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Date :

Fri, May 22 2015
Question

¿Por qué el Corán no menciona la historia del Hayar y la fuente de Zámzam?

¿Por qué el Sagrado Corán, como lo hace la biblia, no hace ninguna mención sobre la institución de la circuncisión como tampoco sobre Hayar y el milagro de la fuente de Zámzam?
Answer
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Alabado sea Allah. 

 Tu puedes también preguntar, ¿Por qué el Corán no explica el número de oraciones durante el día y la noche, y el número de rak’as en cada oración, y lo que debe ser recitado durante la oración, y cómo la oración debe ser hecha… y por qué no habla en detalles acerca del zakah, el háyy, el ayuno, y así seguimos? 

 Allah ha hecho de la Tradición del Profeta (paz y bendiciones de Allah sean con él) la explicación detallada de lo que es mencionado en términos generales en el Corán. Y Allah dijo (interpretación del significado): 

 “Los enviamos con las evidencias claras y con los Libros. Y a ti te revelamos el Corán para que expliques a los hombres sus preceptos, y así reflexionen”.

 (an-Náhl 16:44). 

 Los asuntos que tú mencionas son explicados en la sunnah, y los dos, el Corán y la Sunnah, son la Revelación de Allah. 

 Sháij Sa’d al-Humaid. 

 Aquí sigue la historia de Hayar y la fuente de Zámzam proveniente de la sunnah, para que no tengas necesidad de recurrir a la Biblia, de cuyo contenido no podemos estar seguros que sea correcto y original. 

 Ibn ‘Abbás (que Allah esté satisfecho de él) narró la historia de Hayar, la esposa de Ibrahím (Abrahán), y la madre de su hijo Isma’il (la paz sea con ellos). Él dijo: 

 “Ibrahím la trajo a ella y a su hijo Isma’il mientras ella estaba amamantándolo, a un lugar cerca de donde ahora está la Ka’bah, bajo un árbol sobre el sitio de Zámzam, al lugar más alto en la mezquita. En aquellos días no había nadie en La Meca, ni había un poco de agua para beber. Así él los hizo sentar ahí y colocó cerca de ellos una bolsa de cuero conteniendo algunos dátiles, y una pequeña piel con agua, y se dispuso a marcharse hacia su hogar. La madre de Isma’íl lo siguió y le dijo “¡Ibrahím! ¿Dónde vas, dejándonos en este valle donde no hay nada ni nadie?” Ella le repitió esto varias veces, pero él no se dio vuelta. Entonces ella le preguntó: “¿Allah te ha ordenado esto?”, y él respondió: “Sí”. Ella dijo: “Entonces Él no nos abandonará”, y volvió a aquél lugar mientras Ibrahím seguía su camino. Cuando él alcanzó az-Zaníyah, donde ellos no podían verlo, miró hacia el sitio de la Ka’bah, y levantando ambas manos, oró a Allah con estas palabras: 

 “¡Oh, Señor nuestro! Por cierto que yo he establecido parte de mi descendencia en un valle árido de poca vegetación [La Meca] junto a Tu Casa Sagrada para que ¡Oh, Señor nuestro! practiquen la oración. Infunde en los corazones de los hombres amor por ellos, y susténtalos con frutos para que sean agradecidos.”. (Ibrahím 14:37 – interpretación del significado). 

 La madre de Isma’íl siguió amamantando a Isma’íl y bebiendo del agua que tenía. Cuando el agua en la piel se agotó, ella padeció sed y su hijo también. Comenzó a buscar algo para él, agonizando y golpeando el suelo con sus talones. Dejó un momento a su hijo, pues no podía seguir cuidando de él, y vio que la montaña de Safa era la más cercana desde donde ella estaba en aquella tierra. La madre de Isma’il se trepó a ella y comenzó a escudriñar el valle con agudeza para hallar a alguien, pero no pudo ver a nadie. Entonces descendió de Safa y cuando alcanzó el valle, se cubrió con su túnica y corrió, como una persona angustiada y en apuros, hasta que cruzó el valle y alcanzó la colina de al-Marwa, donde se quedó parada y comenzó a mirar, esperando por alguien, pero no podía ver a nadie. Repitió esto (corriendo entre Safa y Marwa) siete veces. 

 Ibn ‘Abbás dijo: el Profeta (paz y bendiciones de Allah sean con él) dijo: “Esta es la fuente de la tradición de recorrer la distancia entre las colinas Safa y Marwa. Cuando ella alcanzó al-Marwa (por última vez), oyó una voz y se dijo a sí misma que tenía que permanecer tranquila y escuchar atentamente. Oyó la voz nuevamente, y dijo: “¡Oh, quien sea que fueres!, Tu me has hecho escuchar tu voz, ¿Tienes algo para ayudarme? Y vio un ángel parado sobre el sitio de Zámzam, cavando en la tierra con su talón (o su ala), hasta que el agua brotó del lugar. Ella comenzó a hacer algo como un cuenco alrededor de él, usando sus manos, y comenzó a llenar la bolsa de piel con agua con sus manos, y el agua comenzó a fluir después de que hubo dragado un poco el lugar”. 

Ibn Abbás dijo: “El Profeta agregó: “¡Que Allah conceda Su Misericordia a la madre de Isma’íl! Ella tuvo que dejar la fuente de Zámzam sola, (fluyendo sin intentar controlarla, sin haber tenido que cavar para conseguirla y llenar su cantimplora de piel), Zámzam sería un arroyo fluyendo sobre la superficie de la tierra”. El profeta siguió adelante y agregó: “Entonces bebió, y le dio de mamar a su niño. El ángel le dijo: “No tengas miedo de ser descuidada, porque es la Casa de Allah la que será aquí construida por este muchacho y por su padre, y Allah nunca descuida a Su gente”. La Casa (es decir, la Ka’bah) en aquel tiempo estaba sobre un lugar alto semejante a un montículo, y cuando el torrente de agua lo alcanzó, fluyó por su derecha y su izquierda. Ella vivió de esa manera hasta que alguna gente de la tribu de Yurhum o una familia de Yurhum pasó por ella y por su niño, llegando por el camino de Kada’. Acamparon en la parte baja de Meca, donde vieron que un pájaro tenía el hábito de volar alrededor de aquél lugar y no abandonarlo. Se dijeron: “Este pájaro debe volar alrededor del agua, aunque sabemos que no hay agua en este valle”. Enviaron uno o dos mensajeros que descubrieron la fuente de agua, y retornaron a informarles. Entonces, todos se acercaron”. 

 El Profeta Muhámmad (paz y bendiciones de Allah sean con él) agregó: “La madre de Isma’íl estaba sentada cerca del agua. Ellos le preguntaron: “¿Nos permites quedarnos aquí contigo? Ella respondió: “Sí, pero no tendrán derechos de posesión sobre el agua”. Ellos estuvieron de acuerdo. 

 Ibn ‘Abbás dijo: “El Profeta (paz y bendiciones de Allah sean con él) continuó diciendo: “La madre de Isma’il fue complacida de su penosa situación con la compañía de la gente que ella tanto solía amar. Entonces, ellos se establecieron allí, y luego enviaron a traer sus familias que vinieron a establecerse con ellos, de tal manera que algunas familias se convirtieron en residentes permanentes. El niño (es decir, Isma’íl) creció y aprendió de ellos el árabe y sus virtudes, haciéndose amar y admirar conforme crecía, y cuando alcanzó la edad de la pubertad, lo hicieron casarse con una mujer de entre ellos. 

 Luego de que la madre de Isma’íl hubiera muerto, Ibrahím volvió para el casamiento de Isma’íl y para ver su familia, que había dejado atrás antes. 

Entonces Ibrahím volvió más tarde. Vio a Isma’íl bajo un árbol cerca de Zámzam, afilando sus flechas. Cuando él vio a Ibrahím, se levantó a recibirlo, y se saludaron el uno al otro como un padre e hijo lo hacen. Ibrahím dijo: “¡Oh, Isma’íl! Allah me ha dado una orden”. Isma’íl respondió: “Haz lo que tu Señor te ha ordenado”. Ibrahím le preguntó: “¿Me ayudarás?”, a lo que Isma’íl respondió: “Claro, lo haré”. Entonces Ibrahím dijo: “Allah me ha ordenado construir una casa aquí”, señalando a un montículo más alto del terreno circundante”. El Profeta agregó: “Entonces ellos levantaron los cimientos de la casa (es decir, la Ka’bah). Isma’íl trajo piedras e Ibrahím fue construyendo, y cuando los muros estuvieron altos, Isma’íl trajo esta piedra y la colocó para Ibrahím, quien se paró sobre ella para continuar la construcción, y ambos dijeron: “¡Señor Nuestro! Acéptalo (esta ofrenda) de nosotros. Verdaderamente, Tu eres Quien todo lo oye, Quien todo lo sabe” (al-Báqara 2:127 – interpretación del significado). El Profeta (paz y bendiciones de Allah sean con él) agregó: “Entonces ambos circunvalaron la construcción de la Ka’bah diciendo: “¡Señor Nuestro! Acéptalo (esta ofrenda) de nosotros. Verdaderamente, Tu eres Quien todo lo oye, Quien todo lo sabe” (al-Báqara 2:127 – interpretación del significado).

Sahih al-Bujari, 3113.

Shéij Muhámmad Salih al-Munáyyid