Este artículo está basado en una entrevista con Sandra La Bianca, una musulmana conversa que vive en Perth, Australia Occidental.
La Bianca es una chica de campo; fue criada en una granja en Australia Occidental. Cuando era una niña, tenía un canguro de mascota y ayudaba con el cuidado de vacas y ovejas. Solía ir a cazar conejos y zorros. No hubo mucha religión en su crianza, pero ella creía en Dios y le enseñaron la moralidad italiana tradicional. En un hogar italiano, las niñas son cuidadas y de alguna forma protegidas.
Ella solía ir a la iglesia con su familia los domingos, pero era algo superficial; realmente no entendía nada. Cuando pensaba acerca de la Sagrada Comunión, lo único que sabía es que obtendría un vestido blanco y que tendría que recitar algunas –palabras era todo lo que se esperaba de ella y así lo hizo. Para La Bianca, Jesús y María (la paz sea con ellos) eran sólo estatuas en la iglesia; pero solía orarle a Dios.
Mientras estaba creciendo, no tuvo conocimiento del Islam o de los árabes; incluso no llegó a ver una ciudad sino hasta los 16 años de edad. Ella reconoce el hecho de que era crédula e ingenua; pero admite que la parte positiva de esto fue que la hizo más abierta y natural; dice que lleva su corazón en la mano. Se ha dado cuenta que las personas de la ciudad son emocionalmente más rudas y son, con frecuencia, más distantes y críticas; mientras que las personas del campo tienden a tomar a la gente como es.
En el campo, los hombres en su mayoría se quedan en la granja y disfrutan la vida del campo. Con sus camiones, motocicletas, disparando y sus caballos, ¡la vida del campo es un paraíso para el hombre! Las mujeres jóvenes usualmente buscan la vida de la ciudad, persiguiendo la moda, estar al día, divertirse y andar de fiesta. La Bianca dejó el campo cuando tenía 16 años de edad buscando la vida brillante de la ciudad. Teniendo una gran familia italiana extendida a lo largo y ancho de Australia, La Bianca no tuvo dificultad de encontrar una tía con la cual podía quedarse en la ciudad.
La Bianca obtuvo su primer empleo trabajando como recepcionista, y allí conoció una joven musulmana llamada Tasnim, una musulmana de Sudáfrica, aunque ella no era practicante. Tasnim no usaba el hiyab ni oraba, apero siempre se aseguraba de que la carne que comiera estuviera de acuerdo con las regulaciones de dieta islámicas. Aunque no era impúdica ni bebía alcohol, Tasnim aún iba a los clubes, y sus padres se lo permitían siempre y cuando llegara a casa temprano. Lo más importante que La Bianca aprendió de Tasnim fue ayunar en Ramadán.
La Bianca recuerda que siempre se sintió atraída hacia los musulmanes porque la gente que ella conocía era cálida, amistosa y la aceptaban con gentileza, franqueza y un amor de familia. Ella disfrutaba socializar con sus amigos musulmanes y la atmósfera en la familia le recordaba su crianza de chica de campo (buena comida y hospitalidad). Comenta que se siente a gusto con personas que están a gusto con ellas mismas. Además comenta que la gente con frecuencia molesta a otros porque no se gustan a sí mismos.
A ella le gustan especialmente los africanos debido a su calidez y su sociabilidad, y encuentra a la cultura europea algo fría y con una gran cantidad de barreras entre la gente. Observa que cuando estaba creciendo ella y sus hermanos amaban a la gente nativa más que a los europeos. Su padre respetaba a todo el que trabajara duro e hiciera lo correcto. Él no era para nada racista. Sin embargo, la madre de La Bianca era racista y pensaba que los europeos eran superiores a los demás, y fácilmente criticaba a los otros.
A medida que La Bianca se mezclaba con más y más musulmanes, aprendió que los musulmanes oraban cinco veces al día, pero no fue hasta cuando ella conoció a su esposo que de verdad aprendió de lo que se trataba el Islam en su conjunto.
La Bianca recuerda que tan pronto como su esposo la conoció, la llevó a su casa para que conociera a su madre (su padre había muerto algunos años antes). Tanto él como La Bianca querían un compromiso a largo término, el paquete completo: matrimonio y familia. Ella empezó a ir a clases islámicas y cambió la forma en que se vestía. Se vistió con faldas largas y blusas sueltas. Observó que a medida que estaba aprendiendo acerca de Dios Todopoderoso, todo tomaba sentido, todo era más hermoso y armonioso.
Comenta que le gustaba la idea de que hay consecuencias para lo que la gente hace, que todo el mundo debería tratar de hacer las cosas correctamente. Esto era distinto a la religión católica, bajo cuyas enseñanzas fue criada: la gente puede hacer cualquier cosa y Jesús los perdonaría por ello.
Todos tienen una prueba, y la gran prueba de La Bianca fue vestir el hiyab. Ella revela que cambiar su imagen fue lo que más la afectó. En casa, en el campo, en la granja o en el lugar de trabajo, la gente le preguntaba por qué estaba usando “eso”. Sin embargo, La Bianca usaba vestidos largos y una pañoleta.
Al comienzo su padre sintió que ella no estaba respetando a sus amigos si no se vestía en una forma que los complaciera. Ella admite que al principio, se sintió culpable por hacer que él se sintiera irrespetado, pero su conciencia creciente de Dios Todopoderoso le hizo dar cuenta de que ella deseaba complacer a Dios más de lo que deseaba complacer a cualquier ser humano.
Se había dicho a sí misma que no quería hacer ninguna concesión, porque sabía que estaba haciendo lo correcto y sabía que si empezaba a hacer compromisos nunca terminarían y se quedaría sin nada del Islam. Ella ciertamente no quería que eso sucediera.
A pesar de su dificultad inicial en vestir el hiyab, este tenía mucho sentido para ella. Se dio cuenta que luego de que empezó a cubrirse ya no era abordada por hombres y se sintió mucho más respetada. Esto simplemente se sentía bien en su corazón. La Bianca observa que ama la idea de que las mujeres son un tesoro, que deben ser protegidas y deben ser vistas sólo por aquellos que merecen verlas.
La Bianca pronunció la Shahadah (testimonio de fe) en compañía de un pequeño grupo de amigos. Cuando ella sintió que el Islam era la verdad, estaba hambrienta de saber más. Su esposo y su familia la alentaron a vestir el hiyab, pero tomó un tiempo para que lo vistiera apropiadamente porque tenía que despojarse a sí misma de ser definida por cómo lucía para el mundo exterior.
Cuando le preguntaron sobre la reacción de la comunidad musulmana a su conversión, dijo que al principio ella era “el tema de conversación” simplemente porque era una nueva musulmana.
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