omair bin al-Hemam oyó estas palabras y le preguntó: “¡Oh, Profeta de Dios! ¿Quieres decir que la recompensa es el Paraíso, que es tan amplio como los Cielos y la Tierra juntos?”. El Profeta (P y B) asintió. Entonces el compañero dijo: “¡Bendito sea! ¡Bendito sea!”. El Profeta (P y B) le preguntó: “¿Qué te hace decir esto?”. El hombre respondió: “¡Oh, Profeta de Dios! Mi único deseo es ser uno de los habitantes del Paraíso”. El Profeta (P y B) dijo: “Ciertamente tú eres uno de los habitantes del Paraíso”. Tras oír estas palabras, el hombre había sacado algunos dátiles para comer antes de la batalla, pero los tiró al aire y dijo: “¡Por Dios! Si viviera para terminar de comer estos dátiles sería una larga vida”. Se apresuró a pelear contra los enemigos del Islam con todas sus fuerzas hasta alcanzar la muerte. (Transmitido por Muslim)

 

Un hombre llamado Shaddad bin al-Hadi narró que un beduino se acercó al Profeta (P y B) y le expresó su interés por el Islam. El beduino pronto abrazó el Islam y le dijo que quería emigrar con él hacia Medina. El Mensajero de Dios (P y B) le pidió a los musulmanes que lo cuidaran y así lo hicieron. Luego, los musulmanes pelearon en una batalla contra los paganos y como resultado se quedaron con un botín de guerra importante. El Mensajero de Dios (P y B) distribuyó el botín en partes iguales entre sus compañeros y el beduino recibió una parte por haber participado de la batalla. El beduino preguntó: “¿Por qué es esto?”. El Profeta (P y B) le respondió: “Esta es una parte del botín por tu participación en la pelea”. El beduino dijo: “Pero yo no te he jurado lealtad para obtener ganancias materiales, de hecho, te seguí con la esperanza de que una flecha enemiga me atravesara la garganta, así sería recompensado con el Paraíso”. El Mensajero de Dios (P y B) dijo: “Si eres sincero con Dios, seguramente Dios cumplirá tus deseos”. Más tarde se libró otra batalla y entre las víctimas encontraron al beduino con una flecha atravesando su garganta. Se lo llevaron al Profeta (P y B), quien preguntó: “¿No es este el beduino?”. Le respondieron afirmativamente. Entonces dijo: “Ciertamente este hombre era sincero con Dios. Por eso, Dios, el Más Grande es Sincero con él”. El Mensajero de Dios entregó su capa para que envolvieran al beduino martirizado. Se realizó el funeral y rezaron por su él y pronunciaron la siguiente súplica por el alma del mártir: “¡Oh, Dios! Éste es Tu siervo, que emigró por Tu causa. Murió como un mártir. Soy testigo de ello”. (Transmitido por Nisae)

Este incidente es el testimonio de un hombre que rehusó su parte del botín porque sólo buscaba la recompensa de Dios con sinceridad.

 

El famoso Califa bien guiado y compañero del Profeta (P y B), Omar bin Al Jatab, cuyas conquistas llegaron a vastas áreas del mundo incluyendo los Imperios Romano y Persa, se lastimó el estómago por falta de alimento. Cuando escuchó el gruñido de su propio estómago, Omar dijo: “¡Oh, mi querido estómago! Gruñe o quédate quieto. Por Dios que no te llenarás como corresponde hasta que los musulmanes hayan comido lo suficiente”. (Baihaqi in al-Sunan, 9/42)

 

Los botines de guerra que los primeros musulmanes ganaban en sus conquistas eran suficientes para que llevaran una vida próspera, pero el motivo real detrás de las conquistas era llevarle a la gente la Palabra de Dios y la religión del Islam, lo que se evidencia por el hecho de que la gente conquistada tenía la libertad de elegir el Islam como religión y forma de vida, y si lo hacían, entonces recibían todos los derechos de los pueblos musulmanes. Este acercamiento equitativo e igualitario era desconocido para el mundo de entonces, construido sobre imperios con preferencias raciales y nacionalistas donde sólo algunos eran los nobles privilegiados y el resto eran ciudadanos de segunda en el mejor de los casos, si no les tocaba ser sirvientes, esclavos o siervos feudales. Si el pueblo conquistado rechazaba el Islam, debían pagar el Jizyah, un impuesto simbólico a cambio de protección para sus vidas, propiedades y bienes garantizada por el Estado Islámico. Además, quienes pagaban ese impuesto disfrutaban de todas las comodidades que ofrecía el Estado Islámico y no pagaban otros impuestos, mientras que los musulmanes estaban obligados a pagar el Zakat (la caridad obligatoria de acuerdo con los bienes acumulados; la suma del 2,5% de lo acumulado en el año o una cantidad específica de lo que produjera en el campo). Normalmente el Zakat era mucho más que el Jizyah.

 

Si los no musulmanes en un territorio conquistado rechazaban ambas opciones y elegían seguir siendo agresivos, entonces se comenzaba una guerra contra ellos para poder entregar el mensaje del Islam a la gente común. La razón esencial de estas guerras era que los habitantes de esos países no musulmanes podrían abrazar el Islam si hubieran conocido los principios del Islam y su misión. Por esta razón, Dios Sabe más, el Islam le permite a los musulmanes liberar batallas para entregar el Mensaje de Dios a los no musulmanes.

 

Uno de los más grandes militares del Islam, Jalid Bin al-Walid, el más famoso y exitoso general de los primeros musulmanes, murió y las únicas posesiones que tenía eran sólo un caballo, su espada y un sirviente. ¿Puede haber algún rasgo de haber llevado una vida materialista en lo que dejó de herencia alguien tan importante como él? Los libros de Historia islámica están repletos de numerosas relatos de hombres de este calibre que confirman que las ganancias mundanales no eran el objetivo de los primeros musulmanes, sino que esperaban la recompensa de Dios, el Más Generoso y Dadivoso, a cambio de su sincera aceptación del Islam, la religión divina de la guía de Dios. Al respecto, el Profeta (P y B) dijo: “Si una sola alma, hombre o mujer, es guiada por ti hacia el Islam, es mejor para ti que los camellos colorados (es decir, lo más preciado para los árabes de esa época)”. (Transmitido por Muslim y otros)

 

Existen muchos otros relatos de los primeros musulmanes que por voluntad propia renunciaban a todos sus bienes y ahorros y los entregaban como caridad tras aceptar el Islam. Los primeros miembros de la tribu de Quraish se destacaban por esta característica. A otros les quitaban todos sus bienes porque sus familias los boicoteaban por el enojo que les provocaba que hubieran aceptado el Islam. También les confiscaron las posesiones ni bien emigraron a Medina. Hubo quienes se involucraron tanto en el trabajo de difusión del Islam que le dedicaron todo su tiempo y sus riquezas. Como ejemplo podemos citar la batalla decisiva de Nahawand, donde un compañero del Profeta (P y B) llamado an-Numan bin Muquin al Mozani hizo la siguiente súplica: “¡Oh Dios! Honrada y Glorificada sea Tu Divina Religión y dales la victoria a quienes creen en Ti. ¡Oh Dios!  Déjame ser el primer mártir de esta batalla. ¡Oh Dios! Garantízale a mis ojos el placer de ver la mejor conquista que traiga honor y dignidad al Islam. ¡Oh, gente! Tened fe en Dios, ciertamente Él los cubrirá con Su Misericordia”. ¿Existe algún rasgo de materialismo, codicia o deseo de gloria personal en esta súplica? El objetivo principal es en verdad buscar la complacencia de Dios y el deseo sincero de llamar a otros al Islam para su propio beneficio.

 

El gobernante de Egipto, el Muqawqis, envió a su mensajero al general musulmán, Amr bin al-Aas que había conquistado Egipto. El general tenía sitiado el fuerte de Babilonia y el gobernante egipcio le pidió a su espía un informe sobre lo que observaba dentro del fuerte. El espía dijo: “Los musulmanes prefieren la muerte a la vida. Prefieren ser modestos y humildes a ser orgullosos y arrogantes. He notado que no tienen interés por los bienes y cosas mundanales. Se sientan en el suelo y su líder se sienta con todos los demás. Nadie puede diferenciar entre el líder y los liderados, el amo y el esclavo. Son casi iguales, sin importar el rango que tengan”.

 

Estos y muchos otros ejemplos demuestran que acumular botines de guerra y engrandecimiento personal no eran los objetivos de los primeros musulmanes, sino que el fervor de la misión del Islam por guiar a la humanidad los impulsaba a abandonar sus hogares e ir a otros territorios para llevar el mensaje del Islam.

La teoría y práctica de la guerra justa en el Islam

 

 

El Islam, como hemos explicado anteriormente, es una religión Divina de sumisión a Dios y a Su guía revelada para el hombre, que busca la paz y enseña la misericordia. A pesar de que el Islam llama a relacionarse con la gente de otros países pacíficamente, entrar en guerra puede llegar a ser inevitable y se considera como último recurso. Dios ha limitado a cinco los casos en los que se puede ir a una guerra. De acuerdo con la terminología islámica, no se trata de una guerra sino de la “Jihad”, que en árabe significa luchar por alcanzar algo y hacer un gran esfuerzo por la causa de Dios. La diferencia esencial entre la guerra y la Jihad es que el objetivo de la Jihad es defender a los musulmanes, permitirles ejercer su derecho de invitar a otros al Islam y difundir el mensaje universal de la Palabra Divina de Dios, Enaltecido y Todopoderoso. En cuanto a la guerra, puede ser para defenderse de una agresión, lo cual sería una razón legítima dentro de ciertas condiciones, pero en general la historia ha demostrado que las guerras se han librado normalmente como represalia de alguna vendetta, para lograr la expansión imperial, colonial y corporativa o para controlar, explotar, saquear y robar los recursos de un lugar o simplemente para obtener fama y gloria. El Islam no permite cualquier razón para ir a la guerra y la mayoría de los objetivos recién mencionados hacen que una guerra sea ilegítima y quienes la comienzan merecerían recibir una retribución justa. Existen sólo cinco razones legítimas para declarar la Jihad:

 

  1. Para defenderse de un ataque contra la vida, las propiedades, los bienes y el honor de la Nación musulmana y sus límites geográficos. Esto se basa sobre la aleya del Sagrado Corán que dice:

“Y combatid por la causa de Dios a quienes os combatan, pero no seáis agresores; porque ciertamente Dios no ama a los agresores”. (2: 190) También está expresado en el siguiente dicho del Mensajero de Dios (P y B):

“Quien muera por proteger sus pertenencias es un mártir; quien muera por protegerse a sí mismo es un mártir; quien muera por proteger su religión es un mártir; quien muera por proteger a su familia es un mártir”. (Transmitido por Tirmidi, Abu Daud, Nisaai e Ibn Majah)

 

  1. Para defenderse de la opresión o para proteger a los más débiles e indefensos. La Jihad de este tipo tiene un objetivo claramente humanitario y obligatorio. Dios, el Majestuoso, dice en el Sagrado Corán:

 

 “¿Por qué no combatís por la causa de Dios, cuando hay hombres, mujeres y niños oprimidos que dicen: ¡Señor nuestro! Sálvanos de los habitantes opresores que hay en esta ciudad. Envíanos quien nos proteja y socorra?”.  (4: 75)

 

Esta orden de resistir la agresión y la persecución está expresada también en otra aleya del Corán que dice:

 

 “Por cierto que los creyentes que emigraron, contribuyeron con sus bienes y combatieron por la causa de Dios son los aliados de aquellos que les refugiaron y les socorrieron (en Medina). En cambio, a quienes no emigraron no tenéis la obligación de socorrerlos hasta que emigren. Pero si os piden que les auxiliéis para preservar su religión debéis hacerlo, salvo que se encuentren con quienes celebrasteis un pacto (de no agresión); y sabed que Dios bien ve lo que hacéis”.  (8: 72)

 

  1. Como represalia por incumplimiento o violación de un pacto o trato celebrado solemnemente. Esto está expresado en el Sagrado Corán, cuando Dios dice:

 

 “Y si quebrantan sus juramentos después de haber celebrado un pacto e insultan (y combaten) vuestra religión, combatid entonces a los líderes de la incredulidad para que dejen de agrediros, pues para ellos no existen los pactos. ¿Acaso no combatiríais a quienes faltan a sus juramentos y planean la expulsión del Mensajero, y ellos son lo que comenzaron primero (a combatiros)? ¿Acaso les teméis? Sabed que Dios es más digno de que Le temáis, si es que sois creyentes”.  (9: 12-13)

 

  1. Como acciones disciplinarias contra los musulmanes que atacan o comienzan hostilidades sin una causa justa y continúan obstinadamente la vía de la agresión, como dice Dios en el Sagrado Corán:

 

 “Y si dos grupos de creyentes combaten entre sí, procurad reconciliarles. Si uno de los dos actúa abusivamente contra el otro, combatid al grupo opresor hasta que respete las leyes que Dios ha establecido; y si lo hace, entonces conciliad ambos grupos con equidad. Sed justos, pues Dios ama a quienes establecen la justicia”. (49: 9)

 

Este tipo de Jihad prueba que el propósito de la misma es siempre para establecer la ley y la justicia aún contra algunos  musulmanes desobedientes que hayan cometido crímenes.

 

  1. Para difundir la religión del Islam cuando hacerlo en forma pacífica resulta imposible. Este tipo de Jihad se realiza como último recurso luego de haberlo intentado en vano. El primer paso es invitar al Islam predicando pacíficamente como lo hizo el Profeta de Dios (P y B) cuando enviaba cartas a los gobernantes de otras regiones invitándolos al Islam. Si el gobernante se rehusaba, se les ofrecía la opción de convertirse en dimmis, es decir, gente no musulmana gobernada por sus propias leyes y respetando su religión bajo la protección del Estado islámico para mantener el orden y la seguridad pagando un impuesto en lugar de hacer el servicio militar. Sólo cuando los no musulmanes hayan rehusado estas condiciones, puede comenzar una lucha armada por oponerse a la propagación pacífica del Islam. Los musulmanes tienen obligación de declarar la Jihad contra aquellos que no sólo rechazan el mensaje universal del Islam que sólo Dios es digno de ser adorado y que el Profeta Muhammad (P y B) es Su Mensajero, sino que además detienen y restringen la propagación de que este mensaje se haga de forma pacíficamente.  El Islam es la fe y la religión universal de Dios, Nuestro Señor y Creador, y es Él quien sustenta a la toda la humanidad, es decir que no es para un pueblo en particular sino que es para todas las personas que quieran aprender el Islam y tener la chance de someterse a Dios por propia voluntad. Que la gente acepte y se convierta al Islam no es la misión ni el objetivo de los musulmanes porque la guía está sólo en las manos de Dios, el Más Sabio, el Sublime. Todos deben tener la oportunidad de escuchar sobre las bondades, la justicia, la hermandad, el amor, la igualdad y la paz que enseña el Islam. Dios, Todopoderoso, dice en el Sagrado Corán:

 

 “Y combatidlos hasta que cese la sedición (de la idolatría) y sea la religión de Dios la que prevalezca y si desisten (de la incredulidad o aceptan pagar un impuesto para vivir bajo la protección del estado islámico conservando su religión), pues Dios bien ve lo que hacen (y les juzgará acorde a ello)”.  (8: 39)

 

Si en algún momento, los enemigos del Islam y de los musulmanes cesan las hostilidades y las agresiones, y demandan o aceptan los términos para alcanzar la paz, entonces los musulmanes están obligados a cesar el fuego y comenzar con las negociaciones porque seguir en guerra sería ilegal para ellos. Dios, el Más Sabio y Omnisciente, dice:

 

 “Salvo quienes pertenezcan a una tribu con la que hayáis realizado algún pacto, o se presenten ante vosotros acongojados por tener que combatiros como si tuvieran que combatir contra su propia gente. Si Dios hubiera querido, les habría otorgado poder sobre vosotros y os habrían combatido. Y si se retiran y no os combaten y os proponen la paz, entonces Dios no os concede autoridad para agredirlos”.  (4: 90)

 

Las causas para comenzar una guerra justa son las que arriba hemos enumerado. Existen otras aleyas del Corán que respaldan estos conceptos. Por ejemplo, Dios dice:

 

“Te preguntan si es lícito combatir en los meses sagrados (Muharraq, Rayab, Dul Qada y Dul Hiyya). Diles: combatir en los meses sagrados es un gran pecado, pero apartar a los hombres del sendero de Dios, la incredulidad y expulsar a la gente de la Mezquita Sagrada es aún más grave para Dios. Y (sabed) que la sedición es peor que matar (en un mes sagrado). No dejarán de combatiros, si pueden, hasta apartaros de vuestra religión.  Y quien reniegue de su religión y muera en la incredulidad, sus obras habrán sido en vano, en esta vida y en la otra. Ellos son los moradores del Fuego, donde estarán eternamente”.  (2: 217)

 

Y también dice:

“Combatidlos hasta que cese la sedición y triunfe la religión de Dios, pero si dejan de combatiros que no haya más enemistad, excepto con los agresores”.   (2: 193)

 

Y dice:

“Los creyentes combaten por la causa de Dios. Los incrédulos en cambio, combaten por la del Seductor. Combatid contra los secuaces de Satanás, y (sabed que) las artimañas de Satanás son débiles”.   (4: 76)

 

Todos los otros tipos de guerras que resulten en destrucción y en una gran pérdida de vidas y propiedades están prohibidas en el Islam. Una guerra librada para demostrar fuerza y supuesta superioridad, como las  infundadas guerras preventivas, también están prohibidas en el Islam. Dios dice en el Sagrado Corán:

 

 “Y no seáis como aquellos (incrédulos de La Meca) que salieron de sus hogares con arrogancia y ostentación ante su gente, para (defender la caravana y) apartar a los hombres del sendero de Dios; pero Dios está bien enterado de lo que hacen”.  (8: 47)

 

A pesar de que el Islam permite pelear por las razones de fuerza mayor que hemos detallado, impone reglas estrictas sobre la conducta de los líderes y soldados durante la guerra y obliga a todos a conservar los modales islámicos y la ética incluso en los momentos más difíciles. Los combatientes musulmanes tienen permitido atacar y matar sólo a quienes pelean contra ellos en el campo de batalla. Tienen prohibido atacar, matar o incluso molestar a los ancianos, niños, mujeres, enfermos, heridos o quienes se recluyan en oración porque no son partidarios de la violencia. Tampoco pueden matar a un soldado enemigo que esté peleando contra ellos y caiga herido en el campo de batalla. El Islam prohíbe la mutilación de los cadáveres de cualquier enemigo. Es más, el Islam prohíbe incluso que se maten los animales del enemigo y que se destruyan sus campos, casas e infraestructura, salvo que sea estrictamente necesario. Además, prohíbe que se contamine el agua de los enemigos. El Islam considera que todos estos actos son un trastorno para la sociedad y causan penurias innecesarias para la gente común.

La Jihad en el Islam es un medio para permitir que la Palabra de Dios y el mensaje del Islam sean propagados libremente. Como Dios dice en el Sagrado Corán, la intención de esta vida para un musulmán, es anhelar la Vida Eterna realizando buenas obras:

 

 “Y trata de ganarte el Paraíso con lo que Dios te ha concedido, y no te olvides que también puedes disfrutar de lo que Dios ha hecho lícito en esta vida. Sé generoso como Dios lo es contigo, y no corrompas la Tierra; ciertamente Dios no ama a los corruptos”. (28: 77)

 

Entre las enseñanzas y la guía del Mensajero de Dios (P y B) para los muyahidines encontramos las siguientes:

 

“Quien lucha y se esfuerza para hacer el Mundo de Dios el Más Supremo, es quien lucha y se esfuerza por la causa de Dios”. (Transmitido por Bujari y Muslim)

 

En una ocasión, encontraron el cuerpo de una mujer muerta en una batalla, el Mensajero de Dios (P y B) dijo que ella no estaba peleando y prohibió que mataran mujeres y niños. (Transmitido por Muslim)

 

También dio las siguientes instrucciones:

 

“Comenzad vuestra lucha en el Nombre de Dios contra quienes declaren no creer en Dios. Combatidlos, pero no violéis vuestros acuerdos y contratos. No mutiléis los cuerpos de los caídos en combate. No matéis a un bebé recién nacido”. (Transmitido por Muslim)

Y dijo: “Avanzad en el Nombre de Dios. No matéis a un anciano, ni a un niño, ni a una mujer, y no excedáis los límites”. (Transmitido por Malik y Abu Dawud)

El compañero Abu Bakr as-Sidiq, el primer Califa musulmán del Estado Islámico, aconsejó al ejército musulmán encomendándoles lo siguiente: “Esperad antes de iros. Me gustaría daros los siguientes consejos: No traicionéis ni actuéis traicioneramente. No robéis de los botines de guerra hasta que se distribuyan legalmente como es debido. No violéis los pactos y acuerdos con el enemigo. No mutiléis los cuerpos de los enemigos que mueran en la batalla. No matéis a un niño, ni a una mujer, ni a un anciano. No cortéis ni queméis una palmera ni cualquier otro árbol. No cortéis un árbol frutal. No matéis un cordero, una vaca ni un camello si no lo vais a comerlos. Tal vez os crucéis con gente que se recluye para adorar a Dios, dejadlos en paz. No los molestéis ni les causéis ningún daño”. (Transmitido por at-Tabari, vol. 3, pág. 226, y otros)

 

Los musulmanes deben declarar la guerra antes de comenzar a pelear porque no son traicioneros ni deshonestos. El Islam impone sobre los combatientes la mejor ética y moral, adhiriendo a la justicia y a la no opresión cuando se ataca al enemigo.

 

Omar bin Abdul-Aziz, uno de los primeros Califas musulmanes de los Omeyas, fue enfrentado por una delegación de soldados de la ciudad de Samarqand que se quejaban del líder musulmán Qutaibah porque habían sido atacados por sorpresa. El Califa le envió una carta al juez para que investigara el asunto y, si el juez dictaminaba que los musulmanes debían abandonar la ciudad por hacer abuso de confianza y cumplir el dictamen. El gobernador de Samarqand asignó a un juez llamado Jomai bin Hader al-Baji quien dictaminó que los musulmanes debían dejar la ciudad que habían conquistado porque el comandante del ejército musulmán debía haber declarado la guerra abiertamente antes de invadir el territorio y de atacar a la gente de Samarqand para darles la oportunidad de prepararse y saber los motivos del ataque. Al ver cómo los musulmanes resolvieron el conflicto con justicia, la gente de Samarqand decidió cesar las hostilidades y aceptaron los términos de las leyes islámicas[15].

 

En cuanto a los cautivos y prisioneros, un tema siempre sensible y divisorio entre las partes en guerra, el Islam prohíbe estrictamente la intimidación, tortura, mutilación o matarlos de hambre. Ciertamente alimentarlos es una virtud que es recompensada por Dios:

 

 “Y, a pesar del amor que tenían por los bienes, alimentaron al pobre, al huérfano y al cautivo. Y dijeron: Os damos de comer sólo porque anhelamos el rostro de Dios (y Su complacencia). No queremos de vosotros retribución alguna ni agradecimientos”.  (76: 8-9)

 

El líder islámico se reserva el derecho de liberar a los prisioneros de guerra sin pedir rescate alguno, establecer los términos de un rescate o puede liberarlos como un intercambio pidiendo por los prisioneros musulmanes que hayan sido capturados por el enemigo. Al respecto, el Sagrado Corán dice:

 

 “Cuando os enfrentéis a los incrédulos, matadles hasta que les sometáis, y entonces apresadles. Luego, si queréis, liberadles o pedid su rescate. (Sabed que) Esto es para que cese la guerra, y que si Dios hubiese querido, os habría concedido el triunfo sobre ellos sin enfrentamientos, pero quiso poneros a prueba con la guerra; y a quien caiga en la batalla por la causa de Dios, Él no dejará de recompensar ninguna de sus obras”.  (47: 4)

 

Con respecto a los no musulmanes residentes en los países conquistados, la Gente del Libro (es decir judíos y cristianos) era tratada con respeto, se mantenía su integridad, dignidad y honor, sus bienes y propiedades estaban a salvo de agresiones o de ser confiscadas. Nunca se los molestaba, ni a sus mujeres, ni se los humillaba de ningún modo. Los hogares de sus familias quedaban intactos. En resumidas cuentas, se los trataba con justicia. Se respetaba su religión original y, si ellos decidían seguir con su fe, debían respetar y obedecer las reglas islámicas y la religión del Islam y ayudar mantener el bienestar de la sociedad. Este concepto está expresado en varias aleyas del Corán y dichos del Profeta (P y B), por ejemplo, Dios dice:

 

 “Aquellos que, si los afianzamos en la Tierra, practican la oración prescrita, pagan el Zakat, ordenan el bien y prohíben el mal. Y a Dios vuelven todos los asuntos”. (22: 41)

 

Una de las mejores evidencias de estas enseñanzas es el ejemplo que dio Omar bin al-Jatab, el segundo Califa del Estado Islámico y el conquistador de los Imperios Romano y Persa, a los habitantes de Jerusalén cuando entró victorioso a la ciudad de Aelia. Tabari narró que les escribió lo siguiente:

 

“En el Nombre de Dios, el Más Compasivo, el Más Misericordioso. Este es el pacto de seguridad que os garantiza el siervo de Dios, Omar el comandante de los creyentes para la gente de Aelia. Él os garantiza la seguridad de sus vidas y sus propiedades, sus iglesias y sus cruces, los pocos o muchos adherentes a la religión cristiana. Está prohibido dañar, demoler o disminuir las iglesias o sus dominios. Ni tampoco se pueden dañar las cruces ni ninguna propiedad de ninguna manera. No se los puede obligar a abandonar su fe y no serán lastimados. No se les permite a los judíos vivir en Aelia. La gente de Aelia tiene la obligación de pagar el Jizya, como es el caso de la gente de Madani, así como tampoco deberán interponerse con los bizantinos. A quienes deseen abandonar Aelia se les garantizará la seguridad de sus vidas y propiedades hasta que lleguen a destino. A quienes decidan quedarse en Aelia se le garantizará lo mismo y compartirán con la gente de Aelia sus derechos y el pago del Jizya. Lo mismo aplica para personas de otros lugares. Quienes quieran marchar con los bizantinos, pueden ir y quienes quieran regresar con su gente, no serán obligados a pagar nada hasta que hayan recogido su cosecha. Dios es testigo del contenido de este trato, y también lo es Su Profeta, sus sucesores y los creyentes. Atestiguan Jalid Ibn Al-Walid, Amr Ibn Al-Aas, Abdurahman Ibn Al-Awf y Muawiyah Ibn Abu Sufian. Celebrado en el año 15 de la Hégira”.

Sin duda no existen registros en la historia de la humanidad de un trato como este. Creemos que éste es el mejor ejemplo de nobleza, justicia y tolerancia por parte de los conquistadores musulmanes con los derrotados. La mayoría de los conquistadores les quitan los derechos, las libertades y el honor a los pueblos que derrotan, sometiéndolos a la esclavitud o a ser ciudadanos de segunda al servicio de los conquistadores. Omar bin al-Jatab podría haber optado por este tipo de términos y condiciones contra los cristianos y judíos en ese momento, pero siguió el ejemplo del Profeta Muhammad (P y B) en su generosidad y grandeza cuando conquistó Meca después de años de tratar con las guerras traicioneras del período de Medina y la terrible persecución del período de la misión en Meca. Esta justicia apuntaba al noble objetivo de propagar la Palabra de Dios y no de obtener ganancias personales ni ventajas nacionales. Este, entre otros ejemplos, demuestra la justicia, tolerancia y belleza del Islam, la Divina religión revelada por Dios para lograr la paz universal y justa. Las leyes de Dios, Todopoderoso, se deben aplicar sobre todos por igual, sin excepciones ni favoritismos.

 

Los no musulmanes que vivían bajo el dominio islámico tenían la obligación de pagar el Jizyah (impuesto), que era una suma de dinero simbólica impuesta sobre los residentes no musulmanes que por propia voluntad elegían mantener su religión y estilo de vida bajo el gobierno del Estado Islámico. Así lo explica Dios mismo en el Sagrado Corán:

 

 “Combatid a quienes no creen en Dios ni en el Día del Juicio, no respetan lo que Dios y Su Mensajero han vedado y no siguen la verdadera religión (el Islam) de entre la Gente del Libro (judíos y cristianos), a menos que éstos acepten pagar un impuesto (por el cual se les permite vivir bajo la protección del Estado islámico conservando su religión) con sumisión”. (9: 29)

 

Este impuesto podía ser de tres tipos y se calculaba en la moneda corriente del momento y lo pagaba cada individuo una vez al año:

 

  1. El Jizyah de los ricos y personas influyentes. Se estipulaba en cuarenta y ocho dirhams de plata.
  2. El Jizyah de la clase media, es decir, los comerciantes, negociantes y granjeros. Se estipulaba en veinticuatro dirhams de plata.
  3. El Jizyah que se le cobraba a los obreros y artesanos que tuvieran trabajo. Se estipulaba en doce dirhams de plata.

 

El Jizyah impuesto sobre los no musulmanes que vivían en el Estado Islámico era un signo de sumisión al Estado como un pago simbólico a cambio de seguridad para su honor, integridad, bienes y vidas en caso de que fueran atacados por el enemigo o surgieran problemas internos y también porque así estaban exentos de hacer el servicio militar. Esta protección incluía todos los derechos y obligaciones que se especificaban y se acordaban en un contrato. Los musulmanes también tenían tareas adicionales, incluida la obligación de servir en el ejército cuando fuera necesario, pagar el Zakat (caridad obligatoria) y otras formas de Sadaqah (caridad voluntaria).

Jalid bin al-Walid, un reconocido general musulmán, en uno de sus pactos contractuales con los no musulmanes que vivían en el Estado Islámico, dijo: “Os he dado mi juramento de aceptar vuestro Jizyah y a cambio os protegeré de todos los problemas que puedan surgir. Si cumplimos en ofreceros nuestra protección, aceptaremos el impuesto. Si no, entonces no tenéis obligación de pagar hasta que nosotros os demos la protección que hemos prometido”. (Historia de Balathuri)

 

L. Veccia Vaglieri, en su libro intitulado Defendiendo el Islam, dice: “La gente que era conquistada por los gobernantes islámicos tenían la libertad de mantener y preservar su fe y sus tradiciones, siempre que los individuos eligieran esta opción y no aceptaran la forma de vida del Islam, a cambio de un impuesto razonable que le pagaban al Estado Islámico. Este impuesto era menor que la cantidad que los musulmanes debían pagar al gobierno. Los no musulmanes residentes en el Estado Islámico pagaban este impuesto para recibir la misma protección que el Estado le brindaba a los musulmanes”.

 

Debemos recordar que los tres tipos de Jizyah explicados anteriormente se aplicaban sobre quienes tenían ingresos, ya que los pobres, necesitados, menores, mujeres, monjes, sacerdotes, rabinos, discapacitados y ciegos estaban exentos de pagarlo, y de igual modo, recibían protección y se atendían sus necesidades con dinero del tesoro del Estado.

Por ejemplo, Omar bin al-Jatab en una ocasión estaba sentado y un judío anciano pasó por allí pidiendo limosna. Omar preguntó por el estado de esa persona y le dijeron que estaba viviendo como no musulmán en el Estado Islámico y pagaba el Jizyah por su protección. Entonces Omar dijo: “No hemos sido justos con usted. Lo hemos obligado a pagar el impuesto que hemos cobrado mientras era joven y era capaz de trabajar y ahora no le estamos brindando el bienestar que le corresponde y los beneficios que tiene por ser anciano e impedido”.

 

Entonces Omar llevó al anciano a su propia casa, lo alimentó y le ofreció ropa adecuada. A partir de ese momento él mismo estuvo a cargo del Tesoro Islámico, revisó el caso de este hombre y de quienes estaban en la misma situación y les dio un ingreso suficiente del Tesoro Islámico a ellos y a sus familias. Dios, Todopoderoso, dice en el Corán:

 

 “Ciertamente que el Zakat es para los pobres, los menesterosos, los que trabajan en su recaudación y distribución, aquellos que (por haber mostrado cierta inclinación por el Islam o haberlo aceptado recientemente) se desea ganar sus corazones, la liberación de los cautivos, los endeudados, la causa de Dios y el viajero insolvente. Esto es un deber prescrito por Dios, y Dios es Omnisciente, Sabio”. (9: 60)

 

Los pobres son los musulmanes y los necesitados son la Gente del Libro (judíos y cristianos). (Abu Yusef, Al-Jaray, pág. 126)

 

En el juramento de Jalid bin al-Walid a los no musulmanes de la ciudad de al-Hirah, en Irak, escribió lo siguiente: “Cualquier no musulmán que viva bajo la protección del Estado Islámico que llegue a la ancianidad o ya no pueda trabajar, sufra una enfermedad terminal, esté en quiebra de modo tal que necesite vivir de la caridad de su gente, no tendrá la obligación de pagar el Jizyah. Se les proveerá sus necesidades esenciales a ellos y a sus familias con dinero del Estado”.  (Abu Yusef, Al-Jaray, pág. 144)

 

Lis Lictenstadter, un estudioso alemán, en su libro intitulado El Islam y la Modernidad, dice: “La opción que le daban a la gente de Persia y Roma o de occidente, durante el período de expansión del Islam, no era morir con la espada o aceptar el Islam como modo de vida. De hecho, la opción era aceptar el Islam o pagar un impuesto a cambio de protección. Este es un plan digno de ser admirado que se aplicó más tarde en Inglaterra durante el reinado de la Reina Elizabeth”[16].

 

Los no musulmanes que vivían bajo el dominio islámico disfrutaban de total protección y del respeto de sus derechos. Dios, el Altísimo, dice en el Sagrado Corán:

 “Es posible que Dios guíe a vuestros enemigos e infunda afecto entre vosotros, pues Dios tiene poder para ello. Ciertamente Dios es Absolvedor, misericordioso. Dios no os prohíbe ser benevolentes y equitativos con quienes no os han combatido por causa de la religión ni os han expulsado de vuestros hogares, pues ciertamente Dios ama a los justos. Dios sólo os prohíbe que toméis como aliados a quienes os han combatido por causa de la religión y os han expulsado de vuestros hogares o han contribuido a vuestra expulsión.  Y sabed que quienes les tomen como aliados serán inicuos”.  (60: 7-9)

El Mensajero de Dios (P y B) dijo:

“Quien le haga un mal a un pactante o afecte sus derechos o lo explote o le arrebate algo de él, yo seré su fiscal el Día del Juicio Final”. (Transmitido por Abu Dawud y Nasai)

El Mensajero de Dios (P y B) también dijo:

“Quien mate a un pactante nunca olerá el perfume del Paraíso y su aroma se puede oler a una distancia de cuarenta años”. (Transmitido por Bujari)

 

Para resumir, mencionaremos las palabras de Hill Durant sobre el Jizyah, que a su vez cita al orientalista Welldiorant: “La gente de Dhimma: los cristianos, zaradistas, judíos y sabíes, disfrutaban de un grado de tolerancia durante el Imperio Omeya que nunca podrá compararse con la tolerancia de los países cristianos de hoy en día. Tenían la libertad de practicar sus rituales. Se mantenían sus iglesias y sinagogas y la única obligación que tenían era que debían vestir de un color especial para ser reconocidos y pagar un impuesto acorde a sus ingresos. Esta suma de dinero rondaba entre los dos y cuatro dinares impuestos sobre los no musulmanes habilitados para ir a la guerra. Los sacerdotes, mujeres, niños, esclavos, ancianos, discapacitados, ciegos e indigentes estaban exentos de pagar este impuesto. La gente de Dhimma estaba exceptuada de hacer el servicio militar y tampoco debían pagar el Zakat del 2,5% de sus ingresos anuales y el Gobierno estaba obligado a protegerlos”[17].

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los principios Islámicos enseñan  a ser misericordiosos y condenan la agresión

 

El Islam es una religión de paz, misericordia, tolerancia, bondad y benevolencia. Está en contra de la brutalidad, la violencia sin sentido y los vicios para promover y proteger la justicia y la paz. Dios, el Más Benevolente, les ordenó a los musulmanes que siguieran el ejemplo del Mensajero de Dios (P y B) en el Sagrado Corán:

 

 “Por misericordia de Dios eres compasivo con ellos. Si hubieras sido rudo y duro de corazón se habrían alejado de ti; perdónales, pide perdón por ellos y consúltales en las decisiones. Pero cuando hayas tomado una decisión encomiéndate a Dios. Dios ama a quienes se encomiendan a Él”. (3:159)

 

Dios, Sabio y Sublime, caracteriza la misión de Muhammad (P y B) como una misericordia para todos. Dios, Enaltecido sea, dijo en el Sagrado Corán:

 

 “Y no te enviamos (Oh, Muhammad) sino como misericordia para los mundos”. (21:108)

 

Las enseñanzas del Islam exhortan a los musulmanes a tratar a los pobres e inocentes con misericordia y bondad.

 

El Profeta de Dios (P y B) dijo:

“Quienes sean misericordiosos y bondadosos recibirán la misericordia de el Más Misericordioso, Dios, Todopoderoso. Sed misericordiosos con la gente en la Tierra y Dios, Altísimo, Que está en los Cielos, les garantizará Su Inmensa Misericordia”. (Transmitido por Tirmidi)

 

Y en otra versión, dijo:

“Dios, Todopoderoso, será Misericordioso con los misericordiosos. Sed misericordiosos con la gente en la Tierra, y Quien está en el Cielo será Misericordioso con vosotros”. (Transmitido por Tirmidi y Abu Dawud)

 

El Mensajero de Dios (P y B) dijo:

“Ser buenos con los demás es algo beneficioso en todo sentido, y si la bondad fuera removida de los corazones de la gente, la situación se volvería terrible”. (Transmitido por Muslim)

 

El Mensajero de Dios (P y B) dijo:

“Aquel que está privado de paciencia y gentileza, en verdad está privado de todo lo que es bueno”. (Transmitido por Muslim)

 

Y también dijo:

“Cuando se le agrega tolerancia a algo, se lo adorna, y cuando se lo quita, lo deja defectuoso”. (Transmitido por Muslim)

 

El Profeta (P y B) le dijo a Ashaj Abdul-Qais:

“Tú posees dos cualidades que Dios ama: la clemencia y la tolerancia”. (Transmitido por Muslim)

 

Además, el Islam obliga a ser misericordiosos y a tener un buen trato con la gente, incluso con los enemigos de los musulmanes que sean capturados durante una guerra, tal como lo ordenó el Profeta de Dios (P y B) cuando dijo: “Sed buenos y misericordiosos con los prisioneros”[18].

 

Si el Profeta (P y B) les dio esta orden a los musulmanes con respecto al trato de los enemigos que pelean contra ellos, naturalmente el trato hacia la gente pacífica debe ser mucho mejor. Jamás se debe tomar una vida injustamente. Dios dijo:

 

 “No matéis al prójimo, pues Dios lo ha prohibido, salvo con justo motivo. A quien se le dé muerte injustamente le concedemos a su familiar directo o apoderado el derecho (a exigir la ley del talión o una indemnización), pero que no transgreda sus límites. Su derecho está legalmente corroborado”.   (17:33)

 

A continuación presentaremos más detalles al respecto, pero aquí debemos hacer una mención especial a la misericordia y la bondad del Islam en cuanto a la prohibición de tomar una vida injustamente, ya que no se limita sólo a las vidas humanas sino que incluye a los animales y seres vivos.

 

Un día, el Profeta de Dios (P y B) vio a alguien que estaba disparando contra los pájaros por diversión y los dejaba morir sin razón, entonces le dijo:

 

“Esta pequeña ave le suplicará por su caso a Dios, Todopoderoso, el Día del Juicio Final y le dirá: ‘¡Oh, mi Señor! Este hombre me ha matado sin una razón que lo beneficiara con mi muerte (para alimentarse, por ejemplo)”. (Transmitido por Ahmed y Nasai)

El compañero Abdullah ibn Omar pasó en una oportunidad cerca de un grupo de jóvenes de la tribu de Quraish que habían capturado un pájaro y lo usaban para tiro al blanco. Les dijo: “¿Quién puso a este pájaro como blanco? Que la maldición de Dios descienda sobre la persona que lo hizo porque el Profeta (P y B) dijo: ‘Dios, Todopoderoso, maldice a la persona que captura un ser vivo y lo usa como blanco’”. (Transmitido por Bujari y Muslim)

 

El Mensajero de Dios (P y B) les ordenó a los musulmanes que muestren bondad en todos sus actos, incluso al sacrificar un animal. Dijo:

 

“Dios, Todopoderoso, prescribió la perfección en cada acto que vosotros realizáis. Si matáis, sed perfectos en la forma de dar muerte. Si sacrificáis un animal para comer, que vuestro acto de sacrificio sea perfecto. Afilad bien vuestros cuchillos y sed buenos, amables y misericordiosos con el animal que estáis por matar. Dadle al animal el mejor confort que podáis mientras es sacrificado”. (Transmitido por Muslim)

 

Y también dijo:

“Mientras un hombre estaba de viaje por el desierto tuvo mucha sed. Buscó agua, encontró un pozo y logró llegar al fondo para llegar al agua. Ya que no tenía qué usar para sacar el agua desde arriba, tuvo que esforzarse para meterse en el pozo y beber hasta saciar su sed. Cuando llegó a la superficie encontró un perro con la lengua afuera de la sed que tenía. El hombre pensó que el perro estaba sufriendo lo mismo que él a causa de la sed, entonces bajó al pozo nuevamente con uno se sus zapatos agarrado con sus dientes, lo llenó de agua y se lo dio al perro. El perro bebió y se fue. Dios, Todopoderoso, estuvo complacido con el acto de este hombre y le perdonó sus pecados”.

 

Una persona que estaba escuchando el relato del Profeta (P y B) le preguntó: “¡Oh, Mensajero de Dios! ¿Seremos recompensados por ser buenos y misericordiosos con los animales?”. Respondió:

 

“Ciertamente serán bendecidos y recompensados por ser bondadosos y misericordiosos con todos los seres vivos que tengan un hígado húmedo”. (Transmitido por Bujari)

 

En contraposición a esto, una mujer recibió el castigo y la ira de Dios, Todopoderoso, y se convirtió en una de las moradoras del Infierno por la crueldad con la que trató a un gato. El Mensajero de Dios (P y B) dijo:

 

“Una mujer es moradora del Infierno como resultado del maltrato que le dio a su gato. Lo dejaba atado y no le daba comida ni lo dejaba cazar algún alimento a su alrededor”. (Transmitido por Bujari y Muslim)

 

La lista de las indicaciones del Profeta (P y B) sobre ser buenos y misericordiosos con los animales es interminable, sólo mencionaremos un par de ejemplos. El Mensajero de Dios (P y B) pasó al lado de un burro al que le habían tatuado la cara y dijo: “Que descienda la maldición de Dios sobre la persona que le hizo ese tatuaje en la cara del burro”. (Transmitido por Muslim)

El Mensajero de Dios (P y B) pasó al lado de un camello que estaba extremadamente flaco sufriendo hambre. Dijo:

 

“Sed concientes y honrad las ordenes de Dios referidas a los animales, que no pueden expresar con palabras sus necesidades. Cabalgadlos si los mantenéis en buen estado, y sacrificadlos para comer mientras están en buen estado”. (Transmitido por Abu Dawud)

 

Si así es la misericordia y la bondad con los animales y seres vivos, ¿cómo será el trato con el ser humano, que Dios lo ha preferido, lo ha honrado y respetado sobre las otras criaturas de Su creación? Dios, Omnisciente y Todopoderoso, honró al hombre y lo elevó por encima de otros y enumeró las recompensas que Él le ha dado al ser humano:

 

 “Por cierto que hemos honrado a los hijos de Adán, y les hemos facilitado los medios para transitar por la tierra y por el mar; les hemos proveído de cosas buenas y los hemos preferido por encima de muchas otras criaturas”.   (17:70)

 

Ciertamente al obedecer a Dios y la guía revelada a Sus Mensajeros, el hombre en honrado, pero con su desobediencia cae en la desgracia y se humilla a sí mismo realizando acciones detestables.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los principios generales del Islam sobre la paz

 

Para que la paz sea verdadera y global debe abarcar todas las esferas de las actividades humanas para satisfacer las necesidades de la vida en forma balanceada y con justicia. Las leyes islámicas y sus enseñanzas incluyen los siguientes principios, preceptos legales y guía, que presentaremos como ejemplos solamente, que intentan promover la paz universal y con justicia.

 

Respeto por la vida del ser humano

 

El Islam valora todas las vidas humanas y para su protección impone la pena de muerte (Qisaas) para los casos de asesinato intencional y premeditado de un inocente. El asesinato involuntario y accidental recibe otra pena conocida como Diyyah (indemnización), que es una suma de dinero determinada que se les entrega a los herederos de la persona asesinada en compensación. Esta indemnización no iguala de ninguna manera la pérdida de la persona muerta, sino que es una compensación por el daño causado a la familia del ser querido. El asesino debe realizar Kaffarah liberando a un esclavo o ayunando por dos meses consecutivos para expiar el pecado de su error. Si el asesino no pudiera ayunar por alguna causa justificada, está obligado a alimentar razonablemente a sesenta indigentes. Esta expiación es un acto de adoración por el cual el pecador busca el perdón de Dios, el Más Misericordioso, por su pecado involuntario de haber tomado un alma humana. Esto se hace para demostrar lo sagrado que es la vida humana. El Islam prescribe una pena severa por matar a un ser humano intencionalmente para que un asesino potencial se de cuenta del castigo que tendría si comete un crimen y así se abstenga de hacerlo. Si la penalidad fuera menos severa, los criminales continuarían con sus delitos impunemente. Lo  mismo se aplica en el caso de todas las penas capitales y corporales conocidas como Hudud (límites) en el Islam. Las penas capitales en el Islam son penalidades disuasivas justas, eficientes y efectivas para preservar y mantener la seguridad de la vida humana, como Dios, Sabio y Todopoderoso, dice en el Sagrado Corán:

 

 “La ley del talión es una medida para preservar vuestras vidas y amedrentar a los homicidas. ¡Oh, dotados de intelecto!”(2:179)

 

Y Dios también dijo:

“Por esta razón decretamos para los Hijos de Israel que quien mata a una persona sin que ésta haya cometido un crimen o sembrado la corrupción en la Tierra es como si matase a toda la humanidad. Y quien salva una vida es como si salvase a toda la humanidad. Por cierto que Nuestros Mensajeros se presentaron ante ellos con las evidencias. Pero muchos, a pesar de esto, se excedieron en la Tierra”.   (5:32)

 

Además, el criminal que no se arrepiente carga con la amenaza del castigo eterno en el Infierno, una morada permanente llena de humillaciones y torturas interminables, bajo la Ira de Dios, Todopoderoso. Dios, Sabio y Altísimo, dice:

 

 “Quien matare a un creyente intencionalmente será castigado con el Infierno eterno. Incurrirá en la ira de Dios, lo maldecirá y le tendrá reservado un castigo terrible”.   (4: 93)

Abu Bakrah narró: “Escuché al Mensajero de Dios (P y B) que dijo: ‘Cuando dos musulmanes se pelean con sus espadas, ambos, el asesino y el asesinado irán al infierno’. Le dije: ‘¡Oh, Mensajero de Dios! Está bien para el asesino, pero ¿por qué para el asesinado? El Profeta (P y B) respondió: ‘Porque seguramente tenía la intención de matar a su compañero’”. (Transmitido por Bujari)

 

Por supuesto que si uno se arrepiente sinceramente, la Misericordia y el Perdón de Dios abarcan a todos los pecadores.

 

Igualdad de la condición humana

 

Todos los seres humanos son iguales y esto aplica tanto a hombres como mujeres. Cuando Dios, Todopoderoso, creó al primer humano, Adán, nuestro padre, también creó Eva,  nuestra madre. Así la humanidad es en esencia una familia que desciende de esta honorable pareja. Los seres humanos fueron distinguidos a partir de ese momento por su creencia y obediencia, o por su incredulidad y desobediencia. Dios, Todopoderoso, dice en el Sagrado Corán:

 

 “¡Oh, humanos! Temed a vuestro Señor Quien os ha creado a partir de un solo ser, del que creó a su esposa e hizo descender de ambos muchos hombres y mujeres. Temed a Dios, en Cuyo nombre os reclamáis vuestros derechos, y respetad los lazos de parentesco. Por cierto que Dios os observa”.  (4:1)

 

El Mensajero de Dios (P y B) dijo:

“Toda los seres humanos son los hijos de Adán, y Adán fue creado del polvo”. (Transmitido por Ahmed)

 

Debido a que el polvo es de diferentes colores y características, el hombre también se desarrolló en diferentes colores y características. El Profeta Muhammad dijo:

 

“Dios os ha aliviado del peso de la ignorancia con el orgullo por los padres y ancestros. Vosotros sois descendientes de Adán, y Adán fue creado del polvo. No existen diferencias entre un árabe y un no árabe, ni entre un hombre negro y uno de tez colorada excepto por su piedad”. (Transmitido por Abu Dawud)

 

Todos los seres humanos inicialmente creían en la fe común del monoteísmo islámico como fue revelado a Adán, y hablaban el mismo idioma. Como dice Dios, Todopoderoso, en el Sagrado Corán:

 

 “Los hombres constituían una sola nación (monoteísta), pero luego discreparon y se dividieron. Si no fuera por el designio de tu Señor, ya habrían sido juzgados”.   (10:19)

 

En consecuencia, los hombres comenzaron a tener diferencias y la razones incluían: el aumento de población, migraciones a otras partes de la Tierra, divergencias de colores y otras características de los subgrupos que se fueron desarrollando a través del tiempo por los estímulos del medio en que vivían, etc., el desarrollo de idiomas locales y dialectos y muchos otros factores.

El Islam considera a cada ser humano, sin importar la raza, color, lengua, credo, fe, religión o país de origen, igual al otro en cuanto a su humanidad porque todos los seres humanos son iguales ante la Ley de Dios, Altísimo:

 

 “¡Oh, humanos! Os hemos creado a partir de un hombre (Adán) y una mujer (Eva), y (de su descendencia) os congregamos en pueblos y tribus para que os conozcáis unos a otros. En verdad, el más honrado de vosotros ante Dios es el más piadoso. Ciertamente Dios es Omnisciente y está bien informado de lo que hacéis”.   (49:13)

 

En los dichos del Profeta (P y B) encontramos que Aishah narró: “Los Quraishíes estaban muy preocupados por el caso de una mujer de Majzumiyah que había robado y se preguntaba quién intercedería por ella ante el Mensajero de Dios (P y B). Algunos dijeron que Usamah bin Zaid la quería y se animaría a hacerlo. Entonces Usamah le habló sobre el tema y el Profeta (P y B) le dijo:

 

‘¿Queréis interceder cuando un de los códigos penales ordenados por Dios ha sido violado?’. Entonces se levantó y le dijo a la gente: ‘La gente que os precedió se arruinó porque cuando una persona noble entre ellos cometía un robo, lo perdonaban, pero si una persona débil robaba algo, imponían el castigo legal sobre él. Por Dios, que si Fátima, hija de Muhammad, cometiera un robo, yo le cortaría la mano’”. (Transmitido por Bujari y Muslim)

 

Todos los seres son iguales en sus libertades y responsabilidades básicas. Omar bin al-Jatab dijo algo significativo al respecto catorce siglos atrás cuando le dijo a un musulmán pecador que le había hecho un mal a un no musulmán: “¿Has esclavizado a quienes sus propias madres han hecho nacer libres?” Por eso, para el Islam, cada ser humano tiene el derecho de gozar de las siguientes libertades que mencionaremos a continuación con varios ejemplos:

 

  • La libertad de pensamiento y opinión: El Mensajero de Dios (P y B) le ordenó a los musulmanes a decir la verdad, a expresar sus opiniones honestamente, y a no dejarse intimidar por los demás. Dijo: “Una persona que sabe la verdad y no la dice, es un demonio mudo”. (Transmitido por Tirmidi) 

 

  • La libertad de acceder a los beneficios de las riquezas, minerales y recursos naturales de la Tierra: Dios dice en el Sagrado Corán: “Él es Quien os ha hecho propicia la Tierra (para que viváis en ella). Transitad, pues, por sus caminos y comed de Su sustento, y sabed que compareceréis ante Él”.  (67:15)

 

  • La libertad de obtener ingresos lícitos y a ser dueños de bienes: El Islam alienta a todos a trabajar en el comercio y a tener acceso a un ingreso lícito. Por ejemplo, en cuanto a la herencia, Dios Todopoderoso dice en el Sagrado Corán: “A los varones les corresponde una parte de lo que los padres y parientes más cercanos dejares, y para las mujeres otra parte de lo que los padres y parientes más cercanos dejaren. Fuere poco o mucho, les corresponde una parte determinada y tratadles bien”.   (4:7)

 

  • La libertad de aprender y enseñar: El Islam recomienda la libertad de aprender a cada miembro de la sociedad. El Mensajero de Dios (P y B) dijo: “Buscar el conocimiento es un deber obligatorio de todos los musulmanes”. (Transmitido por Baihaqi) 

 

De hecho, el Islam clasifica al acto de monopolizar el conocimiento islámico, ocultarlo de otros, y no compartirlo, como un acto imperdonable que convierte a la persona que lo hace en merecedor de la Ira de Dios, Todopoderoso, y Su Castigo. El Mensajero de Dios (P y B) dijo: “Un sabio al que le piden que comparta su conocimiento con los demás y se rehúsa y oculta lo que sabe tendrá un arnés sobre él el Día del Juicio Final”. (Transmitido por Abu Dawud y Tirmidi)

 

  • La libertad de acceder a puestos de poder dentro de la sociedad, si califica para ello: La habilidad y la eficiencia son el criterio necesario para acceder a un puesto de poder en la sociedad islámica, sin importar la raza o el color. El Mensajero de Dios (P y B) dijo: “Si a una persona se le asignan los asuntos de los musulmanes, y designa a alguien por favoritismo sin considerar sus calificaciones, merecerá la Ira y la Maldición de Dios. Dios, Todopoderoso, no aceptará estas acciones y esta persona estará en el Infierno”. (Transmitido por Hakim)

 

Existen muchas otras libertades garantizadas en el sistema islámico, sólo mencionamos algunas de ellas como ejemplo.

 

La libertad es un término que muchas veces es mal utilizado, ya que la libertad real no se alcanza si un hombre es esclavo de sus deseos básicos o es un sirviente de los deseos de otros, y busca cumplirlos de modo inmoral e ilegal. El hombre es atraído por esta falsa libertad que ofrece Satanás, el enemigo declarado de toda la humanidad, que por sus celos furiosos, odia a la raza humana y le ha jurado a Dios que esperará con sus tropas para atacar con sus armas en todo lugar y momento que le sea posible. Dios, el Altísimo, dijo:

 

 “¡Oh, hijos de Adán! Que Satanás no os seduzca como lo hizo con vuestros padres (Adán y Eva) haciendo que saliesen del Paraíso y fuesen despojados de las prendas que les cubrían. Él (Satanás) y sus secuaces os acechan desde donde vosotros no les veis. Por cierto que hicimos que los demonios fueran los aliados de los incrédulos”.   (7:27)

 

La unidad y la inviolabilidad de la religión de Dios para todos los seres humanos

 

Como religión universal y eterna de Dios para toda la humanidad, el Islam tiene como objetivo eliminar todos los aspectos tribales, nacionales, racistas y partidismos que llevan a los conflictos. El Islam es la religión de Dios enseñada a todos los hombres en su monoteísmo esencial a pesar de que ciertas leyes se adecuen a las circunstancias del hombre. El mismo mensaje básico fue difundido por todos los Profetas, desde Adán hasta el último Mensajero Muhammad (P y B). Dios, Todopoderoso, dice en el Sagrado Corán:

 

 “Dispusimos para vosotros la misma religión (monoteísta) que le habíamos encomendado a Noé, y que te revelamos a ti (en el Corán) y que le encomendamos a Abraham, Moisés y Jesús, para que seáis firmes en la práctica de la religión, y no os dividáis en ella. Pero a los idólatras les parece difícil aquello a lo que tú les invitas (al monoteísmo). Dios elige (para que acepte la fe) a quien quiere, y guía hacia Él a quien se arrepiente”.   (42:13)

 

Dios, Todopoderoso, también dice:

“Por cierto que te hemos concedido la revelación como lo hicimos con Noé y con los Profetas que le sucedieron. Asimismo revelamos a Abraham, Ismael, Isaac, Jacob, a las doce tribus, Jesús, Job, Jonás, Aarón y Salomón. Y concedimos a David los Salmos. Te mencionamos (Oh, Muhammad) algunos de los mensajeros que enviamos y otros no. Y sabed que ciertamente Dios habló con Moisés directamente. A estos Mensajeros enviamos como albriciadores y amonestadores, para que los hombres no tuvieran argumento alguno ante Dios luego de que se les presentasen. Dios es Poderoso, Sabio”.   (4:163-165)

 

Y dice:

“Y ésta es Nuestra prueba; se la proporcionamos a Abraham para que argumente contra su pueblo. Así elevamos la condición de quien queremos; ciertamente tu Señor es Sabio, Omnisciente. Y le agraciamos con Isaac y Jacob, a quienes guiamos. A Noé le guiamos antes que a él. Y de sus descendientes (guiamos) a David, Salomón, Job, José, moisés y Aarón; así es como recompensamos a los benefactores. Y a Zacarías, Juan, Jesús y Elías; todos ellos se contaron entre los justos. Y a Ismael, Eliseo, Jonás y Lot; a todos ellos les distinguimos entre los hombres”.   (6:83-6)

 

El Señor, Sustentador de la humanidad, Dios, el Omnisciente y Todopoderoso, los envió a todos con el mismo mensaje:

 “¡Oh, pueblo mío! Adorad sólo a Dios, pues no existe otra divinidad salvo Él”.   (11:50, 61, 84…)

 

Y también dice:

“Decid: Creemos en Dios y en lo que nos fue revelado, en lo que reveló a Abraham, a Ismael, Isaac, Jacob y las doce tribus (descendientes de los hijos de Jacob), y lo que reveló a Moisés, Jesús y a los Profetas. No discriminamos entre ellos, y nos sometemos a Él”.   (2:136)

 

Como tal, cada musulmán está obligado por su fe y su credo a creer en todos los Profetas y Mensajeros, a creer en los Libros Divinos y Escrituras reveladas y enviadas a ellos, a respetar y honrar todas la leyes Divinas reveladas por Dios, Todopoderoso, a todos los pueblos anteriores, a creer en la hermandad de los seguidores del Libro que le dieron la bienvenida a la misión de Muhammad (P y B). El Mensaje del Islam traído por Muhammad es el Último Mensaje Divino para la humanidad, como dijo Dios en el Sagrado Corán:

 

 “Muhammad no es el padre de ninguno de vuestros hombres, sino el Mensajero de Dios y el sello de los Profetas; y Dios es Omnisciente”. (33:40)

 

Así, el Mensaje Divino del Islam como fue revelado al Profeta Muhammad (P y B) deroga los mensajes anteriores. Esta abrogación no significa de ninguna manera la negación de esos mensajes, sino que dejan de tener efecto y de allí en adelante sólo el Islam es la religión aceptada por Dios, el Señor Supremo, como Él mismo lo dijo en el Sagrado Corán:

 “Quien siga una religión diferente al Islam (el sometimiento a Dios) no se le aceptará, y en la Otra vida se contará entre los perdedores”.   (3:85)

 

El Islam exhorta a los seguidores de los Mensajes Divinos anteriores a creer en el Mensaje del Islam como le fue revelado a Muhammad (P y B), como Dios dice en el Corán:

 

 “Así pues, si creen en lo mismo que vosotros habrán seguido la Buena guía; y si vuelven sus espaldas, por cierto que estarán en una gran discrepancia. Dios bastará contra ellos. Él es Omnioyente, omnisciente”.  (2:137)

 

Dios, el Majestuoso, dice:

“Por cierto que quienes no creen en Dios ni en Sus Mensajeros y pretenden hacer distinción entre (la fe en) Dios y Sus Mensajeros diciendo: Creemos en algunos y en otros no, intentando tomar un camino intermedio, son los verdaderos incrédulos. Y a los incrédulos les tenemos reservado un castigo denigrante”.   (4:150-151)

 

Todas las formas de incredulidad son castigadas categóricamente por Dios:

 “Tú no eres responsable de quienes dividieron su religión y formaron sectas. Dios se hará cargo de ellos, y Él les informará de lo que hacían. Quienes presenten una buena obra (el Día del Juicio Final) serán recompensados como si hubiesen hecho diez obras buenas. En cambio, la mala obra será computada como una y se castigará conforme a ella, y nadie será oprimido. Diles: Por cierto que mi Señor me ha guiado por el camino recto, que es el de la verdadera adoración y el de la religión monoteísta de Abraham, quien no se contaba entre los que Le asociaban copartícipes a Dios. Diles: Por cierto que mi oración, mi oblación, mi vida y mi muerte pertenecen a Dios, Señor del Universo. Quien no tiene copartícipes. Esto es lo que se me ha ordenado creer, y soy el primero (de esta Nación) en someterse a Dios”.   (6:159-163)

 

El Islam también exhorta a sus seguidores a respetar los sentimientos de quienes difieren con ellos en la religión y condena el uso de lenguaje ofensivo contra quienes están en contra de la fe de los musulmanes, tal como lo ordena Dios:

 

 “No insultéis a quienes invocan a otras (divinidades) en lugar de Dios, no sea que reaccionen hostilmente e insulten a Dios sin tener conocimiento (acerca de lo que dicen). Así es como hemos hecho que parezcan buenas sus obras a cada pueblo, más finalmente todos comparecerán ante Él y les informará de lo que hacían”.  (6:108)

 

El Islam, entonces, le ordena a los musulmanes que atraigan a los no musulmanes hacia su fe con la belleza de sus preceptos, con la guía del buen ejemplo y la conducta correcta, además de la Guía Divina que Dios le dará a quien Él quiere. El Todopoderoso y Majestuoso dice en el Corán:

 

 “Y diles: La verdad proviene de vuestro Señor. Quien quiera que crea y quien no quiera que no lo haga. Pero sabed que tenemos preparado para los inicuos un fuego que les rodeará. Cuando sofocados pidan de beber se les verterá un líquido como el metal fundido que les abrasará el rostro. ¡Qué pésima bebida y qué horrible morada!”.  (18:29)

 

El Islam enuncia y otorga justicia incluso a los incrédulos. Dios, Todopoderoso, dice en el Sagrado Corán:

 “Por eso (¡Oh, Muhammad!), exhorta (a aceptar el Islam) y obra rectamente como te fue ordenado, y no sigas sus deseos (de abandonar la difusión), y diles: Creo en los Libros (anteriores) que Dios reveló, y me fue ordenado ser justo con vosotros (al juzgaros). Dios es nuestro Señor y también el vuestro; nosotros seremos juzgados por nuestras obras y vosotros por las vuestras. No hay lugar a disputas entre nosotros y vosotros (pues ya se ha evidenciado la Verdad). Dios nos reunirá (a todos el Día del Juicio), y ante Él compareceremos”.   (42:15)

 

El Islam le da al hombre la libertad total de elección en cuanto a la fe. Pueden aceptar o rechazar cualquier creencia. El Islam le da la libertad a la Gente del Libro y a quienes creen en las Escrituras anteriores a mantener su fe y sus prácticas. El Islam prohíbe el desmantelamiento de las iglesias y sinagogas, y también prohíbe la destrucción de cruces cristianas. Al respecto, el Mensajero de Dios (P y B) dijo: “Dejadlos solos en cuanto a la fe”. (Transmitido por Tabari)

 

El Islam le dio a la gente de las Escrituras anteriores los derechos que dictan sus leyes, y la libertad de comer, beber y vestir lo que su religión les permita. El Islam también les permite seguir con sus prácticas en cuanto al matrimonio, las relaciones maritales, divorcio y otras relaciones.

 

Para brindar un ejemplo práctico, Omar bin al-Jatab, el segundo Califa, aplicó estas disposiciones cuando fue a la Iglesia de la Resurrección en Jerusalén, y llegó la hora del rezo de los musulmanes. Omar salió de la iglesia, ofreció la oración afuera y le dijo al sacerdote: “Si hubiese realizado la oración dentro de su iglesia, algunos musulmanes hubieran dicho en el futuro que la iglesia es un lugar donde Omar rezó y lo utilizarían de excusa para destruir las iglesias para erigir mezquitas en su lugar”. (Historia del Imam Ibn Jarir al-Tabari)

 

Del mismo modo, Omar se comprometió con ellos con las siguientes palabras: “Este es el compromiso de seguridad ofrecido por Omar bin al-Jatab, el líder de los creyentes, con los habitantes de Ilea, en términos de Paz. Omar les da su palabra de brindarles seguridad y paz a sus vidas, bienes, iglesias, cruces y todas sus pertenencias. Sus iglesias no serán ocupadas, ni destruidas, ni achicadas, ni se limitarán los terrenos alrededor de la iglesia que sean de dueños cristianos. No se alterarán las cruces. Los bienes de los cristianos no serán invadidos ni usurpados ilegalmente, y los cristianos no serán forzados ni obligados a aceptar el Islam contra su voluntad”. (Historia del Imam Ibn Jarir al-Tabari)

 

Fomentar la cooperación fructífera entre los musulmanes y la Gente del Libro (judíos y cristianos)

 

La cooperación se basa en el respeto e interés mutuo  orientados a servir los mejores intereses de la sociedad en general. Dios, el Más Sabio y Todopoderoso, dice como regla general:

 

 “(…) Ayudaos unos a otros a obrar el bien y apartarse del mal, y no cooperéis en el pecado y la trasgresión. Y temed a Dios; por cierto que Dios es severo en el castigo”.   (5:2)

 

El Islam exhorta a sus seguidores a mantener un diálogo significativo y sincero con quienes difieren con su religión, como lo ordena Dios, el Más Sabio:

 

 “No discutáis con la Gente del Libro (acerca de vuestra fe) sino de buen modo, y no lo hagáis con quienes sean irrespetuosos, y decid: Creemos en lo que nos ha sido revelado a nosotros así como en lo que os ha sido revelado a vosotros. Nuestra divinidad y la vuestra es una sola, y a Él nos sometemos”.   (29:46)

 

De hecho, el acercamiento que el Islam busca para llamar a la gente de otras confesiones es a través del diálogo constructivo y objetivo que acerque a la gente a la Palabra de Dios, el Todopoderoso, y a Su Divino Mensaje y enseñanzas, como dice Dios en el Corán:

 

 “Di: ¡Oh, Gente del Libro! Convengamos en una creencia común a nosotros y vosotros; No adoraremos sino a Dios, no Le asociaremos nada y no tomaremos a nadie de entre nosotros como divinidad fuera de Dios. Y si no aceptan decid: Sed testigos de nuestro sometimiento a Dios”.   (3:64)

 

 

 

 

La sinceridad y la pureza al dar consejos:

 

Todos los Mensajeros de Dios aconsejaron sinceramente a sus pueblos, y dar consejos sinceros y la pureza de las intenciones son dos características distintivas del Islam. Abu Huraira narró que el Profeta (P y B) dijo:

 

“En una oportunidad, el Mensajero de Dios, (P y B) preguntó: ‘¿Quién de vosotros llevará las siguientes palabras de sabiduría, actuará acorde a ellas y las enseñará a otros para que también actúen acorde a ellas?’. Abu Hurairah respondió afirmativamente. Entonces, el Mensajero de Dios (P y B) le tomó la mano y le encomendó cinco cosas: ‘1) Evita todo lo que Dios declaró ilícito, así os convertiréis en el mejor adorando a Dios, Todopoderoso; 2) Acepta lo que Dios ha predestinado para vosotros, así os convertiréis en el hombre más rico; 3) Sed buenos con vuestros vecinos, esa es una característica del creyente; 4) Desead para otros lo que deseáis para vosotros mismos, esa es una característica del musulmán; 5) No rías demasiado, porque reír demasiado hace morir al corazón’”. (Transmitido por Tirmidi)

 

El Islam exhorta a los musulmanes a dar consejos sinceros y significativos a toda la gente. El Mensajero de Dios (P y B) dijo: “El Islam es la religión del consejo”. La gente le preguntó: “¡Oh, Mensajero de Dios! ¿A quién debemos darle consejos?”. El Profeta (P y B) respondió: “A Dios, a Sus Libros, a Su Profeta, a los líderes de los musulmanes, y a toda la comunidad”. (Transmitido por Muslim)

Podemos explicar este dicho de la siguiente manera: Un consejo puro sobre Dios, Todopoderoso, es adorarlo únicamente a Él con todo el corazón; rechazar cualquier rival de Dios en idolatría; conmemorar el recuerdo de Dios, Sus Bellos Nombres y Atributos; aceptar cabalmente que sólo Dios está a cargo de todos los asuntos de todas las criaturas; creer que lo que Dios quiere, sucede y lo que no, nunca sucederá; y cumplir con lo que Dios ha ordenado, y rechazar lo que Él ha prohibido. Un consejo puro sobre el Libro de Dios es creer firmemente en la Palabra Divina revelada a Su Mensajero Muhammad (P y B); aceptar todas las leyes expresadas en él. Un consejo puro sobre el Profeta de Dios (P y B) es obedecer sus órdenes, evitar lo que él evitaba, creen en sus palabras, amarlo y respetarlo, responder a su llamado, sus prácticas e instrucciones, y propagarlas entre la gente. Un consejo puro sobre los líderes musulmanes es obedecerlos mientras no inciten o impongan reglas que desobedezcan las órdenes de Dios y Su Profeta; asistirlos en la guía de lo bueno; no rebelarse ni pelear con ellos si aplican el Islam y sus reglas; y ofrecerles consejos sinceros de buen modo y gentilmente. Un consejo puro a los musulmanes en general es guiarlos de la mejor manera posible en los asuntos religiosos y mundanales; asistirlos para que alcancen sus objetivos; evitarles cualquier inconveniente; y desear para ellos lo que uno desea para sí mismo, y odiar que se le cause algún daño tal como odiaríamos que algo le cause daño a nuestra propia alma.

 

Exhortar al bien y prohibir el mal

 

Los musulmanes tienen la obligación de buscar todos los medios que sean apropiados para exhortar al bien y prohibir el mal, de acuerdo con las habilidades, conocimiento y posición de autoridad que tenga cada uno, para asegurar la paz, la tranquilidad y la estabilidad en la sociedad y actuar en contra de la opresión, la corrupción y la aplicación de “la Ley de la Selva”. Dios, Sabio y Todopoderoso, dice:

 

 “(…) Ayudaos unos a otros a obrar el bien y apartarse del mal, y no cooperéis en el pecado y la trasgresión. Y temed a Dios; por cierto que Dios es severo en el castigo”.   (5:2)

 

El Mensajero de Dios (P y B) dijo: “Quien de vosotros vea una mala acción, que la cambie con su mano, si no pudiera, con su lengua, y si no pudiera, entonces en su corazón, y esto es lo más débil de la fe”. (Transmitido por Muslim)

 

El Mensajero de Dios (P y B) hizo una analogía sobre quienes hacen el mal y dañan a otros con sus pecados:

 

“El ejemplo de una persona que observa las leyes de Dios y una persona que no, es igual al ejemplo de dos grupos de personas que se reunieron en un barco y decidieron dividirse el lugar. Un grupo recibió el piso de arriba y el otro, el de abajo. Cada vez que el grupo de abajo necesitaba agua, debía pasar entre la gente de la parte de arriba. Entonces, la gente del piso inferior pensó: ‘Si perforamos el piso en nuestro sector del barco, tendremos acceso al agua sin molestar a la gente del piso superior’. Si el grupo de arriba les permitiera seguir con ese plan, todos morirían, en cambio si se lo prohibiesen, todos estarían a salvo”. (Transmitido por Bujari) 

 

Dios, Omnipotente y Omnisciente, nos informa que Su Ira descendió sobre las naciones anteriores como resultado de su negligencia en exhortar el bien y prohibir el mal:

 “No se censuraban unos a otros los pecados que cometían. ¡Qué malo es lo que hacían!”(5:79)

 

La adoración en el Islam promueve la hermandad y a los valores igualitarios

 

Todas las formas de adoración en el Islam son igualitarias por naturaleza y promueven la hermandad y la paz. La shahadah (testimonio de fe), el salat (oración), el zakat (caridad obligatoria), el saum (ayuno), el hayy (peregrinación), amr bil-ma’roof wa nahi ‘anil-munkar (ordenar lo bueno y prohibir lo malo), el jihad (esfuerzo y lucha) son obligaciones de todos los musulmanes por igual, mientras tengan las posibilidades de hacerlo. Para convertirse en musulmán, el rito es sencillo, sólo hay que declarar el testimonio de fe: LA ILAHA ILLALLAH MUHAMMAD-UR-RASULULLAH (no hay dios más que Dios y Muhammad es Su Siervo y Mensajero). En la oración que se realiza en congregación, los musulmanes se paran en filas uno al lado del otro sin hacer distinción alguna de clase, raza u otras cosas. El Zakat promueve la generosidad y la unidad social entre los ricos y pobres de la sociedad. El ayuno promueve la conciencia de las necesidades básicas de todos los seres humanos, y sirve para aprender a controlar los deseos físicos básicos. El Hayy es el gran igualador, donde todos visten la misma ropa blanca y simple y realizan los mismos rituales en conmemoración del Profeta Abraham y para glorificar los sagrados precintos de Meca. Encomendar el bien y prohibir el mal y la Jihad es por definición para promover y preservar todo lo que es bueno, saludable y decente, y combatir todo lo que es mano y moralmente corrupto.

 

 

La necesidad de todos de buscar el conocimiento beneficioso

 

Dios, Omnisciente, dice en el Sagrado Corán: 

 

 “¿Acaso (tal incrédulo) es como quien se prosterna e inclina (en la oración) consagrándose (a ella) en la noche, está precavido de (lo que aguarda en) la otra vida y anhela la misericordia de su Señor? Dile (¡Oh, Muhammad!): ¿Acaso son iguales quienes saben (los preceptos de su Señor y los ponen en práctica) y quienes no saben? Y por cierto que sólo reflexionan los dotados de intelecto”.   (39:9)

 

El Mensajero de Dios (P y B) dijo: “Buscar el conocimiento es una obligación de cada musulmán”. (Transmitido por Tirmidi, Ibn Majah y Baihaqi)

 

La protección y preservación del medio ambiente

 

El Islam ordena que los musulmanes deben proteger y preservar el medio ambiente y advierte contra la destrucción sin sentido y la contaminación. Como regla general, Dios dice:

 

“No corrompáis la Tierra después de que se haya establecido en ella el orden, e invocadle con temor y esperanza. Por cierto que los benefactores están más cerca de la misericordia de Dios”.   (7: 56)

 

Y Dios, Todopoderoso, también dice:

“Y entre los hombres hay quienes te complacen cuando hablan de la vida mundanal y ponen a Dios como testigo de lo que hay en sus corazones, y son sólo empedernidos argumentadores. Pero cuando se alejan (de ti, oh, Muhammad) transitan por la Tierra corrompiéndola, destruyendo las siembras y matando los ganados, y Dios no ama la corrupción”.   (2: 204-5)

 

Los recursos naturales más preciados de agua pura y cristalina, aire y tierra fértil están protegidos para mantener el bienestar general y para ser utilizados correctamente. Por ejemplo, el Profeta (P y B) ordenó conservar y preservar el agua diciéndoles a los musulmanes que no gasten mucha agua al lavarse o al hacer la ablución, aún cuando utilizaran agua corriente de un río, y prohibió lavarse más de tres veces las partes del cuerpo al hacerse la ablución. Dijo: “Quien aumente eso (más de tres veces) comete un error y una injusticia”. (Transmitido por Nasai)

 

Y el Mensajero de Dios prohibió que la gente orinara en lugares de agua estancada. (Transmitido por Muslim)

 

El Islam también prohíbe que la gente tire excrementos o basura en medio de donde la gente camina habitualmente, ni en los lugares donde la gente para a descansar.

 

El bienestar social incluye el apoyo a los huérfanos, los necesitados y los indigentes

 

Dios, Enaltecido sea, dijo: “Medid y pesad con equidad. Esto es lo más conveniente y mejor para vosotros”.  (17:35)

El Mensajero de Dios (P y B) dijo:

 

“El encargado de un huérfano y yo estamos en el Paraíso así (y unió sus dedos índice y medio para indicar lo juntos que estarían)”. (Transmitido por Tirmidi)

 

Y también dijo:

“Ninguno de vosotros cree, hasta que quiera para su hermano, lo que quiere para sí mismo”. (Transmitido por Muslim)

 

Los principios de la donación

 

Las donaciones en el Islam son de dos tipos:

 

    Donaciones privadas: Este tipo de donaciones son dedicadas a los descendientes de la persona que las ofrece. Los descendientes y miembros de la familia del benefactor se convertirán en adinerados y no necesitarán pedir que nadie más les done nada. Se estipula, de todos modos, que los fondos que se entregan como donación serán entregados a obras de bien público luego de la muerte del último descendiente del donante.

 

    Donaciones públicas y generales: Este tipo de donaciones son los trabajos de caridad, como por ejemplo, la construcción de hospitales, escuelas, caminos, bibliotecas públicas, mezquitas, centros comunitarios, orfanatos, asilos de ancianos y otros proyectos que beneficien a los intereses del público en general, para la comunidad y toda la sociedad.

 

 

 

 

La ética islámica promueve la paz global

 

Todo el código ético islámico busca promover y mantener la paz, la seguridad y la felicidad de la sociedad en general. Este código incita a la hermandad y a todo lo que sea beneficioso para promover la paz y para prohibir todo tipo de acciones que instiguen al mal o que siembren el odio y el rencor en los corazones y en las mentes de la gente. Por eso, si los miembros de la sociedad aplican el código de ética islámica, disfrutarán de la paz, la seguridad, la tranquilidad y la felicidad por la que luchan y anhelan por naturaleza. Todos los valores  de la moralidad islámica mejoran a la persona y la convierten en un ser humano correcto con características nobles admiradas universalmente, como la veracidad, la justicia, el coraje, la generosidad, la paciencia, la perseverancia, la bondad y la buena educación.

 

El criterio esencial de la ética islámica es erradicar todas las acciones, actitudes y comportamientos dañinos y detestables que le disgustan a Dios, Todopoderoso, el Creador y Sustentador de toda la humanidad, que las ha declarado ilícitas. Si un musulmán comete algún acto ilícito, quedará expuesto al castigo en este mundo de acuerdo con las leyes islámicas o serán merecedores de la Ira de Dios, Omnipotente e Irresistible en la Vida Eterna.

 

Como dijo el poeta árabe Amir ash-Shuara ash-Shauki, cuando explicó que los pueblos se malogran de acuerdo con su ética y carácter.

 

Si la ética de una nación se termina, ¡la nación deja de existir!

El   Islam  obliga   al  creyente  a  cumplir  con  los deberes y recomendaciones que promueven la paz

 

El Islam recomienda la verdad

 

Dios, Enaltecido y Todopoderoso, dijo en el Sagrado Corán:

 “¡Oh, creyentes! Temed a Dios, y contaos entre los veraces”.   (9: 119)

 

Y también dijo:

“Ciertamente que quien os ha traído la Verdad (el Profeta Muhammad) y aquellos que creyeron en él y le siguieron son los piadosos”. (39: 33)

 

El Islam recomienda la justicia

 

Dios, Enaltecido y Todopoderoso, dijo en el Sagrado Corán:

“Dios ordena ser equitativo, benevolente y ayudar a los parientes cercanos. Y prohíbe la obscenidad, lo censurable y la opresión. Así os exhorta para que reflexionéis”.   (16: 90)

 

Se ordena y se requiere actuar con justicia y equidad en todas las situaciones, cuando uno está feliz y satisfecho, y cuando uno está molesto e insatisfecho, tanto con los musulmanes como con los no musulmanes. Dios, Todopoderoso dijo:

 “¡Oh, creyentes! Sed firmes con (los preceptos de) Dios, dad testimonio con equidad, y que el rencor no os conduzca a obrar injustamente. Sed justos, porque de esta forma estaréis más cerca de ser piadosos. Y temed a Dios, Dios está bien informado de lo que hacéis”.   (5:8)

 

Y dice en el Sagrado Corán:

 “¡Oh, creyentes! Sed realmente equitativos cuando deis testimonio por Dios, aunque sea en contra de vosotros mismos, de vuestros padres o parientes cercanos, sea (el acusado) rico o pobre; Dios está por encima de ellos. No sigáis las pasiones y seáis injustos. Si dais falso testimonio o rechazáis prestar testimonio (ocultando la verdad) sabed que Dios está bien informado de cuánto hacéis”. (4:135)

 

El Islam recomienda el altruismo

 

La filantropía y la benevolencia son el resultado del altruismo sincero y los compañeros del Profeta (P y B) se caracterizaban por ofrecer su ayuda y asistencia a los demás sólo para obtener la complacencia de Dios.

 

Dios, Enaltecido sea, dijo:

 “(…) Y haced el bien; ciertamente Dios ama a los benefactors”. (2:195)

 

Y también dijo:

“Quienes estaban establecidos en Medina y aceptaron la fe antes de su llegada, aman a los que emigraron a ellos, no sienten envidia alguna en sus corazones por lo que se les ha dado (del botín) y les prefieren a sí mismos aunque estén en extrema necesidad. Quienes hayan sido preservados de la avaricia serán los triunfadores”.   (59:9)

 

El Mensajero de Dios (P y B) dijo:

 “Haced favores a quienes lo merezcan y también a quienes no lo merezcan. Si hacéis un favor a alguien que lo merece, está bien y es lo correcto, y si no lo merecen, sois vosotros mismos los merecedores de un favor”. (Transmitido por Tirmidi)

 

El Islam recomienda la hermandad

 

Dios, el Supremo, dice:

 “Ciertamente los creyentes son todos hermanos entre sí…”.   (49: 10)

 

El Mensajero de Dios (P y B) dijo:

 

"No os envidiéis, no pujéis para implicar a los demás, no os odiéis, no os deis la espalda, no rivalicéis contrariando unos la compra de otros y sed, oh siervos de Dios, hermanos. El musulmán es hermano del musulmán, no le tiraniza, no le decepciona, no le miente ni le desprecia. La piedad (taqua) está aquí mismo —seña­lando e su pecho tres veces— suficiente maldad tendría una persona con despreciar a su her­mano musulmán. Todo musulmán es sagrado para otro musul­mán; su sangre, sus bienes y su honor". (Transmitido por Muslim)

 

El Islam recomienda tener buenas compañías

 

El Islam recomienda a los musulmanes que tengan buenas compañías y eviten las malas influencias. El Profeta (P y B) dijo:

 “El ejemplo de buenas y malas compañías es como el de una persona que lleva almizcle y un herrero que aviva el fuego de su horno. Quien lleva el almizcle puede daros un poco o podéis comprarle un poco o al menos podréis sentir el aroma de su perfume. En cuanto al herrero que aviva el fuego, podéis quemaros vuestra ropa o las chispas os molestarán o al menos recibiréis el mal olor que emana el herrero y su lugar de trabajo”. (Transmitido por Bujari y Muslim)

 

El Islam recomienda la reconciliación y hacer las paces

 

La reconciliación se recomienda en todo momento y en especial cuando hay un serio distanciamiento entre dos personas que pueda llevar a un conflicto mayor.

 

Dios, Todopoderoso y Supremo, dijo:

 

 “Ciertamente los creyentes son todos hermanos entre sí; reconciliad pues a vuestros hermanos, y temed a Dios para que Él os tenga misericordia (en esta vida y en la Otra)”.   (49:10)

 

Y también dijo:

“En muchas de las conversaciones secretas no hay ningún bien, salvo que sean para realizar una caridad, una buena acción o reconciliar a los hombres. Quien haga esto anhelando complacer a Dios, le agraciaremos con una recompensa grandiosa”.   (4:114)

El Islam recomienda tener ética y buen carácter

 

La ética y las buenas virtudes son esenciales para mejorar la sociedad. El Mensajero de Dios (P y B) dijo:

 “Entre los mejores creyentes están quienes tienen una moral excelente,  cualidades sobresalientes y quienes son los más bondadosos con sus familias”. (Transmitido por Tirmidi)

 

Y también dijo: “He sido enviado sólo para perfeccionar la buena conducta” y en otra narración dijo: “Para perfeccionar la noble conducta”. (Transmitido por Malik, Ahmad y al-Bazzar)

 

El Islam recomienda la generosidad

 

La generosidad acerca a la gente y permite a quienes son generosos, ganarse el amor y el afecto de los demás. El Mensajero de Dios (P y B) dijo:

 

“Dios, Todopoderoso, ama dos características: ser buenos y generosos con los demás. Asimismo, Dios, Todopoderoso, odia dos características: ser malos y avaros con los demás. Por otra parte, si Dios, Todopoderoso, favorece a una persona, Él lo empleará para que ayude a otras personas a lograr sus objetivos y a satisfacer sus necesidades”. (Transmitido por Bujari y Muslim)

 

El criterio de la generosidad en el Islam está mencionado en el Sagrado Corán donde dice:

 “No seáis avaros ni tampoco derrochadores, porque seríais censurados y os empobreceríais”.   (17:29)

Este criterio se establece para restringir a la gente de sobrepasar los límites. Dios, Todopoderoso, dice:

 

“Ayuda a los parientes, también al pobre y al viajero insolvente, pero no des desmesuradamente, porque quienes se exceden son iguales a los demonios que siguen a Satanás, y por cierto que Satanás fue ingrato con su Señor”.   (17:26-7)

 

El Islam recomienda a los musulmanes ocultar los errores y las omisiones de los demás

 

El Profeta de Dios (P y B) dijo:

 

"Quien quita a un fiel de un apuro de los apuros mundanales Dios le quitará de un apuro de los apuros del día final. Quien le facilita a un necesitado. Dios le ayudará en esta vida y en la otra. El que oculta los defectos de un musulmán en este mundo, Dios El Todopoderoso, le resguardará en esta vida y en la otra. Dios siempre está en ayuda del siervo, mientras este siervo esté ayudando a su her­mano. Aquel que emprende un camino buscando en él conocimiento. Dios le facilitara un camino hacia el Paraíso. No se ha reunido un grupo de gente en una casa de las casas de Dios, reci­tando el Libro de Dios y estudiándole entre sí sin que haya descendido la tranquilidad sobre ellos, les haya envuelto la clemencia, les hayan rodeado los ángeles y les haya mencionado Dios entre los que estén cerca de él". (Transmitido por Muslim)

 

El Islam recomienda la paciencia

 

Se incita a la gente a ser paciente para poder realizar sus obligaciones religiosas y mundanales y para evitar todos los males. Dios, Todopoderoso, dice en el Sagrado Corán:

 “Sé paciente a los designios de tu Señor, y sabe que te encuentras bajo Nuestra observancia (y protección). Glorifica con alabanzas a tu Señor cuando te levantes (a orar)”.   (52:48)

 

El Islam también incita a los musulmanes a ser pacientes en lo que se les ha predestinado, como ser el miedo, la pobreza, el hambre, la falta de recursos, las enfermedades terminales, etc. Dios, Enaltecido sea, dijo:

 “Y por cierto que os probaré con algo de temor, hambre, pérdida de bienes, vidas y frutos, pero albricia a los pacientes (que recibirán una hermosa recompensa). Aquellos que cuando les alcanza una desgracia dicen: Ciertamente somos de Dios y ante Él compareceremos. Éstos son quienes su Señor agraciará con el perdón y la misericordia, y son quienes siguen la guía”. (2:155-7)

 

Dios, Todopoderoso y Supremo, ilustra la recompensa para los pacientes en el Sagrado Corán donde dice:

“Diles (¡Oh, Muhammad!): ¡Oh, siervos creyentes! Temed a vuestro Señor, y sabed que quienes obren bien en este mundo recibirán una bella recompensa, y que la Tierra de Dios es amplia (y si os impiden adorarlo, emigrad a otros territorios). Por cierto que la retribución para quienes sean pacientes y perseverantes será limitada”.   (39:10)

 

Parte de la misericordia y el perdón consiste en controlar el temperamento y perdonar a los otros incluso cuando uno es capaz de vengarse, ya que esto refuerza las relaciones y los lazos entre la gente y genera un buen clima en la sociedad. Dios promete una gran recompensa para quienes controlen su temperamento. Dios, Todopoderoso, dice en el Glorioso Corán:

 “Y apresuraos a alcanzar el perdón de vuestro Señor y un Paraíso tan grande como los cielos y la Tierra, reservado para los piadosos. Quienes hacen caridad, tanto en los momentos de holgura como en la estrechez, controlan su cólera y perdonan a los hombres, sepan que Dios ama a los benefactores”.   (3:133-4)

 

También, Dios ordena que los musulmanes deben obrar con rectitud en todo momento y bajo cualquier circunstancia y no responder con maldad si son maltratados. Dios, Enaltecido sea, dijo:

 “No se equipara obrar el bien y obrar el mal. Si eres maltratado responde con una buena actitud (sabiendo disculpar), y entonces verás que aquel con quien tenías una enemistad se convertirá en tu amigo ferviente”.   (41:34)

 

Estos son algunos ejemplos para tener un pequeño vistazo de lo que el Islam le ordena a los musulmanes para conducir sus vidas privadas y públicas con la complacencia de Dios. El Corán y la Sunnah del Mensajero de Dios (P y B) proveen órdenes adicionales y más detalles en relación a estas y a otras características de la ética islámica.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Acciones que prohíbe el Islam para mantener la paz 

 

El Islam ha denunciado y condenado vehemente los siguientes actos y ha prohibido estrictamente su práctica con el objetivo de promover la paz y la seguridad en la sociedad, y para erradicar o reducir la ira, el odio, el rencor, la codicia y el resentimiento que son el origen de todos los conflictos y de la violencia.

 

El politeísmo y la idolatría

 

El politeísmo y la idolatría causan inevitablemente conflictos entre los clanes, tribus y pueblos enteros y provocan la competencia por ganar mayor reconocimiento, nivel, dominio y tributo para sus ídolos e ideologías asociadas y mitología. Si toda la gente adorase a Dios, Uno y Único, entonces se podría erradicar la raíz más profunda de la violencia. Dios, Enaltecido sea, dijo:

 

 “Y pregunta (a los pueblos que) les enviamos Mensajeros antes de ti: ¿Acaso les autorizamos que adorasen a otro fuera del Misericordioso?”(43:45)

 

Y también dijo:

“Y por cierto que a todos los Mensajeros que envié antes de ti (Oh. Muhammad) les revelé que no existe más divinidad que Yo, (y les ordené): ¡Adoradme sólo a Mí!”(21:25)

 

 

 

Dios, el Majestuoso, dijo:

“Por cierto que enviamos a cada nación un Mensajero (para que les exhortase a) adorar a Dios y a evitar al Seductor. Algunos de ellos fueron guiados por Dios, y a otros se les decretó el extravío. Transitad por la Tierra y observad cómo fue el final de quienes desmintieron (Nuestros signos)”.    (16:36)

 

Y también dijo:

“Los creyentes combaten por la causa de Dios. Los incrédulos en cambio, combaten por la del Seductor. Combatid contra los secuaces de Satanás, y (sabed que) las artimañas de Satanás son débiles”.   (4:76)

 

La brujería y todo tipo de magia

 

Esta prohibición se basa en numerosas evidencias como lo explica Dios en el Sagrado Corán:

 

 “Pero estos (los ángeles Harut y Marut) no le enseñaban a nadie sin antes advertirle que se trataba de una tentación, y que quien la aprendiera (la brujería) caería en la incredulidad”. (2: 102)

 

El Mensajero de Dios (P y B) dijo:

 

“Evitad los siete actos destructivos”. La gente le preguntó: “¡Oh, Profeta de Dios! ¿Cuáles son los siete actos destructivos?” Respondió: “Son asociar copartícipes a Dios, practicar la brujería y todo tipo de magia, matar a un inocente sin una razón legítima, aplicar intereses y usura, malgastar los bienes de los huérfanos, huir del campo de batalla, acusar falsamente a una mujer creyente de cometer fornicación, adulterio o corrupción moral”. (Transmitido por Bujari y Muslim)

 

La agresión y la opresión

 

Dios dijo en el Sagrado Corán:

 “Ciertamente los que incurren en falta son quienes oprimen a los hombres y siembran injustamente la corrupción en la Tierra; éstos sufrirán un castigo doloroso”.   (42:42)

 

Y también dijo:

“Diles: Mi Señor ha prohibido las obscenidades, tanto en público como en privado, los pecados, la opresión, la idolatría y decir acerca de Él lo que ignoráis”.   (7:33)

 

Y dijo:

“Si alguno de los idólatras te pidiera protección, ampárale para que así recapacite y escuche la Palabra de Dios, luego (si no reflexiona) ayúdale a alcanzar un lugar seguro; esto es porque son gente ignorante”.   (9:6)

 

El Mensajero de Dios (P y B) dijo:

 

“Tened cuidado de cometer injusticias, porque la opresión será la oscuridad el Día de la Resurrección; y tened cuidado de ser avaros porque eso condenó a quienes os precedieron. Los incitó a derramar sangre y a considerar lo ilícito como lícito”. (Transmitido por Muslim)

 

Y también dijo: “Dios me encomendó: Ser humilde para no oprimir a otros, y para que nadie trate a nadie con orgullo y jactanciosamente”. (Transmitido por Muslim)

 

El Profeta (P y B) dijo: “Dios, el Más Grande y Glorioso, dijo: ‘Oh, mis siervos. He declarado la opresión ilícita para Mí e ilícita para vosotros, así que no cometáis opresión sobre nadie”. (Transmitido por Muslim)

 

El Islam incita a ayudar tanto al oprimido como al opresor para terminar con lo que genera la opresión. El Mensajero de Dios (P y B) dijo: “Apoyad e id a auxiliar a vuestro hermano, sea él el oprimido o el opresor”. Un hombre que oyó estas palabras, le preguntó: “Puedo entender que debo ayudar a mi hermano si es oprimido, pero ¿por qué debo hacer si es el opresor?”. El Profeta (P y B) le respondió: “Ayudadlo a terminar con su opresión, esa es la verdadera forma de ayudar al oprimido”. (Transmitido por Bujari)

 

Todos los miembros de una sociedad que se comporten dentro de lo legal, sin importar su credo o la fe que profese, tienen derecho a recibir la protección total de sus derechos a la vida, las propiedades y los bienes. Por ejemplo, el Mensajero de Dios  (P y B) dijo:

 

“Quien mate injustamente a un no musulmán que resida en el Estado Islámico, nunca olerá el perfume del Paraíso y su aroma se puede oler a una distancia de cuarenta años”. (Transmitido por Bujari)

 

 

 

El maltrato hacia los padres, hijos y familiares

 

Al respecto, Dios dice en el Sagrado Corán:

 

 “Tu Señor ha ordenado que no adoréis sino a Él y que seáis benévolos con vuestros padres. Si uno de ellos o ambos llegan a la vejez, no seáis insolentes con ellos y ni siquiera les digáis: ¡Uf! Y habladles con dulzura y respeto”. Trátales con humildad y clemencia, y ruega: ¡Oh, Señor mío! Ten misericordia de ellos como ellos la tuvieron conmigo cuando me educaron siendo pequeño”.   (17:23-24)

 

Y el Mensajero de Dios (P y B) dijo:

 “La complacencia de Allah esta con la complacencia de los padres hacia sus hijos, y la furia de Allah esta con la furia de los padres provocadas por sus hijos”. (Transmitido por Tirmidi)

 

 

El Islam nos enseña a ser benevolentes con nuestros familiares. Esto se basa en la aleya revelada en el Sagrado Corán donde Dios dice:

 “Si  no obedecéis, corromperéis la Tierra y cortaréis los lazos familiares. ¿Acaso esto os agrada? Éstos son a quienes Dios ha maldecido hacienda que se comporten como sordos y ciegos”(47:22-3)

 

Y también encontramos un dicho del Profeta (P y B) que dice: “Una persona que rompe los lazos familiares no entrará en el Paraíso”. (Transmitido por Bujari y Muslim)

Romper los lazos familiares implica muchas cosas: la ausencia del intercambio de visitas, no preocuparse por los parientes necesitados, y ser indiferentes a brindarles ayuda financiera y social a los miembros de la familia que son indigentes.

 

El Islam aprecia la caridad que realizan los ricos para los indigentes. Una donación de una familia rica para algún familiar suyo que lo necesita conlleva una doble recompensa, ya que por un lado se hace caridad y, por el otro, es una forma de reestablecer los lazos entre los miembros de la familia. Si una persona es pobre y no tiene posibilidades de ayudar económicamente a sus parientes, Dios le recompensará incluso su visita, el cuidado y el afecto que tenga por ellos, ya que esto también es un tipo de caridad y son buenas obras. El Mensajero de Dios (P y B) dijo:

 

“Establece una buena relación con los miembros de vuestras familias y parientes más cercanos, incluso mediante algo tan pequeño como saludarlos y preguntarles por sus asuntos y su salud”. (Transmitido por Bazzar y Tabrani)

 

El adulterio, la fornicación y las calumnias

 

Se sabe que muchos conflictos, peleas y asesinatos suceden por los “triángulos amorosos” en los que la gente pelea por su pareja legal o ilegal. El Islam corta todos los caminos que llevan a tener relaciones sexuales ilícitas para preservar la castidad y la pureza de los miembros de la sociedad, y para prevenir conflictos, hijos ilegítimos y abortos.

Dios, Enaltecido sea, dijo en el Sagrado Corán:

“Apartaos de todo lo que os lleve a la fornicación, pues esto es una inmoralidad y conduce al mal”. (17:32)

 

Y Dios dijo:

“Quienes difamen a las mujeres honestas, inocentes y creyentes serán maldecidos en esta vida y en la Otra, y sufrirán un gran castigo”.   (24:23)

 

Y también dijo:

“Aquellos que desean que se propague la obscenidad entre los creyentes tendrán un doloroso castigo en esta vida y en la Otra. Dios sabe y vosotros no sabéis”. (24:19)

 

El Profeta de Dios (P y B) convenció a un hombre joven sobre la ilegalidad de tener relaciones sexuales ilícitas en la siguiente conversación:

 

“Un hombre joven se acercó al Mensajero de Dios (P y B) y le preguntó: ‘Oh Mensajero de Dios, concédeme un permiso especial para cometer fornicación’. La gente comenzó a reprenderlo severamente, pero el Profeta (P y B) se sentó a su lado y le preguntó: ‘¿Te gustaría eso para tu madre?’. Respondió: ‘No, por Dios, que Dios me sacrifique por ti’. Le dijo: ‘Y así es que a nadie le gusta eso para sus madres. ¿Te gustaría eso para tu hija?’. Respondió que no. El Profeta (P y B) le dijo: ‘Y así es que a nadie le gusta eso para sus hijas. ¿Te gustaría eso para tu tía paterna?’. Respondió que no. Le dijo: ‘Y así es que a nadie le gusta eso para sus tías paternas. ¿Te gustaría eso para tu tía materna?’. Respondió que no. El Profeta (P y B) le dijo: ‘Y así es que a nadie le gusta eso para sus tías maternas’. Luego el Profeta (P y B) puso su mano sobre el joven y dijo: ‘Oh Dios, perdona sus pecados y purifica su corazón y hazlo casto (fortifica su abstinencia de los pecados sexuales)’. (Transmitido por Imam Ahmad de la tradición de relatos de Abu Umamah)

 

Aquí vemos como el Profeta de Dios (P y B) convenció con paciencia a este joven por medio de las analogías sobre la injusticia de tener principios contradictorios, ya que nadie quiere ser explotado ni abusado, ¿cómo puede permitirse explotar y abusar de otros? La regla de oro, como la llaman, está expresada en el famoso dicho del Profeta (P y B): “Ninguno de vosotros cree, hasta que quiera para su hermano, lo que quiere para sí mismo”. (Transmitido por Bujari y Muslim)

 

Las drogas y las apuestas

 

También es sabido que bajo el efecto de las drogas, los individuos son más propensos a cometer crímenes violentos que las personas sobrias. Por otro lado, las apuestas son también un motivo de conflicto. Dios, Todopoderoso, dice:

 

“¡Oh, creyentes! Los embriagantes, los juegos de apuesta, los altares (sobre los cuales eran degollados los animales como ofrenda para los ídolos) y consultar la suerte valiéndose de flechas son una obra inmunda de Satanás. Absteneos de ello y así tendréis éxito. Satanás solo pretende sembrar entre vosotros la enemistad y el odio valiéndose de los embriagantes y los juegos de apuesta, y apartaros del recuerdo de Dios y la oración. ¿Acaso no vais a absteneros?”.  (5:90-91)

 

Robar y apropiarse de los bienes de otros en forma ilegal

 

Estos actos crean odios y resentimientos, y provocan muchos conflictos en la sociedad que derivan en inseguridad y caos. El Mensajero de Dios (P y B) dijo:

 

“Quien le quite un derecho a un musulmán, Dios,  Todopoderoso, lo convertirá en morador del Fuego del Infierno el Día del Juicio Final y le restringirá la entrada al Paraíso”. Uno de los compañeros que estaba presente en ese momento, le preguntó: “¡Oh, Profeta de Dios! ¿Y si el objeto que toma la persona fuera insignificante?”. El Mensajero (P y B) respondió: “Incluso si el objeto fuera tan insignificante como una ramita de Arak para limpiarse los dientes”. (Transmitido por Muslim)

 

El monopolio

 

Al respecto, el Mensajero de Dios (P y B) dijo: “Sólo un pecador monopoliza la comida y otras cosas que necesita la gente”. (Transmitido por Muslim)

 

El mal uso de los bienes y las pertenencias de los huérfanos

 

Los huérfanos son débiles e incapaces de manejar sus bienes. El tutor de un huérfano es el responsable de manejar adecuadamente las finanzas y los asuntos de su protegido lo mejor que pueda. Dios advierte en el Sagrado Corán:

 “Quienes se apropien injustamente los bienes de los huérfanos, el fuego consumirá sus entrañas y arderán en el Infierno”.   (4:10)

El abuso de autoridad

 

Un líder musulmán o cualquier persona que tenga una posición de autoridad, debe ser justo y honesto con su gente y no debe causarles ningún daño ni traicionarlos de ninguna manera. Como dijo Dios, Supremo:

 

 “No pienses que Dios está distraído de lo que hacen los inicuos. Él sólo está tolerándoles hasta que llegue el día en el que sus miradas quedarán fijas (por el terrible castigo que presenciarán)”.   (14:42-43)

 

El Mensajero de Dios (P y B) dijo:

 

“Si Dios le ha confiado una autoridad a una persona, pero esta persona no ofrece su mejor consejo posible a su gente, se le negará la entrada al Paraíso”. (Transmitido por Bujari)

 

La tortura

 

El compañero del Profeta (P y B) Hesham ibn Hakim ibn Hizam pasó en una oportunidad al lado de un grupo de Nebatcanos en el Levante que habían sido puestos al sol. Preguntó: “¿Qué es lo que esta gente ha hecho mal?”. Le dijeron: “Son prisioneros porque no pagaron los impuestos”. Hesham dijo: “He oído al Mensajero de Dios (P y B) decir: ‘Dios tortura a quienes torturan a la gente en esta vida’”. Y el líder Umar ibn Sad en ese momento estaba en Palestina, entonces fue hasta allí y le informó sobre lo acontecido e inmediatamente pasó la orden de liberar a esas personas”. (Transmitido por Muslim)

 

El falso testimonio y los juramentos

 

El falso testimonio es uno de los pecados más grandes. De hecho, si una persona insiste intencionalmente en realizar falsos testimonios, se lo considerará fuera del Islam. Dios, Todopoderoso, dice en el Sagrado Corán:

 

 “Aquellos que no dan falso testimonio, y se apartan con dignidad de las conversaciones vanas”.   (25:72)

 

El Mensajero de Dios (P y B) dijo: “¿Queréis que os informe sobre los pecados más atroces?” Los compañeros contestaron que sí. Dijo: “Son que le asociéis copartícipes a Dios, y ser malos y desobedientes con vuestros padres”. El Profeta (P y B) estaba reclinado sobre el suelo, y se sentó erguido y dijo: “… y dar falso testimonio, y dar falso testimonio”. Y el Mensajero de Dios (P y B) siguió repitiéndolo hasta que sus compañeros desearon que se detuviera. (Transmitido por Bujari)

 

Este tipo de falso testimonio intencional y orientado a obtener ganancias ilícitas se conoce como ghamus (sumergirse) ya que sumerge a quien lo hace en el Fuego del Infierno. Dios, Todopoderoso, dice:

 

 “Quienes cambiaron el compromiso que tomaron con Dios por un vil precio y faltaron a sus juramentos, no tendrán ninguna recompensa en la Otra vida. Dios no les dirigirá la palabra ni les tendrá compasión el Día de la Resurrección, no les purificará y tendrán un castigo doloroso”.   (3:77)

 

Esto también está expresado en el dicho del Profeta (P y B):

 

“Quien usurpe un derecho a otro musulmán con su mano derecha (es decir, el falso testimonio) será merecedor del Fuego del Infierno y se le negará la entrada al Paraíso”. Un hombre le preguntó aún si el derecho usurpado fuera insignificante. El Mensajero (P y B) respondió: “Incluso si el objeto fuera tan insignificante como una ramita de Arak para limpiarse los dientes”. (Transmitido por Muslim)

 

La traición y el incumplimiento de los contratos

 

El Islam enseña a los musulmanes a ser veraces. El Islam ordena cumplir lo prometido y advierte sobre romper una promesa y no respetar los contratos. Se hace hincapié en el cumplimiento de todos los compromisos tomados con la gente y advierte lo que sucede cuando uno promete algo a alguien y luego se lo niega aunque lo prometido algo aunque sea insignificante. Dios, Todopoderoso, dice:

 

 “¡Oh, creyentes! No traicionéis a Dios y al Mensajero (desobedeciendo Sus órdenes), ni traicionéis la fe que se os ha confiado”. (8:27)

 

El Islam declara que guardar secretos es una forma de tomar un compromiso. Así lo explicó el Mensajero de Dios (P y B) cuando dijo:

 

“Si una persona le dijo algo a otra,  lo que le haya dicho se transforma en un compromiso para quien lo escuchó”. (Transmitido por Tirmidi y Abu Dawud)

 

De la misma manera, el Islam considera que consultar a los demás es también un compromiso. El Mensajero de Dios (P y B) dijo:

 

“Una persona que es consultada es una persona comprometida (es decir, se compromete al escuchar a la persona que hace la consulta y al dar su opinión honesta y su consejo)”. (Transmitido por Tirmidi y Abu Dawud)

 

El Islam promueve la honradez y la veracidad. El Mensajero de Dios (P y B) dijo:

 

“No hay fe para una persona que no es honrada ni veraz. No hay religión para una persona que no cumple con sus compromisos”. (Transmitido por Ahmed y Baihaqi)

 

El Profeta de Dios (P y B) dijo:

 

“Si una persona posee cuatro vicios, será considerado un completo hipócrita. Y si alguien posee uno de esos cuatro vicios, será parcialmente hipócrita salvo que pueda curarse de ese vicio: mentir cuando habla, romper sus promesas, traicionar lo que se le confía, no cumplir con un contrato”. (Transmitido por Bujari y Muslim)

 

En otra narración transmitida por Muslim, el Profeta (P y B) agregó:

 

 “Una persona será considerada de esta forma incluso si reza diariamente, ayuna durante el mes de Ramadán, y dice ser musulmán”.

 

Las calumnias y los chismes

 

Chismosear sobre alguien es contar algo sobre esa persona que odia que se sepa, incluso si fuera cierto. Este tipo de acto pone en peligro el honor y la dignidad de la persona atacada, genera odio y desdén entre la gente que pueden conducir a la violencia. Las calumnias incluyen dar a conocer datos falsos que difaman a una persona. Dios, Todopoderoso, dice en el Sagrado Corán:

 

 “Ay del castigo que les aguarda a quienes se burlan del prójimo con sus palabras y actitudes”. (104:1)

 

El Mensajero de Dios (P y B) dijo:

 

“¿Sabéis lo que son los chismes?”. Los compañeros que estaban presentes dijeron: “Dios y Su Mensajero saben mejor”. El Profeta (P y B) dijo: “Es mencionar algo detrás de las espaldas de una persona que no quiere que se sepa”. Uno de los compañeros preguntó: “¡Oh, Profeta de Dios! ¿Qué pasa si lo que dicen detrás de sus espaldas es cierto, aún así serían chismes?”. El Profeta (P y B) respondió: “Chismosear es mencionar un vicio que una persona tiene, pero si en verdad no es así, entonces son calumnias”. (Transmitido por Muslim)

 

El uso de insultos y burlas

 

Dios dijo en el Sagrado Corán:

 

 “¡Oh, creyentes! No os burléis de vuestros hermanos, pues es posible que sean mejores que vosotros. Que las mujeres no se burlen de otras mujeres, pues es posible que sean mejores que ellas. No os difaméis ni os pongáis apodos ofensivos. ¡Qué malo es comportarse como un corrupto (difamando y poniendo apodos ofensivos) luego de haber sido agraciados con la fe! Y sabed que quienes no se arrepientan (de sus pecados) serán inicuos”.   (49:11)

 

El odio, el desprecio y el resentimiento hacia los demás

 

Estos vicios provocan que la gente actúe por venganza de la manera que quiera. En una ocasión, una persona se acercó al Mensajero de Dios (P y B) y le preguntó:

 

“¡Oh, Profeta de Dios! ¿Quién es el mejor de los hombres?”. El Mensajero de Dios (P y B) dijo: “Quien es afectuoso y es veraz”. Los compañeros que estaban presentes le preguntaron: “¡Oh, Profeta de Dios! Nosotros sabemos lo que es una persona veraz, pero ¿a qué te refieres con que sea afectuoso?”. Dijo: “Es una persona pura y piadosa, sin pecados, que no oprime ni trasgrede los derechos de los demás, una persona que no siente odio ni envidia por los demás en su corazón”. (Transmitido por Tirmidi)

 

El Mensajero de Dios ilustró los resultados de la envidia cuando dijo: “La envidia y los celos comen las buenas obras como el fuego come la madera”. (Transmitido por Abu Dawud)

 

El boicot social (salvo bajo ciertas condiciones)

 

El Mensajero de Dios (P y B) dijo:

 “No hagan boicot uno contra otro, no se den la espalda, no se odien ni se envidien: todos ustedes si son verdaderos siervos de Dios deben ser como hermanos. Un musulmán no debe boicotear a su hermano por más de tres días”. (Transmitido por Bujari y Muslim)

 

Otra versión de este relato dice:

“Un musulmán no debe boicotear a su hermano en la fe por un período que exceda las tres noches. Cuando se encuentren uno al otro deben evitar  enfrentarse pero el mejor de los dos será el que salude primero”.

 

El uso de insultos y lenguaje incorrecto

 

El Mensajero de Dios (P y B) dijo: “Quienes insulten a otros no se les permitirá ser testigos ni interceder en el Día del Juicio Final”. (Transmitido por Muslim)

 

El Islam prohíbe incluso insultar al enemigo y exhorta a los musulmanes a rezar por esa gente para que sean guiados por Dios hacia el camino correcto. Esto está expresado en el dicho del Profeta (P y B) cuando le preguntaron: “¡Oh, Mensajero de Dios! ¿No deberías rezar en contra de los paganos e idólatras?”. Respondió: “Sólo he sido encomendado como una misericordia para la humanidad y no me han encomendado insultar a los demás”. (Transmitido por Muslim)

 

La avaricia y la tacañería

 

El Islam considera las riquezas como un bien que Dios le otorga a los seres humanos por un período determinado en sus vidas para que las utilicen con sabiduría según lo que Dios ha ordenado: para vivir y cubrir las necesidades básicas, para dar caridad y para realizar obras de bien. El Mensajero de Dios (P y B) dijo:

 

“Una persona traicionera, avara y tacaña que hace alarde permanentemente de las donaciones y la ayuda que da a los pobres y necesitados, nunca entrará al Paraíso”. (Transmitido por Tirmidi)

 

El Mensajero de Dios (P y B) también advirtió sobre las consecuencias desastrosas de una sociedad en la que la avaricia es algo común. Dijo:

 

“Tened cuidado de cometer injusticias, porque la opresión será la oscuridad el Día de la Resurrección; y tened cuidado de ser avaros porque eso condenó a quienes os precedieron. Los incitó a derramar sangre y a considerar lo ilícito como lícito”. (Transmitido por Muslim)

 

La extravagancia y el derroche

 

Dios les ordenó a los musulmanes abstenerse de derrochar.

 

 “(…) Y comed y bebed con mesura, porque Dios no ama a los inmoderados”.   (7:31)

 

Dios, Todopoderoso, dijo:

“Ayuda a los parientes, también al pobre y al viajero insolvente, pero no des desmesuradamente, porque quienes se exceden son iguales a los demonios que siguen a Satanás, y por cierto que Satanás fue ingrato con su Señor”.   (17:26-7)

 

El Mensajero de Dios (P y B) dijo:

 

“Dios, Todopoderoso, prohíbe que seáis desobedientes con vuestras madres, que os neguéis a darle a los pobres y necesitados por la causa de Dios, que pidáis caridad cuando realmente no lo necesitáis, y que enterréis vivas a las niñas recién nacidas. A Dios Le disgusta que os dediquéis a esparcir rumores, que pidáis a la gente, y que gastéis vuestros bienes de forma descuidada”. (Transmitido por Bujari y Muslim)

 

La exageración y el extremismo

 

Dios, Todopoderoso, dice:

 

 “(…) Dios desea facilitaros las cosas y no dificultároslas; engrandeced a Dios por haberos guiado y así seréis agradecidos”.  (2:185)

 

El Mensajero de Dios (P y B) dijo:

 

“Ofreced buenos augurios y no ahuyentéis a la gente. Facilitad la vida de la gente y no se la hagáis difícil e intolerable”. (Transmitido por Bujari y Muslim)

 

El Mensajero de Dios (P y B) también dijo:

 

“Tened cuidado de no exceder los límites de la religión. La gente que os precedió fue destruida por irse a los extremos de la religión”. (Transmitido por Nisaae, Ibn Maja, Ibn Juzaimah y al-Haakim)

 

La arrogancia y el orgullo

 

Dios, Todopoderoso, dijo:

 “No vuelvas tu rostro a la gente (con desprecio) y no andes por la Tierra con arrogancia. Ciertamente Dios no ama a quien es presumido y engreído. Sé modesto en tu andar y no levantes tu voz, que ciertamente la voz más desagradable es la del asno”.   (31:18-19)

 

El Mensajero de Dios (P y B) dijo:

 

“Una persona, cuyo corazón contenga un solo átomo de arrogancia, no entrará al Paraíso”. Uno de los compañeros que estaba presente en ese momento, le preguntó: “¡Oh, Profeta de Dios! Nos gusta vestir buena ropa y buenos zapatos, ¿eso también es arrogancia?”. Respondió: “La arrogancia es negar la verdad y tratar a la gente con desprecio”. (Transmitido por Muslim)

 

El Mensajero de Dios (P y B) también dijo:

 

“En Día del Juicio Final, Dios no mirará a quienes fanfarroneen por su vestimenta con arrogancia”. (Transmitido por Muslim)

 

Todos los actos que lleven a disputas, discusiones y fraudes entre la gente

 

Dios, Todopoderoso, dice:

 “Aferraos todos a la religión de Dios y no os dividáis. Recordad la gracia de Dios al hermanaros uniendo vuestros corazones después de haber sido enemigos unos de otros, y cuando os encontrasteis al borde de un abismo de fuego, os salvó de caer en él. Así os explica Dios Sus signos para que sigáis la guía”.   (3: 103)

 

Del mismo modo, el Islam prohíbe todas las formas de sospechas y de malos pensamientos sobre los demás. Dios, Todopoderoso y Majestuoso, dice:

 

 “¡Oh, creyentes! Evitad sospechar demasiado (de la actitud de los demás), pues ciertamente algunas sospechas son un pecado; y no os espiéis, ni habléis mal del ausente, pues ello es tan repulsivo como comer la carne de un hermano muerto. ¿Acaso alguno de vosotros desearía hacerlo? Por supuesto que os repugnaría. Y temed a Dios; ciertamente Dios es Indulgente, Misericordioso”.  (49:12)

 

El Mensajero de Dios (P y B) dijo:

 

“Evitad las sospechas, ya que las sospechas llevan a lo más falso que alguien puede decir”. (Transmitido por Bujari)

 

La mala interpretación de los hechos y la falsa información

 

Dios, Todopoderoso, dijo:

 

 “¡Oh, creyentes! Si se os presentara alguien corrupto con alguna noticia corroborad su veracidad, no sea que perjudiquéis a alguien por ignorancia, y luego (de haber comprobado que era una noticia falsa) os arrepintáis por la medida que hubiereis tomado”.  (49:6)

 

Los ataques de ira, los exabruptos temperamentales y el uso de lenguaje ofensivo

 

Dios les ordena a los musulmanes a controlar siempre la ira. Dios, Todopoderoso y Majestuoso, dice:

 

 “Aquellos que evitan los pecados graves y las obscenidades, y cuando se enojan saben perdonar”. (42:37)

 

El Mensajero de Dios (P y B) dijo:

 

“El hombre fuerte no es el que lucha, sino el que en realidad se controla a sí mismo en un ataque de ira”. (Transmitido por Bujari y Muslim)

 

Y también dijo:

 

“Un creyente no es una persona que ataca la integridad de otras personas, quien insulta a los demás, usa lenguaje ordinario y es desagradable cuando habla con la gente”. (Transmitido por Tirmidi)

 

Relató Abu Hurairah —Dios esté complacido con él— que un hombre le dijo al Profeta —la paz y las bendiciones de Dios sean con él—: “Aconséjame”. Dijo: “No te enfurezcas”. El hombre Insistió varias veces. Dijo: “No te enfurezcas”.

El regocijo y la alegría maliciosa por el sufrimiento ajeno

 

El Mensajero de Dios (P y B) dijo:

 

“No demostréis felicidad alguna al ver a tu hermano en una tragedia. Dios será Misericordioso con éste y os aquejará a vosotros con los mismos problemas”. (Transmitido por Tirmidi)

 

La interferencia indebida en los asuntos que no le concierne

 

El Mensajero de Dios (P y B) dijo: “Uno de los signos del buen musulmán es no meterse en lo que no le concierne”. (Transmitido por Tirmidi)

 

Las sentencias injustas

 

Las leyes derivan del Sagrado Corán y de la Sunnah (la tradición del Profeta, P y B) y por eso no hay legisladores excepto Dios en el Islam. Por lo tanto, un juez está a cargo de interpretar la ley y de aplicarla con equidad en todos los casos, y si comete alguna injusticia en sus veredictos, está violando su responsabilidad sagrada. Dios, Sabio y Sublime, dice:

 

 “(…) Quienes no juzgan conforme a lo que Dios ha revelado, ésos son los incrédulos”. (5:44)

 

Esto también está expresado en el dicho del Mensajero de Dios (P y B) cuando dijo:

 

“Los jueces son tres, dos de los cuales son habitantes del Infierno y uno del Paraíso. Un juez que sabe la verdad y juzga acorde a ella es un habitante del Paraíso. Un juez que sabe la verdad, pero adrede la esquiva, es un habitante del Infierno. Un juez que pasa su sentencia sin saber lo suficiente es un habitante del Infierno”. Uno de los compañeros que estaba presente en ese momento, le preguntó: “¿Cuál es el pecado del juez que no se da cuenta de la verdad y de la realidad del caso?”. El Profeta (P y B) dijo: “Su pecado es que no debería ser un juez hasta que no esté bien capacitado”. (Transmitido por Hakim)

 

Espiar la vida de los otros

 

El Islam prohíbe espiar a otros de cualquier manera, como lo dice Dios en el Sagrado Corán:

 

 “¡Oh, creyentes! Evitad sospechar demasiado (de la actitud de los demás), pues ciertamente algunas sospechas son un pecado; y no os espiéis, ni habléis mal del ausente, pues ello es tan repulsivo como comer la carne de un hermano muerto. ¿Acaso alguno de vosotros desearía hacerlo? Por supuesto que os repugnaría. Y temed a Dios; ciertamente Dios es Indulgente, Misericordioso”.  (49:12)

 

El Mensajero de Dios (P y B) dijo:

 

“Una persona que escucha la conversación de otra que no quiere que escuchen, tendrá plomo fundido vertiéndole en sus oídos el Día del Juicio”. (Transmitido por Bujari)

 

La difamación y las calumnias

 

Una falsa acusación rompe los lazos de amistad entre la gente y genera animosidad, y crea una situación de caos en la sociedad. Dios, Todopoderoso, dice:

 

 “No obedezcas al vil que jura permanentemente, ni al difamador que siembra discordia”.  (68:10-11)

 

El Mensajero de Dios (P y B) dijo: “Un calumniador no entrará al Paraíso”. (Transmitido por Bujari y Muslim)

 

Uno de los resultados seguros de las calumnias es la propagación de rumores, odios y enojos entre los miembros de la comunidad. El Islam no acepta ni permite este tipo de situaciones.

 

La explotación de otros, especialmente de los más débiles, como ser los indigentes y los ancianos

 

El Islam se propone establecer una sociedad bien integrada con lazos fraternales y sólidos. Dios, Todopoderoso y Majestuoso, dice en el Sagrado Corán:

 

 “Adorad a Dios y no Le asociéis nada. Sed benevolentes con vuestros padres, parientes, con los huérfanos, pobres, vecinos parientes, y no parientes, el compañero, el viajero insolvente y con vuestros esclavos. Dios no ama a todo arrogante jactancioso”.   (4: 36)

 

Los inconvenientes con los demás, en especial, con los vecinos

 

El Mensajero de Dios (P y B) dijo:

 “¡Por Dios! ¡Una persona no será un verdadero creyente! ¡Por Dios! ¡Una persona no será un verdadero creyente! (repitió la misma frase dos veces)”. Los compañeros le preguntaron: “¡Oh, Profeta de Dios! ¿Quién es esa persona?” Respondió: “Es una persona con la cual su vecino no está seguro ni a salvo de todos sus daños y maldades”. (Transmitido por Bujari y Muslim)

 

 

 

Palabras finales

 

El Islam construye los cimientos para las relaciones amistosas entre las personas sobre los principios del interés público y mutuo de todas las partes involucradas. No se puede obligar a nadie a aceptar el Islam. El Islam desea el bien sin importar el color, el credo, la ubicación geográfica ni la nacionalidad de una persona. Sus leyes y principios promueven los valores universales de rectitud, benevolencia y justicia. Los musulmanes tienen la orden de amar por la causa de Dios y de odiar por la causa de Dios, y nunca por otros intereses o deseos mundanales ni caprichos. Uno no ama ni odia a una persona porque sí, sino por el bien o el mal que demuestra su comportamiento. Dios, Todopoderoso, dice:

 

 “(¡Oh, Muhammad!) Ante todo, elige perdonar, ordena el bien y apártate de quienes se comportan contigo en forma ignorante”.   (7:199)

 

El Islam trae a la gente de las tinieblas de la ignorancia y la injusticia hacia la verdadera luz de la guía y la justicia. Dios, Sabio y Sublime, dice:

 

 “Dios es el Protector de los creyentes, les extrae de las tinieblas hacia la luz. En cambio, los incrédulos tienen como protector a Satanás, quien los conduce de la luz hacia las tinieblas. Esos serán los moradores de Fuego, en el que estarán eternamente”.   (2:257)

 

El Islam educa a los musulmanes para que sean pacíficos y pacientes, que sepan perdonar y se preocupen por los demás. El Islam busca por todos los medios establecer la justicia social y proteger los derechos de todos los ciudadanos del Estado Islámico y los incluye a todos en su sistema de bienestar social El Islam exhorta a los musulmanes a ser buenos con los demás sin esperar un favor sino para obtener la recompensa de Dios, el Más Munificente. El Islam educa a los musulmanes para que respeten y honren las órdenes y leyes divinas para que cada miembro de la sociedad se sienta seguro, a salvo y en paz, excepto por los criminales que merecen ser castigados con justicia por sus transgresiones. El Islam le enseña a los musulmanes a ser desinteresados y a desear para los demás lo que desean para sí mismos, así toda la sociedad se beneficia: los ancianos son amables con los jóvenes, los jóvenes son misericordiosos, respetuosos y ayudan a los ancianos, los ricos son generosos con los pobres, y todos buscan ayudar a los indigentes. El Islam se propone construir una sociedad ideal en la que se pueda cumplir lo que dijo el Profeta Muhammad (P y B):

 

“El ejemplo de los creyentes en su amor y afecto entre sí es como la de los órganos del cuerpo. Si un órgano duele, el resto del cuerpo se afiebra y es afectado también”.

 

Esperamos que este libro sirva de guía para quienes buscan la verdad, para quienes buscan alcanzar la bendición del Paraíso, para quienes buscan la verdadera salvación del Infierno y su tortura humillante y eterna, y para quienes buscan contarse entre los habitantes del Paraíso.

 

Sabiendo que el destino final de cada criatura es la muerte, la pregunta crucial es: ¿qué pasa después de la muerte? Los musulmanes, al igual que los creyentes de las Escrituras, creemos en la Resurrección después de la muerte donde encontraremos nuestra recompensa o nuestro castigo en la vida eterna, ya sea en los benditos Jardines del Paraíso o en el Fuego Infernal. En cuanto a quienes aceptan sinceramente el Islam como forma de vida, ciertamente  han tomado el camino correcto que conduce a la felicidad y las bendiciones después de la muerte.  Aquellos que, en cambio, realizan actos con maldad en este mundo contra los inocentes sin ninguna justificación, serán castigados y penalizados por lo que hayan hecho. Sin embargo, si alguien comete un acto de desobediencia contra las órdenes de Dios, Todopoderoso, está en manos de la Voluntad y la Misericordia de Dios. Si desea torturar a quien hizo un mal con Su justicia, nadie podrá interceder por él salvo que Dios así lo permita. Y si desea perdonarlo, lo hará con Su Inmensa Misericordia y Generosidad.

 

En cuanto a quienes niegan al Islam y le dan la espalda, y mueren siendo no musulmanes, creemos con certeza que se quedarán en el Fuego del Infierno eternamente. Por eso, exhortamos a todos los seres humanos sensatos y con poder de reflexión a buscar la salvación verdadera de su alma del modo correcto y teniendo en cuenta la Misericordia de Dios, el Más Misericordioso. Incitamos a todos a buscar el camino correcto que conduce al Paraíso; ese es el camino de Dios, el camino del Islam, la total sumisión a Dios. Este es el Camino que nos conduce a la felicidad eterna. A los enemigos del Islam que difunden falsa información, Dios, Todopoderoso, les dice en el Sagrado Corán:

 

 

 

 “Pretenden extinguir la luz de Dios (el Mensaje) con sus palabras (sin fundamentos), pero Dios hará que Su luz prevalezca aunque esto desagrade a los incrédulos”.  (61:8)

 

El Mensajero de Dios (P y B) dijo:

 

“¡Por Quien tiene el alma de Muhammad en Sus manos! Ningún miembro de esta nación, ni judío ni cristiano que sepa de mí y no crea con qué he sido enviado, quedará fuera del Fuego Infernal”. (Transmitido por Muslim)

Todas las alabanzas son para Dios, Enaltecido sea, y que la paz y las bendiciones de Dios sean sobre Su Mensajero Muhammad, y sobre su familia y sus compañeros, y sobre todos aquellos que siguen su ejemplo hasta el Día de la Resurrección.

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[1] Nota de la traductora: Nótese que detrás de la mención del Profeta Muhammad se lee la abreviatura (P y B) que significa: la paz y las bendiciones de Dios sean con él. Se refiere a la salutación que todo musulmán le hace al Profeta cuando se lo nombra.

 

[2] Oxford, New Internationalist Publications Ltd. pp. 23-24

[3] The Clash of Civilizations and the Remaking of World Order (El choque de civilizaciones y el restablecimiento del orden en el mundo). Touchstone Books, 1996, pág. 51

[4] Brown, Dee: Bury My Heart at Wounded Knee.  Bantam Books, 1970. pág.225

[5] Nota de la traductora:  En adelante, la abreviatura del saludo al Profeta Jesús será (P) .

 

[6] Comentario de la traductora.

[7] Dr. Imad-du-Din Jalil: What Do They Say about Islam? (¿Qué dicen del Islam?) pág.295

[8] Islam and the West: The Making of an Image (El Islam y el Occidente: la construcción de una imagen), p. 270

[9] Islam at the Crossroads (El Islam en la encrucijada) , Londres, 1923, pág. 8.

[10] Paráfrasis del Dr.Imad-du-Din Jalil en su libro: What Do They Say about Islam? (¿Qué dicen del Islam?) pág. 314.

[11] Veáse Ibn Kazir, Bidayah wa Nihayah.

[12]Heroes, Hero Worship, and the Heroic in History’ (Héroes, la adoración de héroes y los actos heroicos de la historia), lectura 2, viernes 8 de mayo de 1840.

[13] Sir Thomas W. Arnold: The Preaching of Islam, a history of the propagation of the Muslim faith, (La prédica del Islam, la historia de la propagación de la fe musulmana), Westminster A. Constable & Co., Londres, 1896, pág. 80.

[14] Ibn Hisham, The Biography of Muhammad” (La biografía de Muhammad), vol.1, pág.170.

[15] Balathuri, Futuh-al-Buldan (Países de las conquistas)  Conquests, pág. 428.

[16] Islam and Modern Age, pág. 67. Ver también: Ahmad Shalabi, Comparative Religious Studies (Estudios religiosos comparativos), vol. 3, pág.174.

[17] Historia de la civilización, vol.12, pág. 131.

[18] Ver “Al-Mu'jammal-Kabeer”, (El gran Diccionario de Hadices), 22/393