Acerca del artículo

Autor :

IPCI

Fecha :

Wed, Oct 15 2014

Categoría :

Por qué me convertí en musulmán

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Reverendo David Benjamín Keldani, Sacerdote Católico, Rumania

Reverendo David Benjamín Keldani, Sacerdote Católico, Rumania

 

 

Cuando se le preguntó como llegó al Islam escribió:

“Mi conversión al Islam no puede ser atribuida a ninguna causa mas que la guía de Alá el Todopoderoso. Sin esta orientación divina todo el aprendizaje, búsqueda y otros esfuerzos por encontrar la verdad puede hasta llevarlo a uno al extravío. Cuando creí en la absoluta unicidad de Dios Su último profeta Muhammad se convirtió en el patrón de mi conducta y comportamiento”.

Abdu ‘l-Ahad Dáwúd es el anterior reverendo David Benjamín Keldani, B.D., un sacerdote católico romano de la secta de los Caldéanos Unidos. Nació en 1867 en Urmia, Persia; educado desde su temprana infancia en esa ciudad. Desde 1886 al 89 (tres años) se encontraba en el staff de enseñanza de la Misión del Arzobispo de Canterbury a los cristianos de Asiría (Nestorianos) en Urmia. En 1892 fue enviado por el Cardenal Vaughan a Roma, donde asistió a un curso de estudios psicológicos y teológicos en la Universidad Fide College, y en 1895 fue ordenado sacerdote. Durante ese tiempo contribuyó con una serie de artículos de ‘The Tablet’ en “Asiría, Roma y Canterbury”; y también al record irlandés en la “Autenticidad del Pentateuco.”  Realizó varias publicaciones de traducciones del Ave Maria a varias lenguas en las Misiones Católicas ilustradas. Mientras que en Constantinopla camino a Persia en 1895, contribuyó con una gran cantidad de artículos en inglés y francés para el diario, publicado allí bajo en nombre de ‘The Levant Herald’, en “Eastern Churches.” En 1895 se unió a la misión francesa Lazarista en Urmia, y publicó por primera vez en la historia de esa misión un periódico en el vernacular siríaco llamado Qala-La Shárá, i.e.  “la voz de la verdad.”  En 1897 fue delegado por dos arzobispos de la Unión de caldéanos de Urmia y de Salmas para representar a los católicos orientales en el Congreso de la Eucaristía llevado a cabo en Paray-le-Monial en Francia bajo la presidencia del Cardinal Perraud. Esto fue, por supuesto, una invitación oficial. El papel leído en el congreso por el ‘Padre Benjamín’, fue publicado en los anuales del Congreso de Eucaristía, llamado “Le Pelirin” de ese año.  En este papel, el Sacerdote Caldeano (ese era su titulo oficial) deploró el sistema católico de educación entre los Nestorianos, e informó de la inminente aparición de sacerdotes rusos en Urmia.

En 1898 el padre Benjamín estaba de vuelta en Persia. En su pueblo nativo, Digala, a una milla de la ciudad, allí inauguró una escuela gratuita. El año próximo fue enviado por las autoridades eclesiásticas para que se hiciera cargo de la diócesis de Salmas, donde un agudo y escandaloso conflicto entre la unión de arzobispos, Khudabásh, y los padres Lazaristas  había estado amenazando con un cisma desde hacía mucho tiempo. En el día de año nuevo de 1900, el Padre benjamín rezó su último y memorable sermón a una gran congregación, incluyendo muchos armenios no católicos y otros en la Catedral de St. George de Khorovábád, Salmas. El tema de la plegaria fue ‘El nuevo siglo y el Nuevo Hombre’. Habló del hecho de que las Misiones Nestorianas, antes de la aparición del Islam, habían predicado el Evangelio en toda Asia; que tenían numerosos establecimientos en India (especialmente en la Costa de Malbar), en Tártaro, China y Mongolia; y que tradujeron el Evangelio a los Uighurs turcos y a otras lenguas; que las misiones católicas, americanas y anglicanas, en lugar del poco bien que le habían hecho a la nación asiriocaldeana en la educación, había separado a la nación, ya numerosa, en Persia, Kurdistan y Mesopotamia en numerosas sectas hostiles entre ellas; y que sus esfuerzos fueron destinados al colapso final. Consecuentemente aconsejó a los nativos que hagan algunos sacrificios para poder levantar sus propias piernas como hombres, y no depender de las misiones extranjeras, etc.

Cinco grandes y ostentosas misiones, norteamericanas y rusas, con sus escuelas, presionados por sociedades religiosas ricas, los cónsules y embajadores intentaban convertir a cien mil asirocaldeanos de la herejía nestoriana en una u otro de las cinco herejías. Pero las misiones rusas pronto se adelantaron y fue esta misión que en 1915 empujó o forzó a los asirios de Persia, así como también a las tribus montañesas de Kurdistán, que habían inmigrado a las llanuras de Salmas y Urmia, para armarse en contra de sus respectivos gobiernos. El resultado fue que la mitad de su gente fue asesinada en la guerra y el resto expulsada de sus tierras nativas.

La gran pregunta que los sacerdotes intentaron responder por mucho tiempo estaba ahora llegando a su clímax. ¿Era el cristianismo, con todas sus multitudinarias formas y colores, y con sus poco auténticas, falsas y corruptas escrituras, la verdadera Religión de Dios? En el verano de 1900 se retiró a su pequeña granja en el medio de los viñedos cerca a la celebrada fuente de Cháli-Boulaghi en Digala, y allí pasó un mes meditando y rezando, leyendo una y otra vez las escrituras en sus textos originales. La crisis finalizó en una renuncia formal enviada a la Unión de Arzobispos  de Urmia, donde francamente explicó a Mar (Mgr.) Touma Audu las razones por las cuales abandonaba sus funciones sacerdotales. Todos los intentos de las autoridades eclesiásticas para que se arrepintiera no fueron exitosos. No existía ninguna pelea personal o disputa entre el Padre benjamín y sus superiores; era todo una cuestión de consciencia.

Durante muchos meses el Sr. Dáwúd, como se llamaría desde ese entonces, fue empleado en Tabriz como inspector del Servicio postal y de Aduana de Persia bajo los expertos belgas. Luego fue tomado bajo el servicio del príncipe Muhummed Alí Mirzá como profesor y traductor. Fue en 1903 cuando nuevamente visitó Inglaterra y se unió a la Comunidad Unitaria. Y en 1904 fue enviado por la Asociación inglesa y extranjera Unitaria para que llevase a cabo un trabajo educativo entre las personas de su país. Camino a Persia visitó Constantinopla; y después de varias entrevistas con Sheikhu ‘l-Islám Yemálu ‘d-Dín Effendi y otros Ulémas, abrazó el Islam.